sábado, 20 de junio de 2009

POR FIN


La Nueva Provincia - 20-Jun-09 - Opinión

Ni en celeridad ni en aptitud sería fácil encontrar antecedentes inmediatos para la decisión del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 5 de San Isidro de condenar a cadena perpetua a los dos asesinos del policía Aldo Garrido.
Y entonces uno no sabe si alegrarse de que dos asesinos que matan a sangre fría a un policía ejemplar sean procesados y condenados a cadena perpetua en sólo tres meses, o si deplorar el hecho de que decenas, cientos de asesinos análogos sortéen sin zozobra leyes, jueces y fiscales como se sortea un contratiempo menor (y, en ocasiones, como se sortea una mera instancia formal administrada por cómplices legales).
Más todavía: campea en nuestra justicia a tal grado, y va camino de enseñorearse de ella, la noción de que denonadamente y hasta el fin debe el sistema velar por la franquicia de los asesinos, que no tendría nada de extraño una típica embestida garantista de última hora para conseguir que dos y dos sumen cinco y que la cadena perpetua que acaba de dictarse signifique a la larga, por capcioso giro, libertad e impunidad.

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