sábado, 19 de septiembre de 2009

DISCORDIA Y CONSENSO


Panorama político nacional de los últimos siete días

Discordia y consenso

Con una pequeña ayuda de los amigos, el oficialismo atravesó expeditiva, exitosa, desprolija y previsiblemente la primera prueba para la imposición de su proyecto de control de los medios electrónicos, la de la Cámara de Diputados. Tuvo que pagar algunos precios, mayormente políticos, más allá de que Felipe Solá haya mentado la mítica "chequera" kirchnerista, versión recargada de aquella Banelco que se invocó durante el gobierno de la Alianza. El principal costo para el oficialismo residió en producirles una coartada a las corrientes que lo acompañan por izquierda (inclusive, en este caso emblemático, el Partido Socialista de Hermes Binner) y a algunos disidentes de la línea hamletiana, de modo de facilitarles a todos ellos el tránsito entre la crítica verbal a crédito y el voto de apoyo en efectivo.


Táctica del teru teru
En Olivos comprendieron que para superar el primer paso legislativo no iba a alcanzar con la propia tropa y que había que adquirir fuerzas de apoyo, por eso el oficialismo rompió la alcancía y gastó algunas de sus monedas: renunció temporariamente a facilitarles a las telefónicas el ingreso al negocio de los medios. La luz verde está planificada para el acceso de Telecom, una empresa que el gobierno pretende ver pronto en manos amigas. "La sociedad todavía no está preparada para ese debate", se resignó (o advirtió) el Interventor del CONFER cuando tuvo que explicar la concesión.

Hay que admitir que la señora de Kirchner no profetizó en vano en la primera conferencia de prensa que dio después de la derrota electoral oficialista del 28 de junio. En aquella ocasión ella contabilizó a ciertas fuerzas -mencionó específicamente la que encabeza el cineasta Fernando Solanas- como aliadas potenciales del oficialismo. Solanas se apresuró entonces a desmentir que hubiera posibilidad alguna de acuerdos con el Gobierno. Últimamente, venía cuestionando con acidez el proyecto del Ejecutivo sobre medios, objetando un amplio número de aspectos que denunciaba. En definitiva, el bloque de su partido votó con el kirchnerismo y Solanas salió a justificar ese voto apoyándose en la concesión sobre las telefónicas y con el argumento de que "esta ley es mejor que la que existía". Diputado electo por uno de los distritos más vigorosamente adversos al matrimonio presidencial, Solanas hace lo imposible para no salir en ninguna foto junto al Gobierno. Pero, a veces, lo esencial es invisible a los ojos: aunque, igual que a finales de junio, en el plano verbal toma distancia del oficialismo; pero ahora Solanas actúa para ayudar al Gobierno a sacar sus castañas del fuego.

Por cierto, Solanas no es único que en un lado pega los gritos y en otro guarda los huevos. Desde el peronismo disidente se señala al Gobernador de Chubut, Mario Das Neves, como otro practicante eximio de la táctica del teru teru. Felipe Solá llegó a caracterizarlo como "el Plan B" de Néstor Kirchner. En verdad, la oposición suele comprar los amagues del chubutense. En este caso, lo oyeron decir que el proyecto oficialista era "muy malo" y "beneficioso para los amigos del poder" y se ilusionaron con contar con los cinco diputados que responden al Gobernador. Habían olvidado que ya en otras ocasiones Das Neves ha formulado juicios duros sobre el kirchnerismo (con preferencia sobre Néstor Kirchner) y ello no fue obstáculo para que los legisladores provinciales actuaran de acuerdo a la mejor conveniencia de la Casa Rosada o de Olivos. Ni siquiera el hecho de que Néstor Kirchner viajara a Chubut a agitarle el avispero local y a activar una línea interna provincial rebelde consiguió conmover (quizás haya que decir: aún) ese comportamiento del Gobernador Das Neves y sus congresistas.

Justicia y opinión pública: una alianza "mani pulite"
No es improbable que el oficialismo obtenga ayudas análogas en la Cámara Alta. En principio, ha calculado con prolijidad el instante en que el proyecto, con la media sanción de Diputados, debe ingresar al Senado, de modo de que Julio Cobos no esté ejerciendo entonces la Presidencia de la Cámara. Cobos ejercerá la Presidencia de la Nación durante el viaje a Nueva York de la señora de Kirchner y eso lo obligará a ceder la titularidad de la Cámara Alta al Senador Pampuro. En el Gobierno calculan que, de ese modo, evitarán el envío del proyecto a cinco comisiones de la Cámara, como instruyó Cobos (creen que Pampuro lo mandará sólo a tres) y podrán impulsar así un trámite tan vertiginoso como el de la Cámara de Diputados.

La oposición ya prometió que, a partir del momento en que el Congreso refleje el mandato popular de la última elección, revisará esta ley (y otras). Entretanto, ha cuestionado la forma que adquirió su tratamiento legislativo (no se cumplieron plazos y procedimientos reglamentarios, alega) y el viernes denunció que el texto que se presentó a votación y se aprobó en el plenario de la Cámara difiere en varios puntos de lo que el oficialismo acordó con sus aliados y fue leído y aprobado en las sesiones de trabajo de las comisiones legislativas.

Así, el régimen de medios -más allá de que el Gobierno consiga aprobar su proyecto a marcha forzada y sin el voto de los legisladores electos por el voto del 28 de junio- tiene un seguro destino de judicialización. Lo llevarán a Tribunales las empresas severamente afectadas por la norma oficialista, sectores de la oposición y también ciudadanos de a pie en defensa de las libertades de expresión y de información.

Que la cuestión llegue a la Justicia para dirimirse puede no ser una noticia agradable para el Gobierno, que viene observando en algunos juzgados ominosas (prometedoras, se diría desde otro lado del mostrador) señales de autonomía. Señala con preocupación un analista próximo al Gobierno: "De hecho, la caída electoral y el propio activismo del gobierno están alentando una coalición de naturaleza parecida a la que en Italia tomó el nombre de mani pulite (manos limpias) y produjo un terremoto en el sistema político. Fue una convergencia de sectores de la Justicia y la opinión pública, como la que se insinúa aquí."

El paulatino debilitamiento del Gobierno (derrota con el campo, caída electoral, derrumbe de la imagen del matrimonio, alejamiento de cuadros importantes) sumado a su "activismo" (es decir: la acentuación de los rasgos confrontativos) produce, en efecto, una combinación paradójica. El Gobierno asume un protagonismo cada vez más imperioso y así suscita reacciones de actores que se sienten existencialmente amenazados, precisamente en el instante en que está más aislado y más débil en su relación con la opinión pública, circunstancia que aporta a los jueces una perspectiva de alivio y liberación de presiones y los vuelve de ese modo más activos a ellos.

Las instituciones
Si bien se mira: la Argentina, más que por un marco de normas e instituciones sólidas se mueve por relaciones de fuerza. De eso se habla, entre otras cosas, cuando se dice que el país ofrece baja seguridad jurídica.

El Gobierno contó, durante varios años, con una relación de fuerzas favorable. Se la permitieron la óptima coyuntura económica internacional y un sistema político desarticulado después del "que se vayan todos". Con altas marcas en las mediciones de opinión, aplicó a voluntad su fuerza, confrontó y arrasó a quienes observaba como enemigos, rivales o competidores potenciales. Trabajó para eternizar en el poder su pequeño armado político. En la aplicación de esa lógica, chocó al fin con el campo y perdió una batalla crucial, mientras cambiaban las condiciones económicas mundiales y la opinión pública iniciaba el divorcio. El Gobierno no modificó por ello su lógica: adelantó caprichosamente las elecciones y hoy el país observa, durante casi un año, la convivencia entre dos legislativos, uno, mandato 2007 y otro votado en junio; aquel sigue aprobando leyes mientras éste, que tiene la legitimidad política de la elección reciente, espera impotente su turno.

El Congreso que vota estas leyes está cuestionado por la sociedad como una mera "escribanía del Poder Ejecutivo" porque, a través del predominante bloque oficialista, ha entregado voluntariamente muchas de sus atribuciones a la Casa Rosada.

Pero a su vez, la Casa Rosada se encuentra colonizada por Olivos: el Poder Ejecutivo unipersonal, el presidente "casi monarca" que imaginó Alberdi, el actor central del sistema estatal argentino, cede, en los hechos, la autoridad a Néstor Kirchner. El mando máximo se ha trasladado, así, fuera de las instituciones.

En tanto, las provincias, anteriores a la Nación misma, han sido empujadas a un rol de legión empobrecida, expropiada y mendicante, condicionada por la caja central. En cuanto al Vicepresidente, desde Olivos se pone en funcionamiento un coro de voceros (¿destituyentes?) que le piden que deje su cargo. Julio Cobos, por su parte, ha lanzado un mensaje: el país necesita acuerdos básicos, consenso, no discordia. No parece que vaya a dejarse intimidar por quienes le reclaman que salga "a la intemperie". Sabe que tiene un rol institucional que cumplir.

Hay una relación directa entre la ausencia de instituciones sólidas y la propensión al aislamiento internacional. En un mundo cada vez más integrado y más competitivo, el cumplimiento de los contratos y de las normas es carta de presentación básica para asociarse al club , para aspirar a beneficiarse con los flujos de inversión que impulsan el crecimiento y el avance tecnológico. Romper contratos privados, cambiar reglas de juego arbitrariamente, tergiversar la información pública, vaciar de contenido los poderes institucionales, es un camino sin escalas al aislamiento.

Por cierto: no se alcanzan instituciones sólidas sólo invocándolas o hablando de ellas. También ellas nacen de la política, es decir, nacen de una relación de fuerzas capaz de proyectarse más allá del poder circunstancial, de la acumulación facciosa o de los cambios de casaca oportunistas, para transformarse en arquitectura de una nación seriamente integrada hacia adentro y hacia el mundo.

La elección de junio insinuó la existencia de una relación de fuerzas que apunta en esa dirección. Se esperan arquitectos.

Jorge Raventos

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