lunes, 7 de septiembre de 2009

SUFRIENDO VOTOS Y BOTAS


SUFRIENDO VOTOS Y BOTAS

por el Lic. Claudio Valdez

La experiencia de más de tres generaciones en nuestra Nación Argentina demuestra que hemos sufrido ambos fenómenos con estoica resignación. Sus procesos presuntamente democráticos no fueron más que “electorales” y los períodos de golpes militares no permitieron otra cosa que la implementación, por la fuerza, del régimen económico liderado por Estados Unidos de América para la posguerra. Así comenzó una etapa que nos prometía vivir alineados al mundo ganador de la 2da. Guerra Mundial.

La inserción en el “Bloque Americano”, festejada por muchos, nos haría prósperos, “desarrollados” y más occidentales. Claro, en Europa Oriental ya se había establecido un régimen oponente: el Comunismo. Ambas pretensiones imperialistas se dividieron el mundo conocido y, con el correr de los años, hasta el espacio sideral; dando inicio a la “mala suerte” del resto del planeta. Sus habitantes fueron sobornados, engañados y extorsionados en política, economía, comercio, educación, religiones y muy especialmente en lo que se quiso demostrar como evolución cultural.

De este modo iniciamos el siglo XXI, con la equívoca creencia de que la paz, los derechos humanos y la democracia son nuestros sostenidos valores. Tremendo error, desde que lo que prospera es guerra y violencia en el mundo geopolítico y el privado. Los derechos humanos son predicados, pero solo empleados con tendencioso oportunismo por unos y otros. La democracia es concepto de complicada factura, según sean los privatistas o colectivistas los interesados en fundamentar y proponer su aplicación.

Algunos países de Hispanoamérica intentaron conformar una de las zonas del Tercer Mundo, así conocido por no aceptar integrarse ni a uno ni a otro imperialismo. La “globalización” más reciente indujo a creer que la dualidad ideológica había sido superada. Otro error que la realidad rectifica, complementando con el agregado adicional de revitalizadas ideologías en el Lejano Oriente y Cercano Oriente.

Si analizamos con detenimiento la situación actual, deberíamos reconocer que los poderosos intereses globales poco logran queriendo anular otros intereses, que aunque desarrollando ínfimas potencialidades resultan enemigos u oponentes de cuidado. No son solo los recursos materiales los que definen las contiendas; por el contrario la voluntad empecinada es característica de esos emergentes y también requisito para cualquier triunfo. Recordando que “no existe enemigo pequeño”, el panorama no podría ser menos tranquilizador.

En nuestro país, desde 1853 los votos avalaron empréstitos, negociados, acomodos, unicatos, contubernios, confiscaciones, malversaciones, abstenciones y proscripciones, alternándose a partir del año 1930 con las “botas militares” que instalaron gobiernos “de facto”.

En los tiempos democráticos el voto generó malestar, sufrimiento y desesperanza, permitiendo encumbrar oligarquías políticas que descuidando el bienestar general se burlaron de la soberanía popular. Las mayorías fueron con engaño o por artilugios reglamentarios silenciadas.

Por ello, ante la inminencia de algún golpe de estado la opinión pública resultó ilusionada por mejores condiciones de vida. Los militares estuvieron considerados como una última reserva nacional, porque la corrupción de la dirigencia civil no dejó otra alternativa. Entonces hubo también que sufrir “las botas”, que carentes de genio ciudadano solo pudieron nuevamente confirmar que “orden sin justicia es solo la fuerza” y, como señaló Napoleón Bonaparte: “Las bayonetas sirven para casi todo, menos para sentarse sobre ellas”.

Nuestro tiempo vuelve a demostrarlo en el Cercano Oriente, en las Provincias Vascongadas de España, en Colombia, en Cuba, en Bolivia, en Venezuela y donde la violencia de cualquier signo no posibilita el bien vivir. La bota, sea demócrata, comunista, sionista, islámica o indigenista siempre aplasta.

El hecho no entendido suficientemente es que también aplasta la zapatilla, refiriéndonos en particular a los países de Hispanoamérica que gustan caracterizarse como “progresistas” en un intento por encubrir su marxismo criollo. Sus “grupos de choque” no son más que bandidos que alternan su calidad de maleantes entre marchas, contramarchas políticas y un abanico de variados delitos. Se coarta de este modo la libertad y hasta la vida de los pobladores que resultan víctimas de sus abusos y delitos.

Novedoso es que el voto, la bota y también la zapatilla, resulten en este inicio de siglo causa eficiente para el malestar de la cultura. En nuestro país la realidad cotidiana nos confirma que mayormente el voto aporta estafadores representantes, la bota incapaces defensores y la zapatilla depredadores delincuentes. Esta nefasta metáfora, por presentarse en forma conjunta y asociada a nuestro régimen político excluye cualquier superadora expectativa y reserva para el ciudadano honesto solo sufrimiento.

La resignación no debería convertirse en consuelo sino en reflexión, apreciando que “El destino del hombre está en el hombre” y que el del hombre honesto en los honestos. El futuro nos apremia.

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