lunes, 21 de septiembre de 2009

YO LADRO Y MUERDO


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El perro de Femón tenía razón...

En realidad, somos lo que nos animamos a ser. Es una cuestión de coraje y temple moral.
También podemos ser el perro de Femón.
Yo ladro y muerdo... ¿Y Ud.?

Por Juan Carlos Sánchez Dodorico



- Vitelio, en una época mejor habrías sido uno de los hombres más virtuosos. ¿Cómo fue, entonces, que tu recta naturaleza adquirió una especie de joroba permanente por hacer continuamente el cortesano?
- Era inevitable bajo una monarquía –respondió-, por benévolo que fuese el monarca las antiguas virtudes desaparecen. La independencia y la franqueza ya casi no existen; la complaciente anticipación de los deseos del monarca es entonces la mayor de las virtudes. O bien hay que ser un buen monarca como tú, o un buen cortesano como yo... O un emperador o un idiota.
- ¿Quieres decir que la gente que sigue siendo virtuosa en una forma anticuada debe sucumbir inevitablemente en tiempos como estos? –le pregunté.
- El perro de Femón tenía razón...
Eso fue lo último que dijo antes de caer en coma, del cual jamás se recuperó.
(Diálogo supuesto y novelado por Robert Graves entre el Senador Vitelio y el Emperador Claudio en su obra “Claudio, el dios”.)

Se cuenta que el filoso Femón tenía un perro al que enseñó a ir a la carnicería a buscar la provista que traía en una cesta. El perro jamás comió de ella pero un día una jauría de perros callejeros lo atacaron, le arrebataron la carga y comenzaron a devorarla. El perro de Femón pareció dudar. Defender la carne hubiera sido suicida entonces se lanzó sobre el alimento y comió hasta hartarse.


Sólo así puede explicarse la venta de voluntades y votos en el Congreso de la Nación. Sólo así se explica que socialistas santafesinos (técnicamente opositores al kirchnerismo), legisladores (también técnicamente) peronistas y actores sociales (también técnicamente) democráticos adhieran a las iniciativas de un gobierno que instaló en la comunidad nacional el mamarracho político más colosal de la historia nacional.
Sólo así puede explicarse que periodistas y opinadores consideren superadora y encomiable a la nueva Corte Suprema de Justicia de la Nación cuando dos de sus integrantes exhiben graciosamente sus distorsiones cúlticas y morales como un derecho y un elogio personal.
Sólo así puede explicarse el trámite de los juicios por las violaciones de los derechos humanos en la Argentina.
Son cuestiones diferentes que nacen y confluyen en lo mismo: El kirchnerismo. Veamos...

La nueva ley de prensa o de medios votada por los diputados nacionales, independientemente de su bondad o malicia, sufre el descrédito de su origen kirchnerista. No es confiable principalmente por eso, porque los Kirchner no son confiables. El problema son los Kirchner.
El avance incesante hacia la despenalización del aborto y el aborto libre y gratuito iniciado por Ginés González García cuando militaba como Ministro de Salud de Néstor Kirchner hoy argumentado por la cortesana Carmen Argibay lleva la impronta del kirchnerismo progresista desarrollando el modelo destructivo de la persona, la familia y la sociedad.
Los juicios por los derechos humanos demuestran la sumisión con que el poder administrador de justicia admite que el poder político le escriba sus sentencias anticipadamente al desarrollo de los mismos.
Admitamos, esto que es solamente ejemplos del gran despropósito nacional que vivimos los argentinos puede explicarse desde la “razón del perro de Femón”.
Porque...

Por impotencia y oportunidad, por cobardía y pérdida de valores morales y cívicos, quienes tienen la obligación de defender y consolidar la sociedad terminan comiendo a mordiscos la provista del amo. Cosa de perros...
Los perros nos comen el alimento.
Y lo peor de esto es que nos vamos acostumbrando a tales conductas y no reaccionamos, se nos hicieron familiares y con ello buenas. Esto es decadencia social y moral y no otra cosa. “El que no afana es un gil...” Venimos cayendo en cascada desde hace seis años y parece que no hay forma de detener el derrumbe.

Volviendo al diálogo con el que inicio esta reflexión, Claudio murió asesinado por su esposa Agripina, su antecesor Calígula por el jefe de su guardia y su sucesor Nerón por un criado que a su petición viéndose atrapado en su huída, le clavó su espada. La monarquía brinda poder, jorobas sumisas y traiciones sin segurar la vida, es la historia.
Mientras dura, los genuflexos –lamebotas los llama Fidel Castro- se humillan ante el monarca, no saben hacer otra cosa, no pueden, son débiles, inútiles para la democracia, “es inevitable” –pone Graves en boca de Vitelio en su obra citada- “La independencia y la franqueza ya casi no existen; la complaciente anticipación de los deseos del monarca es entonces la mayor de las virtudes.”
Porque el monarca es el administrador absoluto de vidas, ideas y dineros, posee la plenitud del poder y por ello de la razón y así el cobarde reemplaza al valiente, el sumiso al héroe, el débil al fuerte y todo sigue así hasta que alguien destruye al monarca. ¿Y luego quien viene?
El iniciador del imperio romano fue Cayo Julio César, ese que cruzó el Rubicón diciendo, dicen, “Alea jacta est” y murió asesinado en el Senado. Asumió Augusto y tiempo después vinieron Calígula, Claudio y Nerón y así hasta el final. Nunca se restableció la República.
Séneca escribió la sátira “La zapallización de Claudio” intentando satisfacer a Nerón y tuvo que suicidarse por orden de este en el 65. Séneca vendría a ser la antigua versión del periodista moderno, del analista político. Cuidado colegas. Pero... Sobrevivió a la mayoría de los protagonistas de esta historia que murieron envenados o sufrieron una muerte violenta. No es fábula, es la historia.


Solamente con honestidad y trabajo podremos tener una Argentina digna.
Solamente con medios de prensa libres e independientes sabremos la verdad.
En realidad, somos lo que nos animamos a ser. Es una cuestión de coraje y temple moral.
También podemos ser el perro de Femón.

Yo ladro y muerdo... ¿Y Ud.?


E-mail del autor zschez@yahoo.com.ar
21 Set 09


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