martes, 22 de junio de 2010

ESCENARIO POLÍTICO


CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL ESCENARIO POLÍTICO NACIONAL

La oposición da la sensación de haber encontrado el camino al evitar su atomización, el problema en teoría parece resuelto, en la práctica el gran desafío es fortalecer los acuerdos y no subestimar al kirchnerismo.

Por Aldo Norberto Bonaveri (*)

Junio resultó un mes con movimientos importantes en el escenario político nacional; desde la tremenda derrota sufrida por el oficialismo en las elecciones del 28 de junio del año pasado, el Gobierno desafiando la lógica de los efectos naturales de semejante traspié, recurriendo fundamentalmente al menú de peculiaridades que lo caracteriza, se las ingenió para mantener la iniciativa, marcar la agenda y relativizar cuanto le fue posible la desaprobación experimentada en las urnas.

La opinión pública en general esperaba que cuando entrara a funcionar la nueva conformación del Congreso la situación diera un giro substancial, con el correr de los meses tal expectativa se fue diluyendo; para ello contribuyeron por igual la férrea vocación para mantener el poder a ultranza del kirchnerismo, como los desencuentros y lecturas de la realidad erróneas del arco opositor. Es verdad que las apariencias de incapacidad para construir una alternativa fueron mayores a las reales, pero tan cierto como que los líderes que pretenden terminar con la hegemonía K, perdieron mucho tiempo, precisamente por haber equivocado el orden de prioridades, y en consecuencia no estar a la altura de las circunstancias.

El listado de desinteligencias opositoras se compuso de una combinación de factores: improvisación, heterogeneidad, aspiraciones electorales anticipadas, presuntas lealtades que no fueron tales, exceso de caudillismos personales (en el senado), etc. Frente a éste mosaico de situaciones, que una semana parecía a favorable y la siguiente adversa a unos y otros, el kirchnerismo pergeñó un plan simple, apostar a la paralización del Congreso, de esa manera el recurso de no otorgar quórum fue una constante, vicio al que también apeló la oposición cuando el número podría resultarle negativo. Estas maniobras nocivas para la democracia y el funcionamiento de las instituciones de la república, al oficialismo le resultaban en la práctica menos onerosa, ya sea por el poco apego a la institucionalidad, como a los pocos escrúpulos de gobernar por decreto.

Por otra parte, la falta de consensos entre los bloques opositores para establecer posiciones concordantes en determinados proyectos, hizo alentar en el oficialismo la presunción de lograr fragmentar definitivamente lo que dio en llamarse el bloque A. Independientemente de ello, algunos fracasos parlamentarios por las razones apuntadas, derivaron en pases de facturas cruzados, lo que a la postre, obligó a los líderes de cada bancada a efectuar grandes esfuerzos para mantener un núcleo de concomitancias.

Así como las falencias existieron, nobleza obliga a reconocer que tras los traspiés, principalmente en la Cámara de Diputados los principales bloques de la oposición: PJ Federal, UCR, Coalición Cívica, PRO y GEN, en los últimos meses han logrado un funcionamiento conjunto que les permitió armonizar posiciones comunes en varios temas, a los que circunstancialmente se sumaron los conducido por Pino Solanas. Los citados entendimientos no fueron debidamente considerados por buena parte de la opinión pública e inclusive, por varios periodistas, no obstante constituyeron el punto de partida del reordenamiento operado en las principales fuerzas de oposición en las últimas semanas.

Previo a los festejos del bicentenario, varios interrogantes se planteaban con respecto a la cantidad de candidatos inclusive del mismo espacio, que podrían anotarse en la grilla presidencial de 2011. Estas difidencias se alimentaron sobre la lógica de la sobredosis de proyectos personales y, premuras por instalar nombres propios, a riesgo de acotar las posibilidades de sus partidos o alianzas afines.

El cambio de contexto se empieza a verificar con las elecciones internas en la UCR bonaerense, si bien la puja se circunscribía a autoridades partidarias del distrito más importante del país, su connotación resultó mucho más trascendente, Ricardo Alfonsín se puso al frente de la campaña, logrando lo que a priori se percibía como muy difícil, derrotar al tándem de la otrora Junta Coordinadora, Leopoldo Moreau y Federico Storani, cuyas acciones están muy desvalorizadas en el concepto general, pero con fuerte predominio de el aparato partidario, que en los dos últimas décadas manejaron a voluntad.

Si bien el categórico triunfo de Alfonsín significó un duro revés para Moreau, Storani y asociados, el impacto cayó con más fuerza sobre el aliado de éstos, Julio César Cleto Cobos, quien hasta el día del comicio interno, se perfilaba como el aspirante al sillón de Rivadavia no peronista con mejores chancees. El vencedor aprovechó al máximo la contienda doméstica para instalarse en la consideración del electorado nacional, sin siquiera insinuarlo, de hecho el propósito lo logró con creces, al punto que su trepada en las encuestas ya lo sitúan en un pie de igualdad con el vicepresidente, y en ascenso.

En el comando K la “alegría” por la derrota de Cobos no duró demasiado; si bien el mendocino goza de buena imagen en los sectores independientes, presenta ciertas resistencias en el viejo partido de Alem, fundamentalmente por la cabriola de compartir la formula con Cristina y, rechazo explícito entre los aliados que el año pasado compartieron el Acuerdo Cívico Social, la Coalición Cívica, el partido Socialista y el GEN, en consecuencia, con Ricardo Alfonsín como candidato las posibilidades de recrear el frente se potencian, y por ende, se esfuman las perspectivas añoradas por el oficialismo que este espacio se presente a elecciones con más de un candidato.

La movida radical tampoco fue neutra para el peronismo disidente; hasta entonces aparecían lanzados tantos nombres como estrategias divorciadas entre si. Rápidos de reflejos y con una lectura correcta del nuevo escenario, supieron y pudieron acordar reglas intrínsecas.

Producto del entendimiento, la candidatura presidencial del PJ Federal surgirá bien de una interna entre Eduardo Duhalde, Felipe Solá, Mario Das Neves y Alberto Rodríguez Saa, dado la renuencia (hasta ahora al menos) de Carlos Reutemann para anotarse en la partida, o en su defecto, de quién lidere las encuestas en marzo del año próximo. A su vez, Francisco de Narváez concentrará sus esfuerzos para gobernar la provincia de Buenos Aires.

El pacto de los popes del peronismo federal le cayó indigesto a la diarquía gobernante, tal como “venía la mano” Néstor Kirchner lucubraba un cuarto oscuro con varias boletas de ese sector, precisamente el que el 28 de junio del 2009 lo humilló en el mismísimo conurbano bonaerense, donde el ex presidente se creía invencible.

Los cambios operados en el marco político en los últimos 30 días sin ser definitivos marcan una tendencia, al tiempo que evidencian lecciones aprendidas y un panorama que comienza a despejarse, sin por ello desconocer que existen elementos de valor por resolverse y, actores importantes que deben encontrar su lugar en el nuevo estado de cosas. Para el PRO y Proyecto Sur les va llegando el turno de mover las piezas en tiempos diferentes.

Posiblemente sea el partido de Mauricio Macri quien tenga más intríngulis a dilucidar, el estrechamiento de filas en el peronismo disidente le ha restado protagonismo; si bien por afinidades y antecedentes converger con esta fuerza se avizora como lo más previsible, nada está decidido y mucho para conjeturar. Ahora, un primer lugar en la formula para el Jefe de Gobierno con sus socios del pasado cercano parece imposible, tal vez la hipótesis más viable de ir en la misma boleta, consista en aspirar a la reelección en la ciudad autónoma.

Pino Solanas ya ha sido tentado para integrarse al ACyS, pero con la misma prontitud ha respondido que no está dispuesto a ser “furgón de cola del radicalismo”; claro está, que mantenerse al margen de los tres grandes polos que se están gestando, se avizora como un sendero plagado de obstáculos, habida cuenta que si ello se concreta, la polarización asoma como lo más asequible. En cambio para la otra expresión de izquierda que conduce Sabatella, todo hace suponer que integrará la alianza oficialista.

Indudablemente los acontecimientos acaecidos en el mismo mes de la derrota del año pasado saben a “cicuta” para el entorno K, no obstante se equivocarían muy feo quienes supongan que semejante mazazo dejó fuera de carrera al matrimonio presidencial. La oposición da la sensación de haber encontrado el camino al evitar su atomización, el problema en teoría parece resuelto, en la práctica el gran desafío es fortalecer los acuerdos y no subestimar al kirchnerismo.

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de Aldo Norberto Bonaveri por gentileza de Pregón Agropecuario.

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