lunes, 21 de junio de 2010
KONFUNDIDA
Confundiendo las cosas
por Ricardo Medrano
ricardo.g.medrano@hotmail.com
Ayer fue 20 de junio, día de la Bandera, se recuerda la gesta gloriosa de uno de los incansables gestores de la Patria, Manuel Belgrano, quien brindó su vida con absoluta entrega y sacrificio en pos de lo que hoy es nuestra Argentina.
Para recordarlo se hizo un acto de merecido homenaje en Rosario, a orillas del río Paraná, donde nos dice la historia que la bandera nacional fue izada por primera vez.
Para la ocasión acudieron autoridades municipales, provinciales y la presidente de la Nación, Cristina Fernández. En el mismo lugar en donde no hace mucho tiempo se celebró la multitudinaria manifestación a favor del campo que significó la primera gran derrota política del matrimonio presidencial.
Para continuar en su línea la presidente volvió a confundir las cosas, y creyó estar en un mitín político que celebraba su gesta a la cabeza del gobierno nacional en lugar de ser un acto de homenaje a Don Manuel Belgrano.
Como sucedió hace poco menos de un mes, en ocasión de la conmemoración del 25 de mayo, en el año del bicentenario, cuando millones de almas se volcaron a las calles festejando más que nuestra existencia nuestra supervivencia, la presidente cometió el garrafal error de creer que toda esa gente estaba celebrando su mal llamado modelo.
La multitud reunida ayer en Rosario merecía algo mejor, menos bajada de línea política y más compromiso desinteresado por el país, menos palabras arrogantes de logros supuestamente conseguidos y más humildad frente a los grandes desafíos que aún quedan pendientes.
Este acto supremo de soberbia es casi una marca de la casa en lo que a los Kirchner se refiere, como también lo es esta lectura sesgada de los hechos que acontecen en el país, donde no todo lo que sucede es por ellos o contra ellos, a pesar de lo que Cristina diga.
Desgraciadamente, esta desconexión con la realidad de la que da muestra nuestra presidente cada vez que tiene la oportunidad de dirigirse al país es preocupante sobremanera, ya que si esto continúa terminará por creer ella misma las mentiras que diariamente reparte.
A este paso, en poco tiempo creerá realmente en los índices del INDEC, que la violencia y la inseguridad están en claro retroceso y que su mal llamado modelo es lo mejor que le pasó al país en estos pocos, aunque a veces muchos, 200 años de historia.
Cuando el mentiroso empieza a creer sus mentiras es cuando la realidad deja de tener importancia para él, ya que la empieza a moldear a su medida. Cuando esto sucede en una persona con el poder para influir en la vida de millones de personas es más que preocupante, es llanamente peligroso.
Por suerte esto sucede al final de un mandato y no al principio, aunque mucho mal ya ha hecho, el país tiene la oportunidad en pocos meses para poner remedio a esta disociación contraproducente, solo es necesario votar con cordura.
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