viernes, 18 de junio de 2010
NEUTRALIZAR AL ESTANCIERO
LAS RELACIONES ENTRE EL CAMIONERO Y LOS KIRCHNER, EN SU PEOR MOMENTO
El gobierno intenta neutralizar a Moyano
El objetivo sería impedir que se haga cargo del PJ bonaerense y ahuyente el voto de la clase media.
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Por Alexis Di Capo
Las relaciones entre los Kirchner y Hugo Moyano atraviesan por su peor momento y las señales indican que el Juez Federal Oyarbide avanza lenta pero firmemente contra aquél en la causa en la que se investiga la defraudación a la Administración de Programas Especiales (APE) del Ministerio de Salud y Acción Social, a través de la Obra Social del Sindicato de Camioneros. Oyarbide rechazó ayer un pedido de inhibitoria que le planteara su par Claudio Bonadío.
Así, el juez aseguró que “de conformidad a las directivas emanadas del Superior al confirmar los procesamientos de los imputados, me encuentro en este momento reuniendo pruebas a los fines de determinar de qué manera habrían participado distintas personas en la órbita de la Superintendencia de Salud y la Administración de Programas Especiales, como ser Héctor Capaccioli, Alejandra Ungaro, y Navas, entre otras, como así también el perjuicio que podrían haber causado al Estado, en connivencia con Néstor Lorenzo y los demás implicados en la investigación”. Pero la espada de Damocles que pende sobre la cabeza del camionero excedería el plano judicial. Kirchner tendría decidido movilizar el PJ bonaerense después de las vacaciones de invierno, para consolidar el núcleo duro de los intendentes oficialistas. Pero Moyano aspira a tomar posesión de la presidencia del partido en su carácter de vicepresidente primero, en reemplazo de Alberto Balestrini. En Olivos consideran que esto es lisa y llanamente inaceptable. Los encuestadores y consultores escuchados en el gobierno coinciden en que la “moyanización” del peronismo bonaerense tendría proyecciones altamente negativas. La más importante sería el rechazo casi unánime de la clase media, cuyo voto intenta recuperar el gobierno. Daniel Scioli estaría, por su parte, insistiendo para que el ex presidente impida que Moyano asuma en el partido, convencido de que el avance sindical en la política puede hacerle perder la gobernación a manos de un candidato popular en la clase media, como es Francisco De Narváez. Además, para mayor preocupación del matrimonio presidencial, el camionero tiene como aliado en Buenos Aires, al presidente del Senado, Federico Scarabino, del cual desconfían y con motivos. Scarabino fue el principal impulsor de la maniobra para que la ley de internas abiertas bonaerense posibilitara el desenganche de la fecha de elecciones local de la nacional, dejando a la Casa Rosada sin el apoyo de la poderosa estructura bonaerense.
La advertencia
Dos semanas atrás, un intermediario de Kirchner le hizo saber a Moyano que debía bajar el perfil y abstenerse de hacer declaraciones políticas. Éste acató pero a la vez mostró los dientes, rompiendo las pautas oficiales para aumentos salariales al reclamar el 31%. Su actual silencio está lleno de tensión, sobre todo desde que a la CGT llegó la información de que Aníbal Fernández habría dicho días atrás, “nos vamos a cargar a Moyano”. La situación, sin embargo, es compleja. Por un lado, al gobierno le gustaría sacarse de encima a Moyano como un gesto de conciliación con la clase media y porque, además, no confía en las jugadas políticas de aquél. Pero también es cierto que si el líder de la CGT se convierte en un nuevo Zanola -o algo parecido- Luis Barrionuevo y los Gordos podrían avanzar en el control de las estructuras sindicales.
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