miércoles, 14 de julio de 2010

BODA GAY


El proyecto de bodas gay es defectuoso

por Sonia Escudero
Senadora nacional (Salta-Peronismo Federal)

Para cambiar la institución del matrimonio, tal cual la conocemos, hace falta, como mínimo, dos cosas: tiempo y consenso. Ninguno de estos elementos estuvo presente. En Diputados se trató menos de dos meses; en Senadores los presidentes de las bancadas mayoritarias nos impusieron sólo uno.

Tampoco existe consenso: quedó demostrado a lo largo de las audiencias públicas que la mayoría de la ciudadanía argentina no está de acuerdo. No debería extrañarnos: sólo siete países en el mundo contemplan la figura del matrimonio para personas del mismo sexo, y allí tampoco les otorgan los mismos derechos a unas u otras parejas.

A su vez, estos países tienen dos cosas que nosotros no: regulación sobre fertilización asistida y un régimen de filiación abierto. De este modo, en nuestro sistema se presumen hijos del marido los dados a luz por su esposa. Esta norma, tal como está redactada, creará sin dudas un caos filiatorio. Dos mujeres o dos hombres podrán anotar como propio un hijo en el Registro Civil. ¿Y el derecho humano de ese niño a conocer su identidad biológica? ¿Podrá reclamar la paternidad o maternidad biológica de su verdadero progenitor? ¿Tendría entonces ese niño tres padres? ¿Cómo se discerniría entre ellos la patria potestad del menor?

Las incongruencias de este proyecto siguen: un hombre casado con una mujer, en caso de disputa, pierde a favor de su esposa la tenencia de su hijo menor de 5 años. Tiene menos derechos que un hombre casado con otro hombre, en cuyo caso el juez va a decidir a quién le da la tenencia según el interés del menor.

Una mujer casada con un hombre no puede elegir darle su apellido a los hijos. Una mujer casada con otra mujer tendrá ese derecho. Un hombre y una mujer tienen que esperar tres años de casados para poder adoptar. Un matrimonio de personas del mismo sexo no tendrá que esperar ni un día. Ejemplos como éstos hay varios en el proyecto de Diputados. ¿Cuál es entonces el verdadero proyecto de igualdad y la no discriminación?

Las múltiples imprevisiones e incoherencias de esta iniciativa son la consecuencia de una labor llevada a cabo de manera superficial e ingenua. Así, se hizo desaparecer del Código Civil la palabra "esposa" o "madre", sustituyéndola por "cónyuges" y "progenitores". Tan mala fue la técnica legislativa que donde se pretendía un cambio la reforma resultará neutra: progenitores siempre van a ser un hombre y una mujer.

Estamos de acuerdo con que no se debe discriminar a nadie por la elección sexual. Pero las leyes no tienen la virtualidad de cambiar la realidad: la discriminación se combate con educación, no con imposición.

El proyecto de unión civil

La Comunidad Homosexual Argentina (CHA) presentó un proyecto de unión civil en 2005. Fue justamente esa iniciativa la que tuvimos como base para el dictamen de mayoría firmado el martes último. Queda claro que la unión civil nunca fue una "opción de segunda". Fue su primera opción: una institución moderna y flexible, más consensuada que el matrimonio tradicional.

Esta figura no sólo va a ser útil para las parejas del mismo sexo. Probablemente también atraiga, por su perfil contractual y consensuado, a las parejas heterosexuales que descreen del matrimonio. No nos olvidemos de que en la Argentina la mitad de los niños nace de relaciones de hecho.

Es falso que una vez rechazado el proyecto de matrimonio, no se pueda tratar a continuación la unión civil. No hay coincidencia ni de objeto, ni de sujeto, ni de forma. No nos olvidemos: este proyecto es parte de la guerra que este gobierno le declaró a otro sector de la población. Primero fue la 125 contra el campo. Después la ley de medios contra el grupo Clarín. Ahora es la ley de matrimonio contra la Iglesia. ¿Cuándo vamos a poder discutir leyes a favor de la población y no con el solo motivo de perjudicar a un sector? Néstor Kirchner dijo una vez: "Cuando se tiene que presionar es porque hay pocos elementos para convencer". ¿Será un mea culpa del matrimonio presidencial?

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