miércoles, 15 de diciembre de 2010

JOVEN ARGENTINO


JOVEN ARGENTINO; SI USTED TIENE ENTRE 18 Y 30 AÑOS, ESTÁ JODIDO.



¡Y digo 18 porque debo suponer que antes, y no estando aún emancipado, tuvo “morfi” y techo asegurados. De ahí en más, ¡joderse!. Es lo que le hemos dejado las horripilantes generaciones de viejos “chotos” como uno, que muy lejos estuvimos y estamos de merecer el haber nacido en ésta bendita tierra, hoy convertida en un verdadero infierno, como si se le hubiera practicado el exorcismo pero “al vesre”.

Y entonces, Ud. que es joven, anda de un lado para el otro, sin saber en qué lugar detenerse, para llevar una vida digna, concretar alguna ambición no desmedida o elucubrar la posibilidad de formar un hogar mejor que el que le vio nacer.

Por nuestra parte, nos hacemos olímpicamente los boludos, en la absurda intención de no asumir tamaña responsabilidad, la que hace posible que Ud. siquiera pueda soñar, lujo que sí nosotros, alguna vez nos dimos. Y entonces, si Ud. no ha abrazado algún deporte que le permita cuando menos llevar una vida sana, alejado del mundanal ruido o la mundanal “falopa”, procurará evadirse, tragará saliva para no reputearnos por tamaña afrenta, y si puede, se las tomará a algún lejano lugar, dentro de los límites de un territorio que da para todo y para todos, incluidos los que nos invaden, caminan, y chorean como “panchos por su casa”.

Digo dentro de los límites de este territorio, porque si Ud. es un joven argentino con la posibilidad de rajarse al exterior, pero bien al exterior, América Latina al margen, será porque seguramente encontró ese lugar donde detenerse y elaborar su futuro. ¡Acá, futuros no se consiguen ni en La Salada!.

De una cosa, sí podrá llamarse dichoso. Ud., casi sin darse cuenta, estará navegando a contramano de la ola de mierda que prontamente nos tapará a todos. ¡Ya la frase, no cabe solamente para los que viven en La Boca!, barrio del club de mis amores. El único riesgo que corre, es que nosotros, los chotos, entendamos que debemos seguir el mismo camino, y entonces, ¡páfate!, vuelta a cagarles la vida. Ocurre que casi todas las ausencias, se extrañan, y casi todas las presencias se sufren.

¡Ya sé Sr. choto que a Ud. no le comprenden las generales de la Ley!. ¡Déjela pasar si es así; no se dé por aludido, y listo!. No me lea, o siéntase con todo el derecho de hacerme saber que maldice mi existencia.

Ricardo Jorge Pareja



parejaricardo@hotmail.com

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