lunes, 13 de diciembre de 2010

SIN CONTROL


SIN CONTROL PARA LA VIOLENCIA

Por Enrico Udenio

Sin duda, el ser humano es una creación imperfecta de la naturaleza, la única especie que puede llegar a matar por placer o por venganza. Consciente de sus anárquicas interacciones y dificultad para controlar la violencia, él mismo creó las instituciones, que son los órganos constitucionales del poder soberano en la nación, y las agrupó en la entidad denominada Estado, al que le entregó el monopolio de la fuerza. Es este Estado, a través de sus fuerzas policíacas y militares, el que debe velar por la convivencia, la seguridad del país y los derechos de sus habitantes. Cuando no lo hace, lo suplanta la primitiva ley del más fuerte.

UN DISCURSO AUTISTA

“Cuando hablas, repites lo que ya sabes; cuando escuchas, con frecuencia aprendes algo.” Jared Sparks (1789-1866) Historiador norteamericano. Presidió la Universidad de Harvard de 1849 a1853.

A las 20 horas del día viernes 10 de diciembre de 2010 se produjo un hecho digno de ser plasmado en un documental histórico. Mientras la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunciaba por la cadena nacional de radio y televisión que “no se puede quitar la vida a alguien para defender algo material” la gente se mataba entre sí por la ocupación ilegal de un parque de la ciudad de Buenos Aires. Mientras la presidenta seguía diciendo que la Argentina “no va a integrar el club de países xenófobos”, vecinos de ese parque perseguían a tiros a los inmigrantes bolivianos y paraguayos que intentaban ocuparlo. Mientras Cristina justificaba con bonitas frases la ausencia de la Policía Federal en ese hecho de usurpación de tierras (“La violencia no sirve para crear más seguridad. El orden público debe ser custodiado, pero no puede ser a partir de cobrar vidas humanas”), ya eran tres las personas fallecidas en el lugar por causa de la ausencia de las fuerzas del orden público.

El Gobierno Nacional, viviendo una realidad propia alejada del consenso de la mayoría, a través de algunos de sus funcionarios intentó desligarse del conflicto diciendo que no era de su competencia e intentando culpar al titular del Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, por la inacción policial y las muertes acaecidas.
No sólo es falsa esta acusación, sino que también implica un grueso error político de parte del kirchnerismo que tendrá consecuencias negativas para las aspiraciones electorales del oficialismo.

Debemos dejar bien en claro que en el caso de la Capital Federal, y según el artículo 7 de la Ley 26.288 que modificó a la Ley 26.288, es el Gobierno Nacional el que “ejercerá en la Ciudad de Buenos Aires, mientras sea Capital de la República, sus funciones y facultades en materia de seguridad con la extensión necesaria para asegurar la efectiva vigencia de las normas federales.” Incluso, el mismo artículo –y en relación a la futura Policía Metropolitana- establece claramente que el Gobierno nacional seguirá ejerciendo esa función hasta tanto “aquel ejercicio pueda ser efectivamente asumido por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.”
A su vez, las reglamentaciones de la Policía Federal siguen estableciendo que “su misión básica es velar por la seguridad en el ámbito de la Capital Federal”.

LAS FUERZAS PÚBLICAS AUSENTES

“Cuando te das cuenta que cierto alimento te pone enfermo, ¿qué haces? ¿Sigues comiéndolo y afirmando que está bien estar enfermo?” Eckhart Tolle (1948-) Escritor alemán residente en Canadá.

Los trágicos acontecimientos acaecidos en la zona de Villa Soldati, donde un amplio grupo de inmigrantes de países vecinos ocuparon los terrenos del Parque Indoamericano para intentar instalar allí viviendas precarias, trajeron a colación varios temas acuciantes para el país, entre ellos, el de la seguridad y el orden social, los derechos humanos y la política inmigratoria.
El sangriento conflicto puso en evidencia que una nación sin una fuerza policíaca que accione para reprimir delitos –la ocupación ilegal de terrenos está penada por las leyes- deja indefensa a la población.

Un ejemplo perfecto de esta inacción gubernamental es la actitud y declaraciones del cada vez más desbordado jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Este funcionario dejó bien en claro que no iba a acatar la orden judicial de enviar agentes de la Policía Federal para pacificar esa zona. Lo hizo con estas palabras: "Ni locos estamos dispuestos a dejar al resto de la ciudad desprotegida, por una medida de cumplimiento imposible". También el mismo funcionario aseguró que todo personal que asuma cualquier tipo de actuación represiva será expulsado de la Policía Federal.
Recordemos que la historia de la humanidad nos muestra que si las fuerzas capacitadas funcional y legalmente para poner orden y hacer acatar las leyes no pueden asumir su responsabilidad, son los civiles los que, al quedar desamparados, deciden hacer cumplir la ley por sus propios medios. Por ello, las palabras del jefe de gabinete cobran un dramatismo enorme por ser absurdas e irresponsables en su concepto e inconsistentes en sus argumentos. Con sus actitudes a contramano de lo establecido claramente por las leyes, el Gobierno Nacional se ha convertido en el máximo responsable de la anomia que sufre el país.

LOS DERECHOS HUMANOS

“Hay sólo una cosa peor que la injusticia, que es la Justicia sin una espada en su mano. Cuando el Derecho no es poderoso, es maligno.” Oscar Wilde (1856-1900). Escritor y poeta inglés. Uno de los mejores dramaturgos de la literatura mundial.

Una de las cosas más curiosas que tiene la política argentina es la renuencia a calificar como delitos a las acciones de los grupos que cortan calles, rutas y avenidas y/o usurpan tierras y propiedades ajenas. Es sorprendente como las organizaciones de derechos humanos, partidos y movimientos de izquierdas, justifican esas acciones con el argumento de las diferentes necesidades sociales que tienen aquellos que utilizan esas agresivas formas de reclamo.

Los eslogan que esgrimen estos defensores de la no-represión o de la no-participación del accionar policial o judiciales en controlar esos delitos, es que “para dar seguridad no hace falta reprimir” (1) y que hay sectores de la población que quieren “criminalizar la protesta social'.
Y por una paradoja inexplicable, el mote de autoritarios no lo reciben los que con prepotencia infringen las leyes sino que lo sufren aquellos que se oponen a esa violenta metodología.

Cuando el pasado viernes 10 de diciembre la presidente emitía su discurso, a su lado se encontraban las representantes de las Madres (Hebe de Bonafini) y Abuelas (Teresa de Carloto) de Plaza de Mayo. Al mismo tiempo, las imágenes televisivas denunciaban los escandalosos sucesos que en ese momento acontecían en el predio del parque Indoamericano. El mensaje fue claro: el Gobierno Nacional se encontraba detenido en las circunstancias geopolíticas existentes en los años 70 sin poder ver los cambios en el mundo socio económico que se han impuesto durante estos primeros años del siglo XXI.

La política de Derechos Humanos en la Argentina no sólo está tuerta, sino que, además, ha inventado una realidad ajena a los actuales sentimientos de la gran mayoría de la población. Asociar la represión necesaria para poder evitar cortes de calles y avenidas y/o desocupar espacios públicos y privados tomados, con la sangrienta represión llevada a cabo por la última dictadura militar, es un alevoso abuso de la memoria y un intento ruin de manipular los sentimientos y pensamientos de una población.

“Cada vez que se viola un derecho humano se genera violencia” fueron las palabras de la presidente Cristina Fernández en un intento muy personal por definir en su discurso el concepto de la violencia.
Alguien debería aclararle que la frase adecuada debería haber sido “Cada vez que se viola una ley se genera violencia”, porque son justamente las leyes las que preservan los derechos humanos de una población.

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