lunes, 7 de noviembre de 2011

CAMBALACHE


Las verdades de Discépolo

Por Humberto Bonanata

(Director de Notiar)



…”Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el 510 y en el 2000 también”…
-“Cambalache”














Hace ya sesenta años, este poeta del tango contrariado por la vida escribió su obra maestra “Cambalache” con una prospección que seguramente ni él imaginaría. Desde el nacimiento del peronismo, este “universitario de la calle” palpó la realidad de un mundo, entonces en guerra y de su país –el nuestro- con un futuro que depararía más enfrentamientos, divisiones y persecuciones que conciliaciones.

A comienzos de la segunda década del siglo XXI parecen afirmarse las profecías de Discépolo ante el entrecruzamiento de ideologías y postulados económicos que hace tan solo veinte años nadie hubiera imaginado.

Nuestra vieja madre Europa se debate ante una crisis económica sólo superada por la de post-guerra. El sueño de la moneda única y de una comunidad de intereses con responsabilidad fiscal y monetaria se diluye. Países como Grecia se debaten entre ordenar sus números bajo el auxilio del Banco Central europeo de nada menos que 8.000 millones de euros y continuar desestabilizando a una comunidad que comienza a agrietarse, con países que superan una desocupación del 20% de la población económicamente activa como España y del resto de sus miembros que se manifiestan “indignados” frente a un modelo que no parece encontrar su rumbo.

A diferencia de nuestra Argentina de 2001 en que el F.M.I. le soltó la mano y la dejó hundir en su más profunda crisis de entonces 190 años de historia. Nos habían convencido que éramos parte de ese primer mundo –acostumbrados culturalmente a mirar el planisferio hacia arriba- generando la crisis que todos conocemos y el golpe cívico-empresarial, pesificador asimétrico que muchos, por miserias propias, tratan de soslayar.

En este estado de cosas se reunió el G-20 (más cercano al G.H. 20 por el Gran Hermano) y fuimos testigos de un cambio de actitud internacional hacia la Argentina con un buen discurso de la Presidente Cristina de Kirchner frente a un auditorio que, por propias miserias, debió asentir.

Cómo estará el mundo que profetizaba Discépolo que nadie cuestionó la distorsiva política de subsidios llevada a cabo por el kirchnerismo desde el 25 de mayo de 2003, la irracional política tarifaria que tergiversa todos los parámetros mínimos para medir el crecimiento económico, el eudeudamiento estatal en desmedro del Fondo de Redistribución de la Seguridad Social , del Banco de la Nación y de la propia A.N.S.E.S. que nos conducirán en 2012 al cono del embudo que rebalsará en un aumento tarifario general de los servicios públicos, en especial energía y transportes que todos deberemos pagar, aún quienes formamos parte del 46%.

Y al criticar las medidas policíacas de control cambiario, atadas como un torniquete para evitar la sangría de divisas, tampoco podemos mirar a la amada Europa como ejemplo, ya que allí estas mismas medidas las aplican aún modelos neoliberales como Francia e Italia.

Pero Barack Obama enalteció a quien llamó por su nombre, Cristina, y promovió mayores acercamientos entre su administración y el tercer kirchnerato.

Mientras Nicolás Sarkozy no encontraba mejor salida para justificar su fracaso y el de Europa toda que denunciar a nuestra hermana Uruguay como “paraíso fiscal”, hecho que provocó el repudio unánime de la delegación oriental…Sería como si José Mujica acusara a Suiza de ser causante del fracaso del euro al no haber integrado su moneda a la canasta europea.

Así las cosas, la Argentina vuelve a verse beneficiada por un “viento de cola” como sólo lo tuvo en los últimos ocho años.

Es de esperar, que el necesario aterrizaje forzoso del encorsetamiento económico se produzca con el menor costo social posible, no ya para quienes lo preveíamos desde hace años sino para los fieles integrantes del 54% que refrendó con su voto la consolidación del partido único merced no sólo a la prepotencia de quienes desean desvalorar la libertad, sino especialmente de los opositores que han derrochado la confianza que la gente les otorgó con su apoyo electoral el 28 de junio de 2009.

Hoy todos somos culpables del destino que nos merecemos, especialmente los egoístas que no supieron, ni quisieron conformar una coalición que lograra cambiar la historia de esta segunda década y potenciarnos frente a un mundo cada vez mas desconcertado.

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