El peor de los abusos de Kirchner
Por Ernesto Poblet
Ante la abrumadora propaganda del régimen de Kirchner no se encuentra un resquicio para comenzar a poner las cosas en su lugar. ¿Por donde empezamos…? Los legisladores con su quiosquito de poder, sueldos, viáticos y rebusques acompañan felices el proceso más desquiciante que registra la historia.
Los jueces ejerciendo su función con heroica probidad en muchos casos, pero abruman aquellos (y aquellas) cuya aquiescencia exhiben cuando deberían enfrentar y protegernos de los abusos de un despotismo chabacano, el mismo que se solaza en violar los más elementales derechos individuales, humanos y vitales.
Gran parte de los empresarios se constituyen en cortesanos de manos pedigüeñas esperando la prebenda o el subsidio estatal que todo lo decide y distribuye a su antojo.
Los gremios han hecho un culto de la prepotencia -con sus paros, escraches y violencia- mortificando a la ciudadanía que costea su relajada vida de representantes sectoriales y corporativos.
La inflación, el desabastecimiento, la carencia cada vez más dramática de energía y combustibles; las mentiras estadísticas que insisten en una disminución del desempleo donde todo es miseria en torno; la prosperidad disfrazada con descaro cuando el gran gasto y la super estafa emanan –todos lo sabemos- de los poderes públicos, la voracidad tributaria, la violencia y el crimen organizado por bandas cada vez más impunes.
Vivimos en un país de alto índice de corrupción agravada en forma alarmante en los últimos años. Estamos entre los peores del planeta y el mundo lo sabe. Nosotros no lo ignoramos pero parecemos resignarnos.
El fraude electoral lo vimos y lo sentimos de cerca y con asco, meticulosamente armado, pero en un par de horas parecimos resignarnos y lo dejamos legalizar. Mueren los niños con el paco y lo asumimos como si fuera una ficción asiática, bien lejana.
El Estado nuevamente saquea las cajas de jubilaciones estatales y privadas con pagarecitos hasta el año 2033 y al ejecutor responsable lo premian con sibilinos fraudes para que se alce con la municipalidad del Tigre que estaba en excelentes manos vecinales.
Alguna tenue, lábil esperanza podría aflorar al observar nuevos mandatarios distritales, jóvenes que empezarían su gestión en diciembre. Cuando en medio de esta desazón consulto a mis amigos acerca de esta esmirriada ilusión me contestan con un movimiento de hombros apuntando a un crudo descreimiento.
¿DÓNDE ESTÁ LO PEOR DE KIRCHNER…?
Sorprende el repentino coraje de José Manuel de la Sota : “Es que yo no quiero que sean coparticipables (las retenciones) porque eso sería apropiarse de un pedazo de un impuesto malo. Quiero que no existan. Que queden en el bolsillo de los productores y que ellos las inviertan…. No conozco ningún chacarero que tenga una cuenta en Suiza: reinvierten acá. Hay que discutir los impuestos de un país nuevo… Vamos a cumplir doscientos años; discutamos un país federal, en el que se sepa qué gastan el Estado nacional, las provincias y los municipios…” Continuó su lúcida reflexión recordando que antes el 70% de lo que se recaudaba iba a provincias y el 30% al gobierno nacional. ¡Ahora es al revés…! exclamó perplejo.
Puso el dedo en la llaga el saliente gobernador cordobés. Sacudió desde las solapas a un cuerpo enfermo para hacerlo reaccionar. Recordó que el gobierno nacional ya no tiene escuelas ni hospitales para mantener y lo fundamentó con sobrada razón. Desde que se provincializaron los antiguos territorios nacionales y se autonomizó la ciudad de Buenos Aires el gobierno federal no se quedó con un solo metro cuadrado de tierra, hasta los mares territoriales pertenecen a los estados provinciales ribereños. ¿Para qué quieren el exceso de fondos que recaudan…?. Sus titulares saben muy bien para qué quieren semejante caja.
Pero la entelequia angurrienta en que los dictadores militares y los gobiernos populistas-centrali stas transmutaron a la entidad “nación”, han convertido a ésta en la peor de las calamidades para la comunidad argentina. El gran resbalón en picada hacia abajo lo dio la Argentina en la década del treinta. Los largos meses de tentativas corporativistas de José Félix Uriburu dejaron el rastro de la bofetada. Un ministro centralizador, partícipe del gabinete del presidente Justo no pensó en las consecuencias de su magna viveza criolla.
Promulgar la ley del impuesto a los réditos para la nación significó un estruendoso despojo a las provincias. El inocente tumorcito se expandió en metástasis. Ni siquiera aquella siniestra humorada, la cínica confesión “por esta única vez…” pudo poner algún paño frío al demoledor saqueo. Las entonces enhiestas catorce provincias, aparecen hoy agobiadas como si fueran veinticuatro mucamas serviles del gran despotismo chabacano que mandonea desde la metrópoli. Es la realidad patológica de una comunidad enclenque compuesta por cuarenta millones de seres humanos desorientados.
El grito indignado de de la Sota bien podría escalar hasta la relevancia que adquirió el Pronunciamiento de Justo José de Urquiza en aquel histórico 1º de mayo de 1851. Sólo hace falta coraje en los gobernadores, legisladores y jueces para aplicar con ortodoxia los principios que subsisten desde la vieja Constitución de Alberdi. Los impuestos los deben recaudar “y disponer” los veinticuatro gobernadores, cada uno en su propio territorio. Todos los impuestos son propiedad y atribución de las provincias, salvo los de Aduana, únicos asignados para la nación por las normas de nuestra ley de leyes.
Veinticinco eran los barones que le arrancaron al absolutista Juan sin Tierra los sagrados derechos individuales en la Inglaterra del siglo XIII. Veinticuatro son los gobernadores argentinos sucesores de los gobernadores históricos que fundaron la nación en el Acuerdo de San Nicolás. Aquella inexplicablemente olvidada Moncloa del año 1852.
Que se pongan las cosas en su lugar. El peor defecto de Néstor Kirchner es el acaparamiento inhumano de todas las potestades y facultades de los tres poderes del Estado, como si fuera el más lustroso de los césares.
Ni nuestro pueblo ni la actual Constitución pueden admitir los modelos de Tiberio o del Fascio. Si entre gobernantes de provincias, jueces y legisladores, auténticos representantes del soberano argentino, no son capaces de impedir los abusos de este presidente saliente, pues que se preparen para arrancarle los poderes a la esposa, la sucesora ganancial del desmesurado Estado Nacional confundido con un fondo de comercio familiar.
Sería la gran oportunidad que ofrece toda crisis y aparecería así para la nueva mandataria, un impensado camino de gloria.
epoblet@fibertel. com.ar
El autor es periodista, historiador y profesor de derecho internacional público.
Gentileza en exclusiva para NOTIAR
domingo, 2 de diciembre de 2007
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