Fruslerías de Cristina
viernes, 07 de diciembre de 2007
Aunque nadie lo cuente, importante es la expectativa por los distintos modelos que Cristina de Kirchner exhibirá en las 48 horas que requerirán su investidura presidencial. Justo es admitir que, desde ahora, el tema del vestuario -que a ella le supone un importante consumo de tiempo, lo mismo que la peluquería y el maquillaje- será comidilla de los argentinos en los próximos 4 años. ambito-tna
Más si uno confronta con su marido, hombre de invariable traje azul cruzado, corbata celeste y mocasines «caqueros» de cuando estudiaba en la Facultad, como si una modificación de ese atuendo podría cambiarle la buena suerte. Una especie de Labruna, «25 años con la misma camiseta».
Ella, como se sabe, transita casi en exclusividad modelos de Susana Cruz -ex de Di Doménico-, aunque su «chevallier servant» Miguel Núñez ha revelado que le gusta combinar los modelos, recrea equipos, no necesariamente se adapta a lo que le envía la modista. Interesa su desfile de moda el domingo y el lunes próximos, objeto de todos los medios del exterior -y, quizás, de algún semanario local-, e inquieta a los del mejor gusto (no exactamente kirchneristas, claro) que se lance a combinaciones no del todo apropiadas. Como los zapatos blancos, del mismo color que un dominante cinturón, compañía de un alegre vestido floreado, para su aparición de noche cuando venció en las elecciones. Se supone que este tipo de comentarios también le molestarán del periodismo, quizás no figuren en el manual de lo que ella entiende para esta actividad, aunque en varios de sus últimos reportajes -sea por los entrevistadores o la liviandad del monólogo-se advirtió una indudable vocación por el farandulismo.
La moda, entonces, tendrá otro rol en la nueva gestión kirchnerista, no sólo por las mujeres militantes como Cristina. Para los hombres habrá alteraciones, imaginativas frente al triste y aburrido vestuario de los ministros actuales (sólo Jorge Telerman aportó alguna novedad en el rubro con sombreros y el fin de la corbata). Por la aparición de Daniel Scioli, vestido ahora por una firma italiana (Zegna) -finalmente, ya es gobernador bonaerense-, y por Mauricio Macri, que prefiere la inspiración europea de Tombolini, tanto que hasta le aconsejó al técnico de Boca Juniors, Miguel Angel Russo, que se haga con ese artesano el terno que lucirá en la final contra el Milan. Ya que, si van a perder los boquenses, su entrenador por lo menos aparezca bien vestido.
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