jueves, 25 de septiembre de 2008

KARTITA A KRETINA

Señora Presidente:
Mucho me agradaría remitirle estas líneas de un abogado hacia una colega. Desafortunadamente Usted no es graduada y eso me lo impide. También sería un beneplácito, dirigirme hacia su persona como un simple contribuyente a una Primera Mandataria, para expresarle cualquier cosa relacionada con su gestión de gobierno. Pero el impedimento, también me embarga, a poco de recordar que su advenimiento en el cargo, fue posible merced a la manipulación de la informática por parte de sus secuaces en el Ministerio del Interior, al momento del cómputo final de la votación en octubre pasado. Ahora que es de dominio público, el envío de dinero procedente de Venezuela, para materializar el fraude electoral, al que hice referencia en el párrafo precedente, encuentro un nuevo obstáculo para dirigirme a Usted con el decoro que su investidura implicaría, de haber obtenido el cargo en forma legítima. Otro escollo encuentro, releyendo los titulares de la prensa gráfica y televisiva que la vinculan estrechamente con otra usina de fondos, aportados para aquilatar su fraudatoria campaña electoral, provistos por narcotraficantes abatidos por sicarios de un cartel con sede en México y cuyas consecuencias están haciendo estragos en su imágen internacional, respecto de la altísima investidura que irroga el cargo que Usted ejerce sin un atisbo de pudor y que nos enloda como País, que trata de preciarse de serlo. En verdad, no estoy seguro en como expresarme atinadamente hacia una Señora que prohija un cóctel de impudicia, peculado y negociaciones incompatibles con la función pública de manera tan sistemática. En realidad ignoro como se le debe escribir a una ciudadana en ejercicio de la Primera Magistratura que conculca con esmero todos los acápites que deberían guiarla en su función liminar que es el propender al Bien Común hacia todos sus representados y de la ciudadanía en general. Por las razones apuntadas antes de ahora, lo haré como creo que su persona lo merece y amerita.
Señora, es Usted la última, de una serial de individuos que abrevan cotidianamente del dolo en una gestión gubernamental. Quizás se la recuerde a través de la historia pendiente por redactarse, como la quintaesencia de los excesos. De lo que no se reiterará en el futuro, ya que está delimitando sin saberlo probablemente, la bisagra de un presente que pronto será pretérito. Una forma de gobernar como la suya está concluyendo.. Es muy probable que la Argentina y su catársis, encuentren en Usted el modelo adecuado para producir la crísis, que nos conducirá inexorablemente a alcanzar el tan demorado estado de gracia que una Sociedad requiere para reencontrar sus principios.
Esos mismos que junto a su cónyuge está burlando con una habitualidad compatible con cada mañana de su vida. Hasta cierto punto, su administración nos está otorgándo las claves imperativas para decodificar esta anomia colectiva de la por que desgracia no soy ajeno. La ironía centrípeda del destino, está logrando algo que hasta ahora aparentaba como probable pero no posible. Está uniendo a los Argentinos. Esa argamasa, antes impensable, es el producido de su accionar.. De ese desapego que se disocia con el recato. Coadyuva mucho a esta empresa su elenco de colaboradores. Este conjunto patibulario liderado por Usted, su metor y cómplice, es para decirlo de algún modo, simétrico, equilibrado. Los contrapuestos milenarios que nos enseña el budismo zen, son atinados. De impecable aplicación en esta especie. Su gobierno es la negatividad voluntaria de la virtud republicana. El emblema de la tipicidad. La reafirmación temporal de una forma carroñera y repudiable de hacer política. Acaso, el capítulo final de la etapa inconclusa del menemismo.. Pero debo decirle que este protagonismo suyo, era previsible y hasta cierto punto necesario. Los Argentinos debíamos conocer el verdadero sabor del fango. Del arrabal. De lo impropio. Merced a sus oficios, todo un Pueblo, puede contemplar la ignominia presidencial en su expresión más químicamente pura. Sus excursiones de alcobas parlamentarias, por todos conocidas, eran requirentes. Su fruición y compulsión de vestuario también. Corporiza Usted Señora una suerte de perfecta simbiósis entre Eva Duarte y María Estela Martinez. De la primera ha extractado la adicción a los lujos y extravagancias morfológicas.. Y de la segunda, esa ignorancia supina que todo lo puede y permite. De ambas, el resentimiento y las carencias de un linaje apropiado. Usted es la síntesis. El epifenómeno. Créame que como decía Bonaparte será su persona, la Víctima Propiciatoria. Existen en el tiempo y en el espacio ciertas alineaciónes astrológicas. La suya comienza rápidamente a extinguirse. Cuando se consuma, concluirán con su protagonismo muchas otras. En ese decálogo incluiré la irreverencia. Nadie que la suceda, reincidirá en esas violaciones y advocaciones de lujuria. En la liturgia musical, estas últimas escenas de su pertenencia, puede encontrarlas en el Canto del Cisne. El ocaso. Para decirlo de otro modo, todo lo que experimentamos como Sociedad a través de Usted era impostergable. Inexorable. Confío que cuando el peso de la Ley caiga con todo el rigor sobre su caso, pueda meditar extensamente en los términos de estas improvisadas y desordenadas líneas. Porque de algún modo, podrán modificarse adjetivos, e intercambiarlos y ampliarlos por otros, pero el sustrato de su epitafio político será muy similar al que le he expresado. Atentamente Lucio Catano (h).-

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