viernes, 13 de febrero de 2009

ESCENARIOS 2009


(*) “Evidencias” Es una publicación mensual entregada en propias manos y vía e- mail diariamente cada vez que la realidad se imponga con urgencia. Pretende facilitar elementos de juicio para que cada lector saque sus consecuencias. Difundirá datos, y cifras e informes en forma exclusiva que serán distribuidas entre sus suscriptores.

EDITOR: Luis Pico Estrada

“Y mientras cree tocar enardecido
El oro aquél que matará la Muerte
Dios, que sabe de alquimia, lo convierte
En polvo, en nadie, en nada y en olvido.”

El economista Adolfo Ruiz, de mirada certera, ha despedido el año con una estrofa de Jorge Luis Borges.
Aquí va parte del diagnostico de Ruiz para lo que vendrá en estas tierras. Da que pensar.

ESCENARIOS 2009

b. El contexto local y su posible evolución

1) Producto bruto interno: Hasta hace un par de meses no habíamos tenido una crisis de demanda interna ni tampoco externa, pero sí se había producido cierta insuficiencia en la recaudación de recursos fiscales. Por eso, los manotazos del gobierno al campo y a los fondos de los jubilados en las Afjp. Recién en los últimos 60 días es que se ha frenado el consumo y las importaciones y, por eso, el matrimonio Kirchner se ha preocupado y ha lanzado los rimbombantes anuncios tendientes a favorecer la demanda. Pero el principal problema subsiste: la escasez de recursos fiscales, y acecha a corto plazo, por lo que hará eclosión en el próximo otoño. El fisco recaudará bastante menos que este año 2009, tanto en pesos como en dólares.

¿Por qué decimos esto? Porque se está construyendo un círculo perverso:
a) caída de la demanda externa –en cantidades y en precios- disminuyendo los ingresos por retenciones a la exportación y por los aranceles de importación, perjudicando la recaudación de impuestos aduaneros (retenciones, aranceles e IVA);
b) reducción de la demanda interna como consecuencia de dos causas: el temor a la crisis externa y la pérdida de confianza en el manejo económico de los Kirchner, lo que también disminuye los recursos fiscales provenientes del IVA al consumo interno;
c) fuerte competencia entre el gobierno y el sector privado para apropiarse de los fondos bancarios y de las reservas y nuevos aportes de las ex-Afjp, desfinanciando a la actividad privada o bien, encareciendo el crédito existente; d) pretensión del gobierno de “devolver” recursos al sector privado para alentar la alicaída demanda de ciertos sectores, pero, la recesión vigente en los restantes rubros lo deja sin fondos por menor recaudación y, sobre todo, porque –por un error de diagnóstico- no reducirá sus gastos, impidiéndole pagar en tiempo sus deudas, entregar los subsidios convenidos, sostener la inversión pública o mejorar los salarios públicos y las jubilaciones;
e) la recaudación también se verá afectada en el impuesto a las ganancias –a pesar de no permitir ajustes contables por inflación-, pues los tres sectores mayoritarios de la actividad económica (campo, industria y servicios) han disminuido sensiblemente su rentabilidad.

Entonces, si se confirma que tendremos una significativa escasez de recursos públicos –bastante más acentuada que la sufrida hasta hoy-, habrá entonces menos fondos, lo que –en definitiva- perjudicará el nivel del PBI del sector público. Por otro lado, si la actividad privada sufre una menor demanda en general y, además, genera menores niveles de inversión (sea por salida de capitales o por demoras en las decisiones de inversión tomadas anteriormente), tendremos también caída en el nivel del PBI del sector privado. Por lo tanto, estimamos altamente probable una reducción de alrededor de dos o tres puntos del PBI total del 2009, en su comparación con respecto al del 2008 (alrededor de 850 mil millones –en moneda constante-, frente a los 885 mil millones de este año).

2) Inflación: En materia de inflación –que en el 2008 parecería cerrar en 23%, frente a alrededor del 10% de la fraudulenta medición oficial-, pensamos que debido a la crisis recesiva ya iniciada, los bajos valores inflacionarios actuales se mantendrán –salvo en enero, con ajustes significativos ya dispuestos- durante los primeros meses del 2009, pero estimamos un marcado recrudecimiento inflacionario hacia el segundo semestre, ello como consecuencia de cuatro factores:

1) la emisión necesaria para solventar el gasto público previo a las elecciones;

2) la suba del dólar por mayor demanda o la devaluación oficial del peso (ver abajo);

3) los posibles conflictos sociales;

4) el temor social generalizado frente a la incertidumbre externa e interna.

3) Tipo de cambio: La devaluación –que no propugnamos- nos parece incontenible, pues le conviene a la industria, al campo y sobre todo al gobierno (que así reduce los sueldos, las jubilaciones, otros gastos corrientes y –un tema no menor- su deuda en pesos). Pero, para lograr que los “beneficios” de la devaluación se prolonguen en el tiempo y no se trasladen inmediatamente a los precios, requiere la implantación de un sistema policial estricto. No obstante, si no devalúa el gobierno lo terminará haciendo de facto –más desordenadamente por cierto- el mercado. Nuestra estimación es que habrá una sensible devaluación y, seguramente, un desdoblamiento del mercado oficial de cambios (es decir, que coexistirían un dólar de importación, un dólar de exportación y un dólar “paralelo”). En nuestros escenario del 2008, habíamos previsto esta devaluación y este desdoblamiento cambiario –lo que no se verificó-, y pensamos que en su no cumplimiento no sólo influyó la fuerza de Moyano y el sector gremial para evitarla, sino que pícaramente Kirchner esperaría a que lleguen los ingresos por el “blanqueo” de capitales en el exterior, para así obtener una mejor recaudación en pesos y que, de esa manera, los amigos “blanqueados” puedan comprar más baratos sus activos a adquirir.

4) Situación social: Las consecuencias nocivas de la inflación son varias y muy graves pero, entre todas ellas, surge como la más grave el incremento de los índices de pobreza e indigencia. Las maniobras de Néstor Kirchner en el Indec, han pretendido ocultar o quitar precisión a las mediciones de dichos indicadores, más no pueden evitar los efectos reales percibidos entre las clases más pauperizadas y las personas que se hallan indefensas frente a la política irresponsable del ex-gobernante y su sucesora. Más allá de que un acto eleccionario siempre implica una descompresión de las tensiones sociales, la coyuntura del 2009, conjugando una crisis internacional con el excesivo gasto estatal y con la inflación generalizada de costos que los desaciertos económicos han provocado, nos inclinan a estimar conflictos sociales intensos, cargados de una belicosidad y un enfrentamiento tales, que pueden obligar al gobierno a decretar el estado de sitio y a tener que apelar al uso extremo -en cantidad- de fuerzas de seguridad (recordemos que las fuerzas armadas no podrán –ni querrán- legalmente intervenir). De confirmarse esta estimación, se produciría, desde luego, un efecto disparador en contra del normal desenvolvimiento de la actividad económica, que incitaría a corridas cambiarias o bancarias, y generaría una sensación generalizada de inseguridad, con desabastecimientos parciales de algunos productos o rubros.

5) Elecciones octubre 2009: No obstante lo sostenido en el párrafo anterior y a las opiniones de respetables analistas políticos, nuestro método de análisis nos indica que lo más probable es que se llegue –accidentadamente, pero que se llegue al fin- a las elecciones programadas. Si bien la oposición está –hasta ahora- desunida, también lo está la coalición que acompañó a Kirchner por cuatro años, lo que demostraría que es la sociedad toda la que está fragmentada. Salvo que la presidenta decida desprenderse de su iracundo marido –cosa que estimamos de baja probabilidad-, en esas condiciones de fragmentación social, creemos que ningún líder –al menos hasta ahora- se encuentra en posición de forzar la renuncia del casal gobernante, para poner al vicepresidente Cobos y generar un posterior llamado electoral.

6) Relaciones internacionales: Durante las crisis económicas generalizadas, la experiencia demuestra que se produce un cerramiento no sólo de las relaciones económicas internacionales sino en las vinculaciones políticas entre estados. La Argentina no proviene precisamente de una posición gallarda en esta materia. Nos hemos distanciado de casi todos los países, aunque con distinto grado de virulencia en ese distanciamiento. Pero la tradicional óptica del ombligo que periódicamente nos embarga a la mayoría de nuestra población, nos puede llevar a exacerbar esta posición aislacionista. De agravarse las disputas sobre inversiones y sobre nuestro comercio exterior, no pueden descartarse intervenciones del gobierno en materia de comercio exterior –una suerte de IAPI actualizado- y de su financiación; así como en materia de seguros y reaseguros; o en la regulación del transporte internacional.

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