Un modelo autoritario que perfecciona su maquinaria
por Pablo Díaz de Brito
Había que ganarle como fuera a "los escuálidos", como llama Chávez a los opositores, cuando no los llama algo peor. Recurriendo al uso descarado y masivo de fondos del Estado, disciplinando el disenso interno, apretando a los empleados públicos. El modelo chavista es, cada vez más, un caso de militarización del sistema político, con la abierta pretensión de extender esa militarización a la sociedad misma. Para esto están las "patrullas", las patotas motorizadas, los marginales violentos a sueldo fijo. Se conocen bajo el eufemismo oficial de "organizaciones sociales".
El mecanismo autoritario dio otro paso en este referendo, con el perfeccionamiento de la movilización de ese aparato de control y represión. Chávez bajó el mensaje de que lo ocurrido en noviembre, en varios distritos pobres, y en el pasado referendo de diciembre de 2007, cuando perdió por poco, fue traición, y que no lo iba a tolerar otra vez. Si quieren ayuda clientelar, paguen con el voto fiel.
A la vez, para afuera, Chávez no dudó en romper los pocos puentes y límites que le quedaban. La expulsión a los empujones de un eurodiputado español es un ejemplo más, seguramente no el último.
Para completar el cuadro, está la amenaza explícita de guerra civil: "Si la oposición llega al poder, habrá una guerra", dijo durante la campaña, para agregar, por si no quedara claro: "mientras yo gobierne el pueblo venezolano tiene garantizada la paz". O sea, si no me votan armo una guerra civil. Todo esto dicho y hecho con la anuencia y felicitación eufórica de la izquierda nacional-populista de la región, desde el fantasmagórico Fidel al atlético Evo. Los simpatizantes locales de Chávez deberían tener la módica valentía de decirlo claro y neto: es éste el modelo que queremos para la Argentina. Pero no la tienen.
Fuente: La Capital (Rosario)
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