lunes, 21 de junio de 2010
ESCÁNDALOS
EL ESCÁNDALO DE LA COIMAS CON VENEZUELA Y LA GUERRA CON CLARÍN VUELVEN AL PRIMER PLANO
La receta de los Kirchner: cada vez más confrontación para cohesionar su frente interno
Decidido a no abrir el juego, el matrimonio presidencial apuesta a extremar la polarización de la sociedad, quitándole protagonismo al Sub 45, Scioli y los gobernadores moderados.
Por Carlos Tórtora
Los bloques opositores en el Congreso insinúan retomar el protagonismo perdido a través de la citación de los ex cancilleres Rafael Bielsa y Jorge Taiana para que declaren en la Comisión de Relaciones de Diputados, que preside el duhaldista Alfredo Atanasoff, sobre el escándalo de las coimas en los negocios con Venezuela. El otro citado, en este caso nuevamente, será el embajador Eduardo Sadous, iniciador de la denuncia, que pegó al faltazo al Congreso la semana pasada, por una orden de la Cancillería.
No hay duda de que, en términos de productividad política y legislativa, el fracaso opositor desde que empezó el período ordinario de sesiones -1 de marzo- es un hecho. Sólo se han convertido en ley apenas 15 proyectos, de los cuales el 95% ya tenía media sanción dictada el año pasado. En otras palabras, sólo algunos proyectos de leyes relacionados con reformas laborales y la ley de Contrato de Trabajo fueron aprobados en ambas cámaras en 2010. En este punto no menor, también se percibe cierto recelo entre ambas cámaras, que no logran trabajar coordinadamente y, por el contrario, cada una marca una agenda, a pesar de que ambas son dominadas -a priori- por los sectores opositores.
El nuevo escenario de las negociaciones en el Congreso es el vencimiento, el 24 de agosto, de todo el cuerpo de leyes que delegaron en el Poder Ejecutivo facultades que son propias del Congreso, de acuerdo con lo asignado en la Constitución. El listado es extenso: desde la recaudación de impuestos hasta la fijación de aranceles están en juego. Pero, en una política donde prima lo coyuntural, agosto está lejos y tanto la UCR, como el Peronismo Federal y la Coalición Cívica necesitan retomar la iniciativa. Y el talón de Aquiles del gobierno es, evidentemente, el escándalo de las coimas bolivarianas.
A pedir de boca
Paradójicamente, el retorno de la polarización y la vuelta a la corrupción como eje de la política son el escenario -tal vez el único- en el cual los Kirchner se mueven cómodos. La relativa paz que reinó después de los fastos del bicentenario fue el campo propicio para que aparecieran las disidencias en el seno del oficialismo. Juan Manuel Urtubey se animó a convocar en Salta a las segundas líneas del PJ, presentando el encuentro como un sub 45. El mensaje sonó como un desafío a la autoridad suprema de los Kirchner. La renuncia de Jorge Taiana al cargo de Canciller también implica una rebeldía. Daniel Scioli, por su parte, se mostró más suelto en las últimas semanas, poniendo en marcha un equipo de campaña integrado por un hombre de su confianza, el Jefe de Gabinete Alberto Pérez, un ex menemista, Javier Mouriño y un ex duhaldista, Eduardo Camaño. El Kirchnerismo está ausente. Éstas y otras operaciones emiten el mismo mensaje: dentro del oficialismo florecen los intentos de debatir y revisar el rumbo, algo que, con su monolítico estilo de conducción, Néstor Kirchner no puede soportar. La vuelta al cuadro de polarización y máxima tensión, esto es, guerra contra Clarín, megaescándalo de las coimas con Venezuela, etc., es, en cambio, la única receta política que el kirchnerismo sabe y practica. Además, usando a destajo la dialéctica amigo-enemigo, la Casa Rosada prohíbe cualquier disidencia bajo la acusación de alta traición. Para ellos las cosas son así más simples; se trata sólo de vencer o morir. Y de evitar a cualquier precio la consecuencia más temida: que aparezcan en el kirchnerismo nuevos Taianas y las profundas fisuras que hay surjan a la luz pública. La designación como canciller de Héctor Timerman, a todas luces un halcón, tiene todo el mérito de poner las cosas en su lugar. Si alguien imaginó que podía empezar una etapa de diálogo, ya puede olvidarse de esta hipótesis.
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