sábado, 5 de junio de 2010

MENTIROSOS


Al gobierno le va a crecer la nariz

por Elena Valero Narváez
evaleronarvaez@hotmail.com

El gobierno no se hace cargo de ningún error, por el contrario, ante las consecuencias de su política, niega los problemas, los oculta, o encuentra un chivo emisario para no verse perjudicado ante la opinión pública.

La inflación, la crisis energética son negados, hasta tal punto. que poco y nada se hace para solucionar problemas de semejante índole.

Los cortes al puerto internacional San Martín, en Gualeguaychú, fueron aceptados durante más de tres años y medio aunque violaba uno de los principios básicos de la Constitución. Ahora, para agradecerle favores al presidente uruguayo José Mujica, acusan a la Justicia de no haber tomado medidas para desbaratar la intransigencia de los asambleístas que permanecen enquistados en la ruta protestando contra la pastera Botnia.

No se contentan con poco, también arman causas con hechos falsos, intervienen teléfonos, y obligan a decir a los empresarios que nieguen la escasez de gas y la definan como una "sensación de desabastecimiento", cuando la crisis energética no solamente le impide producir a los empresarios sino que ya ha llegado al nivel domiciliario. También el aumento del precio de las garrafas muestra la inconsistencia del discurso populista cuando afirma que son los sectores de bajos recursos los que se benefician con la política que lleva a cabo la presidente.

Han dislocado de tal forma la economía interviniendo en los mercados que no se puede ni pensar en inversiones. El control de precios y del INDEC ocultan la información indispensable para guiar a los empresarios e inversores. Sin el procesamiento de información que da el mercado no se puede saber qué aceptan y qué rechazan los consumidores, ni cuanto y qué producir. Tampoco si se han excedido en la producción. Se actúa a ciegas.

Pero mas preocupante aún, es notar que los argentinos no tenemos valores culturales que legitimen la ganancia, el trabajo, la competencia y la innovación. De esta sociedad surgen gobernantes como los Kirchner que mediante la intervención anulan la relación necesaria entre la ganancia de los productores y las necesidades de los consumidores. De esta manera huyen los capitales y el ingenio duerme en un sueño profundo.

Los empresarios ya no buscan las oportunidades respetando reglas comunes sino que luchan por conseguir el favor de los Kirchner interrumpiendo el lógico proceso de cooperación social para conseguir los medios y alcanzar las metas. Es el estado el que otorga o quita. Es así como la inflación, la crisis energética, el engaño y la mentira se han vuelto comunes.

¿Quién pagará el costo de tantos errores? Cierran empresas, el desempleo aumenta, la producción y la productividad disminuyen. Los argentinos somos los que tendremos que pagar la fiesta con disciplina, trabajo y mucho sacrificio.

Para colmo de males, Argentina, contrariamente a los países europeos que cuentan con la solidaridad de los países que pertenecen a la Unión Europea, está completamente sola con sus desgracias. Y no aprende de los errores: la presidente asegura que hay que seguir gastando, mantener los controles de precios, cerrar las importaciones y obstaculizar las exportaciones para disminuir la competitividad.

El gobierno se inmiscuye en la educación, en la cultura, en el movimiento sindical, en la economía, en el sistema de partidos, en la opinión pública en el trabajo y en las creencias. Absorbe o asocia a los otros poderes si le son adictos. Tolera solamente a quienes saben callar o le brindan su apoyo convirtiéndose en cómplices de la política kirchnerista. La cosmovisión kirchnerista es autoritaria: no se definden valores democráticos. La censura quiere invadir los medios de comunicación y las instituciones.

En política exterior se busca aislarnos sin ver que ningún país puede dejar de depender productivamente de otros países, no podemos independizarnos de todo lazo y de toda sujeción exterior. Vivimos bajo la dependencia de leyes y obligaciones exteriores, como personas y como país. Los compromisos exteriores sujetan el ejercicio de nuestra libertad, como lo hace la división de poderes a los gobernantes en una democracia. No existe libertad sin dependencia, la cual le pone límites lógicos. Por eso se creo "Las Naciones Unidas" y otras instituciones de alcance mundial que suavizan los conflictos entre naciones.

Los Kirchner no entienden que es una utopía peligrosa creer que los países no dependen unos de otros: como los seres humanos, también ellos dependen de las interrelaciones con otras naciones para subsistir y mejorar.

La idea de que podemos actuar sin límites nos ha llevado a no respetar contratos, a pasar por encima de las leyes que impone la diplomacia, a enfrentarnos con las instituciones internacionales sin intentar un diálogo fructífero. La teoría de que todo el mundo está en nuestra contra les ha servido para endilgarles el propio fracaso a los llamados países ricos quienes -según su teoría- buscan explotarnos y sumirnos en la pobreza.

El cambio tiene que venir unido a acuerdos políticos entre los líderes opositores, por ejemplo: comprometerse a continuar, aunque cambien los gobernantes, con políticas que promuevan las inversiones y cumplirlo, como lo hace Chile.

Y falta, sobre todo, que líderes políticos, maestros, profesores y periodistas, salgan a la palestra a mostrar, comparando países y situaciones, las bondades de la economía de mercado cuando funciona en un ambiente pacífico, con reglas iguales para todos, y donde los gobiernos crean las condiciones favorables a la inversión. No son otras que las que propician la estabilidad institucional y las que permiten a la gente buscar su propia felicidad permitiendo que pongan los recursos, que siempre son escasos, donde cree que mejor le conviene.

Necesitamos que los políticos que se han sacado la venda de los ojos y pueden ver la realidad tal cual es, se la saquen a la gente, tal como lo hizo, una vez, el dirigente político Álvaro C. Alsogaray, cuando conversaba, no solamente a sus pares, sino también, por TV, a la gente común, mostrando, entre otras importantes cosas, que no se debía recurrir a la "maquinita" emitiendo sin reservas porque comprometía el nivel de vida, en general, creando inflación y haciéndonos más pobres.

Si no se ayuda, con docencia, a crear valores que defiendan la competencia, la ganancia y el trabajo seguiremos con políticas y políticos que continúen -aunque se cambien el traje de pingüino- con las ideas kirchneritas.

El gobierno se da cuenta de la importancia que tienen los medios de comunicación masiva, por ello, como todo gobierno autoritario, intenta silenciar las voces opositoras y crean nuevos medios para difundir su destructora doctrina Si se les deja hacer, como hasta ahora, sin crear conciencia en la sociedad, por temor a perder votos, en poco tiempo no podremos hacer otra cosa que decir ¡Dios nos libre y nos salve!

Elena Valero Narváez. (Autora de "El Crepúsculo Argentino"Lumiere. 2006)

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