lunes, 7 de junio de 2010

MIOPÍA


Río Negro - 07-Jun-10 - Opinión

http://www.rionegro.com.ar/diario/opinion/editorial.aspx?idcat=9542&tipo=8

Editorial
Miopía consentida

Ya se trata de una rutina. No bien asume un nuevo gobierno, anuncia que, para su asombro, heredó una economía al borde de la bancarrota, "un país en llamas", lo que lo obligará a tomar medidas muchísimo más severas que las previstas en su campaña electoral. Es lo que sucedió primero en Grecia, con consecuencias desagradables para la Unión Europea, al suceder a un gobierno conservador otro de signo socialista, y hace un par de días en Hungría, donde el vocero del flamante gobierno del conservador Viktor Orbán acaba de informarnos que la situación en que se encuentra la economía de su país es sumamente grave y que el gobierno anterior "había manipulado los datos, tal como lo había hecho Grecia". ¿Fue así? Es legítimo dudarlo. Aunque por motivos comprensibles todos los gobiernos del mundo procuran minimizar la importancia de los problemas fiscales que enfrentan "dibujando" los números, a menudo con la ayuda de los financistas de bancos de inversión como Goldman Sachs que les enseñan cómo aplicar parches cosméticos sin violar la letra de ninguna ley, los economistas -y los políticos que ellos asesoran- no suelen permitirse engañar con tanta facilidad. Por cierto, saben muy bien que, si se incluyen en las deudas acumuladas por todos los estados modernos las obligaciones supuestas por las jubilaciones y el sistema de salud, el monto total triplicaría o cuadruplicaría el registrado por los gobiernos y por entidades multilaterales como el Fondo Monetario Internacional. Según los cálculos más recientes, la deuda pública "real" de Estados Unidos no es inferior al 90% del producto bruto interno anual sino rayana en el 500%, mientras que en algunos países de la Unión Europea las cifras correspondientes son todavía más alarmantes. Así las cosas, no es ninguna casualidad que los críticos de la contabilidad griega se hayan concentrado menos en los datos engañosos que se difundieron que en los costos extraordinarios del generoso esquema jubilatorio que, según parece, el gobierno ya ha comenzado a desmantelar.

¿Por qué, pues, han provocado tanto revuelo "las confesiones" de los nuevos gobiernos de Grecia y, últimamente, Hungría, de que el estado económico de sus países respectivos es en verdad decididamente peor de lo que hacían pensar las estadísticas oficiales? Porque se han enterado de que en el duro clima financiero actual no podrán seguir bicicleteando sus deudas, contrayendo otras a fin de enfrentar los vencimientos, y que por lo tanto tendrán que reducir drásticamente sus gastos, lo que plantea graves riesgos políticos y sociales. En cuanto al temor al "contagio", se debe a la conciencia de que a muchos otros países les será igualmente difícil ahorrarse ajustes muy penosos que, si bien inevitables, no pueden sino tener un impacto muy negativo en la actividad económica. Por ahora, los más afectados por el cambio de clima repentino han sido los integrantes más débiles de la Eurozona, Grecia, España, Portugal, Italia e Irlanda, pero han sido tan enormes las obligaciones adquiridas por países presuntamente más fuertes, como Francia, Alemania, Reino Unido, Japón y Estados Unidos, que ellos también corren peligro de ser blanco de grandes ofensivas especulativas.

Hasta hace relativamente poco se dio por descontado que el crecimiento económico se encargaría de hacer tolerables las enormes deudas que acumulaban los países desarrollados, razón por la que sería insensato creerlas preocupantes, pero parecería que el optimismo así manifestado se ha agotado. Puesto que las economías modernas dependen tanto de la confianza, se trata de un cambio ominoso. Como nos ha enseñado nuestra propia experiencia en la materia, el panorama frente a un país determinado puede modificarse radicalmente en un lapso muy breve cuando, por los motivos que fueran, inversores y ahorristas llegan a la conclusión de que es insostenible una situación que en otras circunstancias pudiera haberse prolongado por mucho tiempo más. Así las cosas, es de temer que nos aguarden muchas sorpresas ingratas más, como las proporcionadas por Grecia y Hungría, razón por la que convendría que el gobierno actual y su sucesor manejaran nuestra economía con más rigor, evitando la trampa de creer en las ilusiones que, por motivos políticos, todos los gobiernos intentan difundir.

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