domingo, 22 de agosto de 2010
ARBITRARIEDAD Y DAÑOS COLATERALES
Por Malú Kikuchi (22/8/10)
Jueves 19/8/10, mediodía, acompañado por el secretario de comunicaciones, Lisandro Salas, el ministro Julio De Vido anuncia: “Ya no existe más Fibertel”. En Argentina es difícil sorprenderse, pero a veces lo consiguen.
Después, extrañas y poco comprensibles explicaciones, “que no quieren que se presten servicios en forma trucha” (en un país donde abundan las radios truchas, los servicios truchos, los remedios truchos, las candidaturas testimoniales/truchas, las inauguraciones truchas … ¡hay que tener cara!).
Otra, que Fibertel no puede operar porque la fusión con Cable Visión no es legal, y la fusión viene desde 2003, gobierno K. Hay que admitir que al ministro y al secretario les llevó 7 años darse cuenta de la ilegalidad del caso. Y Lisandro Salas, el 14/7/09 autorizó a Fibertel a ofrecer servicio telefónico vía Internet. ¿Entonces no sabía que era un servicio trucho?
Es el mismo Lisandro Salas que firmó la resolución de caducidad de Fibertel, Nº100, un año después. La esposa de De Vido, la Dra. Alessandra Minicelli es usuaria de Fibertel. El marido debía haberle advertido que estaba usando un medio trucho, por aquello de que “la mujer del César no sólo debe ser honesta, sino que debe parecerlo”. Muy desprolijo.
El gobierno K está en guerra con el grupo Clarín. Más personal aún, Kirchner está en guerra con Magnetto. Y en esta guerra que nace con la resolución 125 de las retenciones al campo, todo vale. Cabe recordar que antes de esa fecha, con la ayuda del multimedios Clarín, Kirchner logró construir poder. Después del amor, sobrevino este controvertido divorcio, que atropelló todo. Para empezar, atropelló la ley.
El objetivo K es desmantelar el multimedios y encarcelar a Héctor Magnetto, si es posible por delitos de lesa humanidad, sino por lo que se pueda probar o inventar. Para Magnetto el objetivo es que nadie del grupo K gane las elecciones el año que viene.
En esta guerra feroz y sin límites, todo vale, desde el ADN de los hijos Noble Herrera (intento frustrado), hasta la compra de las acciones de Papel Prensa a los Graiver, pasando por la caducidad de Fibertel, prestador de servicios por Internet. Se supone que es sólo el principio, que la saga continuará y habrá más noticias para este boletín.
Y en el medio de estos dos pesos pesados, la gente, nosotros, los ciudadanos, los que sobrevivimos en Argentina, un país que se ha vuelto muy difícil en todo sentido.
La arbitrariedad equivale a ilegalidad, injusticia, abuso, irracionalidad, atropello, iniquidad, improcedencia y parcialidad. Si el que ejerce la arbitrariedad es el estado, el peligro es mayor. Corren serio riesgo las libertades individuales.
Aunque el acto de arbitrariedad no tenga como finalidad descolocarnos, molestarnos, o coaccionar nuestra libre elección del servidor de Internet, con hechos como este, pasamos a ser simplemente, “daños colaterales”. No sé a Ustedes, pero a mi no me gusta y no quiero y ni admito, ni acepto, ser “un daño colateral” en medio de una guerra que me es ajena.
Hace demasiados años que uso Fibertel, es el único servidor que conozco. Me he quejado muchas veces, he amenazado con darme de baja y sustituirlo, nunca lo hice. Hace demasiados años que tengo la misma y única dirección electrónica, no quiero cambiarla, ya es casi como mi firma, forma parte de mi.
¿Por qué habría de hacerlo? ¿Cómo pretende el gobierno obligarme sin tener razones jurídicas valederas para hacerlo? ¿Por qué debo cambiar lo que no quiero cambiar simplemente porque K quiere jorobar a M? Sin contar las molestias e inconvenientes, además del trabajo adicional y la pérdida de tiempo que me acarrearía el cambio. Me niego a ser un “daño colateral”.
Clarín con todo su poderío, puede defenderse solo. Pero el respeto por la ley, el acatamiento a los contratos firmados, la aquiescencia al estado de derecho, la defensa a la libertad de expresión (Ley 26.031, “la difusión de las ideas por Internet es parte del derecho constitucional a la libertad de expresión”), merecen que reaccionemos. No en defensa de Clarín, sí en defensa de nuestros inalienables derechos.
Este gobierno, que tiene un muy pobre concepto sobre la inteligencia de la gente, cree que los medios de comunicación son influyentes y que a través de ellos se puede convencer a las personas de cualquier cosa. Como si la gente no pensara. Por eso compran medios a través de amigos testaferros y alquilan otros medios a través de la pauta publicitaria oficial.
Este gobierno que se dice peronista y puede que lo sea, debería recordar lo que decía Perón, “cuando tuvimos todos los medios en contra en 1945, ganamos; cuando tuvimos todos los medios a favor en 1955, perdimos”. Parafraseando a Clinton, “no son los medios los que inducen el voto, son los actos del gobierno, ¡estúpido!”
Este gobierno no me gusta y razones me sobran, pero reconozco que Kirchner es, salvando las distancias, el presidente más astuto que hemos tenido desde Roca. No entiendo cómo, si quiere recuperar el perdido voto de la clase media, la ataca con esta resolución que desactiva Fibertel.
Un millón de usuarios equivale por lo menos a 3 millones de personas usando el servicio. Personas que no tendrán ganas de votar ninguna fórmula propuesta por K el año que viene. ¡Si hasta en la IV Convención de Ginebra de 1949, que entró en vigencia el 21/10/1950, aceptada y firmada por Argentina, todo el convenio gira alrededor de la protección de civiles en tiempos de guerra!
En nuestro país existe hoy una guerra entre el gobierno y Clarín. Insisto, en esta guerra despiadada, como todas las guerras, inútil, como todas las guerras (gracias a Dios hasta ahora sin sangre), los civiles, en este caso los ciudadanos, debemos ser protegidos desde el gobierno en vez de ser atacados, aunque sea sin querer. No debemos ser “daños colaterales”. Pero lo somos.
Si la justicia permite el atropello que significa la caducidad de Fibertel, ¿cuantas personas se quedarán sin trabajo? Los usuarios de la mayor prestadora de servicios de Internet, ¿tendrán cabida en los otros servidores o la capacidad de los mismos no dará para tanto?
¿El cambio, además de molestias ciertas, implicará gastos extras para los usuarios? ¿No se creará otro monopolio, esta vez de las compañías telefónicas, tratando de desmantelar –en este caso puntual- un monopolio inexistente? ¿Al disminuir la competencia, las prestadoras subirán los precios? ¿Alguien desde el gobierno se ha hecho estas preguntas?
Si desde el gobierno no se han dado cuenta de la situación y la magnitud de los “daños colaterales”, el tema es mucho más grave. Si la ira, la bronca, la necesidad de venganza, la derrota y la humillación del inventado enemigo, están por encima de la razón, es cuestión de preguntarse si los que toman decisiones en el gobierno están en condiciones de gobernar.
La Constitución Nacional tiene respuesta a todos los problemas del país; el juicio político es una de ellas. De todos modos recuerde que en el 2011, el 14 de agosto, se votan primarias y en octubre, presidenciales. De nosotros depende dejar de ser “daños colaterales”.
Quiero seguir siendo usuaria de Fibertel.
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