jueves, 26 de agosto de 2010

OTRA VEZ EL CIRKO DE TILINGA




por Alfredo R. Weinstabl
alfredo@weinstabl.com.ar


Si no fuera tan trágico para la salud institucional del país los circos mediáticos de Cristina de Kirchner serían cada vez más graciosos y divertidos.

Este que contemplamos en el día de ayer, muestra un verdadero novelón montado detalladamente por la legión de adulones de la magistrada, encabezados por el impresentable Secretario de Comercio, Guillermo Moreno.

No escapa a nadie que tenga un mínimo de materia gris, que este circo se inscribe en alguna de las dos causas por las cuales los Kirchner deciden montar una función circense o un show mediático: o para ocultar o tapar algún escándalo del gobierno, generalmente referente a un acto de corrupción estatal o para tratar de lograr algún fin espurio disfrazando la realidad y que no se puede lograr dentro de los procedimientos normales.

Y obviamente está la tercera variante, que es la conjunción de las dos mencionadas.

En la ofensiva de los Kirchner contra la empresa “Papel Prensa S.A.” es probable que se de esta tercera variante ya que los escándalos de corrupción del matrimonio presidencial son cada vez más frecuentes y por otra parte es casi decisivo para el matrimonio real controlar a la prensa.

Está suficientemente claro que esta operación se inscribe en la decisión de los Kirchner en buscar el control de los medios. Simplemente recordemos la Ley de Medios Audiovisuales, el Futbol para Todos, las pautas publicitarias, la caducidad de la licencia de Fibertel y su sistemática y permanente ofensiva contra todos los medios que reflejan la realidad de lo que acontece en el país y el mundo.

La puesta en escena del día de ayer, para presentar el informe “Papel Prensa–La Verdad” contó como siempre con la claque tradicional de los Kirchner, algunos, muy pocos por convicción, la gran masa por conveniencia y se notó la ausencia de la mayoría de los empresarios e industriales que habían sido conminados de malas maneras y hasta amenazados por Moreno para lograr su asistencia.

La Unión Industrial Argentina (UIA) no quiso convalidar el show de Cristina y por decisión unánime aprobada en una votación de su Junta Directiva, no asistió al mismo.

No me detendré en el acto en sí que fue ampliamente descripto por los medios. Simplemente quiero analizar someramente el discurso de la presidente.

Se notó que Cristina estaba tensa y nerviosa. Volvió como en sus primeros tiempos, a manotear reiteradamente los micrófonos para enderezarlos o doblarlos varias veces y gesticular como una feriante.

Con su habitual soltura oratoria pronunció un larguísimo discurso, casi una hora y media, aportando circunstancias, hechos, actores, fechas y datos.

Pero también con su habitual desprolijidad verbal el discurso fue poco claro, enmarañado y confuso y verdaderamente y en todo sentido, contravertido y repudiable.

La forma y modo en que se pronunció se lo conoce como dialéctica envolvente. Técnica retórica que consiste en querer demostrar que se domina ampliamente el tema y se vuelca una cantidad de datos que no pueden ser seguidos o comprobados por el grueso de los oyentes, que incluye normalmente en forma consciente, falseamiento de la información, o información parcial, dudosa o errónea, para lograr el objetivo deseado por el orador en el auditorio.

Pero en este caso Cristina no hizo adecuadamente su conocido juego. Fue una ficción mal articulada. Para cualquiera que haya seguido atentamente el discurso de la presidente afloraba de su desprolija y engañosa verborrea su objetivo de tergiversar y relacionar los hechos de “Papel Prensa” con uno o más delitos de lesa humanidad cometidos durante el gobierno militar.

De lograr ello sería relativamente sencillo avanzar en su embestida contra dos de los medios más tradicionales y populares de la prensa escrita: el multimedio “Clarín” y el diario “La Nación”.

La presidente entró en una especie de revisionismo histórico, un verdadero regreso al pasado, con un matiz pseudo-ideológico de izquierda en la cual tergiversó los hechos y mintió escandalosamente buscando lograr una posición relativa favorable en relación a su objetivo de presionar a los medios, particularmente los dos periódicos mencionados.

Este proceder casi demencial por su incoherencia y falsedad argumental constituye un hecho de verdadera gravedad institucional al mentir abiertamente al pueblo argentino por la cadena nacional de radiodifusión, afectando con sus expresiones, entre otros, a los integrantes del Poder Legislativo.

Cristina terminó su discurso hablando de cualquier cosa que no tenía nada que ver con el tema principal. Se notaron sus esfuerzos en despegarse del micrófono y terminar con su incontrolable impulso visceral de hablar. Debo confesar que no se el nombre de esa afición tan negativa que tiene la presidente de hablar simplemente por hablar y que la perjudica cada vez más en su ya alicaída imagen.

Este show totalmente fallido, podemos calificarlo como otra terrible torpeza de la presidente, una más de las tantas, ha producido tal como lo hizo en el 2008 la crisis del campo, varios efectos favorables al sistema democrático y a la oposición:

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Volvió a unificar a la dispersa oposición política, quienes condenaron prácticamente en forma unánime, la burda maniobra del gobierno.
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Significó la ruptura de la perniciosa relación entre los empresarios y el gobierno.
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Volvió a poner en clara evidencia la tensa relación con los medios en general, y muy especialmente con aquella que ha mantenido una posición crítica hacia el Gobierno.
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Puso de manifiesto que ni los Kirchner ni el gobierno tienen en claro la misión de los medios en una sociedad democrática.
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Puso de manifiesto el accionar retorcido, tortuoso y de mala fe de los Kirchner para la concreción de sus propósitos.
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Cohesionó y aglutinó a la mayoría de los medios del país en defensa de los dos periódicos atacados.

Este atropello de intentar silenciar en forma tan absurda dos de los medios escritos más importantes del país, críticos de la gestión del matrimonio presidencial, arrojó como no podía ser de otra manera, un saldo desfavorable internacionalmente, al aumentar el descrédito de la Argentina por su ya poca seguridad jurídica. La totalidad de los comentarios de la prensa extranjera fueron duramente críticos y lapidarios con la acción gubernamental.

Escuché esta frase en los medios y me parece adecuada repetirla para cerrar ese breve artículo: “Que ironía Sra. Cristina: el informe “Papel Prensa-La Verdad” fue confeccionado por el mentiroso oficial de su gobierno”.

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