lunes, 30 de agosto de 2010

DE PAPÁ A PAPÁ



¿Qué te anda pasando?. Sos un hombre de bien, y eso tiene que ver con la educación que recibiste en el seno de tu hogar. La tarea del aprendizaje, corrió por cuenta de esa maestra o ese maestro del colegio primario; de esa profesora o profesor del colegio secundario. En más, tuviste la opción de estudiar o trabajar, o ambas cosas. En tu casa, no hacías lo que te venía en ganas; papá o mamá eran quienes te marcaban el rumbo. Te comiste más de una “paliza” por el traste, o la reprimenda seguida de la “penitencia que más te dolía”. En casa, encontraste el calor que ningún abrigo te podía dar, el amor que imponía una enorme cuota de sacrificio… a ellos les dolía mucho más que a vos el tener que castigarte. No hiciste lo que quisiste ; apenas lo que te dejaron hacer, un hacer que tenía como premisa el respeto hacia tus mayores, hacia ese educador y por sobre todo hacia ellos, tus padres. Fuiste creciendo quemando etapas; ¡pobre de aquel que no las haya transitado todas!. Ocurre que la vida se divide en etapas, las mismas que tanto añoras. No faltaba la pelea con un compañero de clase; tampoco la disputa con un amigo del barrio por la piba más linda. Más de una vez llegaste con el ojo “en compota” o la ropa sucia y deshilachada. Eran cosas de chicos, y contaste con el consejo de papá o mamá, para evitar repitieras la experiencia que seguramente repetiste…eran cosas de chicos, y vos un chico más. Te estoy hablando a vos que sos un papá joven, tanto que aún permanece muy vivo en tu memoria, el recuerdo de “los cortos”. No ha pasado demasiado tiempo. Pero..hoy vos sos ese papá, con todas las obligaciones y atribuciones que una verdadera paternidad supone. Sin embargo, tus hijos, todavía adolescentes, se te han escurrido de las manos. Has renunciado a ser la guía, el amor insustituible e irremplazable, el consejero. Cambiaste la reprimenda y el castigo justo, por la idea facilista de la concesión sin límites. Has perdido en definitiva, esa cuota importante de autoridad que seguramente tus hijos te están reclamando en silencio, o a través de la actitud desafiante. A vos, lo más atrevido que se te pudo haber ocurrido, fue “la rata del no saber o la aventura”. ¡Hablar de cortar una calle; tomar un colegio!. ¡Jamás te pudo pasar por la cabeza semejante despropósito…y, ¿sabés por qué?...simplemente por esa educación que recibiste de parte de ese papá o de esa mamá a quienes te encargaste de conferir la condición de abuelos. ¡Y no fuiste un infeliz!; si en cambio, el pibe que se hizo adulto nutrido de una serie de valores que te marcaron para siempre. ¿Cómo se explica entonces semejante grado de permisividad de tu parte hacia tus hijos?. ¿Qué tanto es lo que tenés que endilgarle a esos abuelos?. ¿No será acaso que la puteada que más de una vez les descerrajaste por lo bajo, se ha convertido en la gratitud de hoy?. En mi afán no está el establecer comparaciones…de hecho, nada te voy a contar de mi vida en tiempos “de hijo”; simplemente pedirte que recapacites, es probable que estés a tiempo de rescatar a los tuyo, y por sobre todo, convertirte en algo más que un simple padre biológico.

Ricardo Jorge Pareja

parejaricardo@hotmail.com

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