sábado, 28 de agosto de 2010
DETERIORO
Los Kirchner contraatacan, pero la situación se deteriora
Ahora los medios involucrados en la crisis deben soportar una situación similar a la de todos los perseguidos por este gobierno y que fueron olvidados en las noticias y comentarios respecto del pasado, del presente y del futuro que, inexorable, siempre llega.
Por Carlos Manuel Acuña
Con casi una hora de diferencia y en distintos lugares, Cristina y Néstor Carlos insistieron en conceptos similares a los vertidos y comentados ayer por el ministro de Economía Amado Boudou, en el sentido de que el periodismo argentino tiene una vocación "destituyente", conspirativa y expresiva de determinados y difusos intereses que nunca son identificados.
Más precisamente, el matrimonio presidencial habló de "grupos mediáticos concentrados" y sostuvo que tanto quienes actúan en la izquierda o en la derecha, concurren a los medios para consultarlos y, para ampliar sus conceptos, dieron a entender implícitamente a veces, expresamente otras, que allí preguntan qué es lo que deben hacer, cual es el comportamiento que deben seguir para desarrollar sus actividades específicas y por supuesto, las políticas. El disparate pone de manifiesto una insólita ausencia de madurez pero también cual es la estrategia kirchnerista para tratar de salir del apuro político que provocaron contra sí mismos gracias a sus ataques a las empresas y consecuentemente iniciaron el camino hacia la victimización, a mostrarse como perseguidos y agredidos por sectores de interés que nunca son explicados. Esta actitud promete hechos y actitudes impredecibles excepto en lo que se refiere a las renovadas complejidades que ocuparán el centro del escenario institucional argentino.
Los analistas sostienen y con razón, que los Kirchner sufren un agudo proceso de deterioro, que su imagen se enflaquece día a día, que eso lo saben y perciben con su olfato combativo, pero que en vez del estudio frío y sereno de lo que sucede para adoptar decisiones, se dejan llevar por los impulsos irreflexivos que han caracterizado su gestión y los ha llevado a vivir las tensiones de los actuales momentos.
Esto no quiere decir que las relaciones personales entre estos máximos protagonistas se mantengan en el nivel anímico de siempre. Por lo contrario y tal como lo dijimos, a partir del papelón cometido gracias a las arriesgadas afirmaciones sobre Papel Prensa, Cristina mantiene una actitud distante respecto de Néstor quien ahora se desvive apoyándola, tanto por la necesidad política de mostrar un frente unido y coherente, como para recomponer la fluidez del vínculo que le permitía disponer con facilidad el comportamiento que debía seguir su mujer. Antes, Néstor le daba órdenes a Cristina pero ahora ella está enojada y como lo señaló ayer un periodista, en un rapto de lucidez comenzó a comprender que el gobierno que preside ha ingresado en una zona gris, peligrosa, donde los amigos de siempre cada vez son menos y las alianzas más onerosas a medida que se debilitan. Quienes conocen los entretelones del poder, aseguran que Cristina se siente decepcionada y que cabe pensar -aunque sea arriesgado hacerlo- que el cansancio general que se abate sobre la República, también la comprendería.
Esto no es una simple frase. Si así fuera hay que evaluar todos los componentes de esta hipotética situación que podrían comenzar a dibujarse en la medida que las cosas se compliquen más y más. El tercero en la sucesión del poder, el médico Pampuro, fue uno de los que brilló por su ausencia durante la disertación en la Casa Rosada aduciendo razones de salud, lo que es todo un dato por lo que vamos a mencionar ahora. Aunque ya es tarde, si el enojo de Cristina se transformara en la decisión de pegar un portazo para desprenderse a tiempo de las graves responsabilidades derivadas de sus actos de gobierno, se inauguraría un proceso de imprevisibles derivaciones. Quienes conocen las intimidades del pensamiento no del todo coincidente en la vida del matrimonio, aseguran que todo es posible y que esa especie de sensatez le muestra a la presidente de la República los grandes riesgos que debe afrontar en la medida que evoluciona el actual proceso. Ahora y aunque no lo reconozca públicamente, Cristina sabe que sus palabras en el Salón del Bicentenario no se ajustaron a la verdad y que ese punto flaco puede agravarse con el correr de los días, tal como demuestran los hechos que han llevado a la actual crisis más allá de las fronteras, ya que no son pocos los diarios que con duros comentarios y palabras más que severas, se ocupan del caso argentino y lo definen como orientado con firmeza hacia una dictadura. Esto es grave, muy grave y ya tiene incidencia en el campo económico y diplomático. Tanto es así, que no deberíamos sorprendernos que el kirchnerismo intente "largar lastre" mediante el reemplazo de varios de sus colaboradores. En consecuencia, el primero en salir eyectado podría ser el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Héctor Timerman, por varios errores cometidos durante su gestión y pese a que fue un eficiente mensajero de las inquietudes de los Estados Unidos por la avidez incautadora sobre Papel Prensa. Timerman, que llegó a tener la nacionalidad norteamericana, tienen buenas relaciones con importantes sectores de interés de ese país, pero también allí se mide su gestión en términos que son una mezcla de liviandad y severidad.
El panorama es aún más complicado. No queremos -todavía- arriesgar la posibilidad de tener que considerarlo al vicepresidente Cobos como la gran llave que cerraría el período Kirchner en esta vergonzosa etapa de la historia Argentina, pero como todo es posible dejamos a nuestros lectores algo que no es difícil de concebir y les permite toda clase de especulaciones.
Mientras tanto, podemos confirmar que los máximos directivos de los diarios La Nación y Clarín permanecen en la capital uruguaya donde prudentemente se quedarán por el momento. Como una ratificación de que Néstor Carlos está dispuesto a avanzar en sus ataques pese a las advertencias de todo tipo que ha recibido durante los últimos días -advertencias que Cristina interpretaría de manera distinta a la de su marido- y en consecuencia, en la Casa Rosada o en la Quinta de Olivos, lo mismo da, se estudia la situación de una treintena de cables de televisión que en distintos puntos del interior posee el Grupo Clarín a través de las correspondiente empresas dependientes. La idea consiste en aplicar sanciones por presuntas irregularidades y si esto sucede se habrá dado una vuelta de tuerca a esta crisis que tiene por finalidad principal el control informativo del país.
Lo curioso es que hasta que no se desató esta crisis, los medios involucrados no habían puesto de relieve con la firmeza que merecían, las anomalías jurídicas y el espíritu ideológico y vengativo de las acciones judiciales contra numerosos y vitales sectores de la sociedad -militares, policías, productores agropecuarios, empresarios, periodistas, políticos disidentes- cuyas trayectorias dignas de encomio o se mantenían olvidas o eran tratadas de manera inversa a la verdad. Hoy, todos estos componentes confluyen en diversos actos que se van sumando uno a uno, poco a poco pero cada vez más rápido, que hacen que los empresarios periodísticos deban meditar la medida, la dimensión, digamos, en que sus silencios u opiniones contribuyeron a montar la situación que ahora les toca. Mejor dicho, que nos toca a todos los argentinos a igual que los problemas anteriores por el tremendo peso que poseen. Especialmente por la gravitación moral y específica que contienen respecto de pasado, del presente y de un futuro que se acerca inexorable.
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