martes, 30 de noviembre de 2010

CARTAGO


EL SINDROME DE CARTAGO

Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse

En cualquier país del mundo más o menos serio, un grave caso como el de Ricardo Jaime… arrasaría con el gobierno. Obligaría a renunciar a todos y…seguramente, además, empujaría a que cualquier parlamento decente, se rindiera postrado ante las evidencias de este gran desfalco organizado desde el poder.

Legisladores, tanto extraños como propios, formarían un juicio político y quitarían los fueros de cualquier mandatario en 48 horas.

Y aunque el principal ladrón se hallara muerto… su socia plena, a cargo de la primera magistratura, tendría que regurgitar su retórica plañidera ante un tribunal de jueces honestos… para que explique como rayos ha hecho para ignorar completamente y no ser cómplice natural de la saga criminal de este asalto a las arcas de la Nación.

La candidatura de ella, aunque sea una necesidad política ficcional … sigue adelante , básicamente porque les importa un reverendo bledo lo que acontece en materia de investigaciones sobre sus propias filas.

Ella está flotando aún en esa nube de impunidad que se acostumbró a respirar cerca del ladrón difunto. Dijo Alsacia que su escenario inmediato es una apuesta muy compleja y sospechosa.

Está signada por las extorsiones de su hija, por la conducta tóxica de su hijo y por la necesidad de fueros … todavía por más tiempo.

Cualquier cosa puede justificarse, al amparo de la necesidad de cumplir con el legado del fallecido carterista, más conocido hoy por los mail de don Manuel Vázquez… como “el número uno”.

Está signada por un odio metafísico que la sigue acompañando, y que transita la piadosa distracción de un pueblo de pavotes…que prefieren beatificar a un corrupto que indignarse cuando los saquean.

En un “amperímetro” de la corrupción el muerto marcaba 100.

Sin la ayuda y la anuencia de ella, al mando del país, eso no se podía.

Con su luto solemne de víctima de una injusticia de la vida fue “lanzada” a través de voceros cuidadosamente elegidos, pero nada fue todavía confirmado, oficialmente.

Si lo que pretende el resto de la cáfila es ponerla en la proa de la nave, para que el viento de los misericordiosos le permita navegar un alegre ensueño,… entonces, en no más de 4 meses tienen que tener preparado un candidato de repuesto.

Y allí corren el riesgo de tener que pagar caro varios costos políticos sin contar con la sorpresa y la evidencia de una farsa mal urdida.

Si lo que planean es darle motor pleno a esa candidatura aprovechando el baldío político de la oposición, tienen que cruzar los dedos para que los vendavales de varios otros gravísimos descubrimientos como el de Jaime, no se la lleven puesta antes de octubre 2011.

Tendrían que tener un “plan de lluvia” muy temerario.

Porque ya empiezan a florecer los depredadores que robaban para ellos

Todo lo que se ha venido improvisando, postergando y simulando en la Argentina, todo lo que se ha artificializado y todo lo que se barrió bajo la alfombra, prefigura un escenario que la obliga a subir interminablemente la apuesta de la mentira.

Los errores estratégicos son tan groseros que resulta inconcebible que ningún asesor se los advierta. La única explicación es que nadie se anima a señalarlo por el clima de terror que aún cunde en “palacio”.

Lo que alarma… en este cuadro de situación peligroso… es que ella, en lugar de haber apostado a la pacificación, a la unión… y a zanjar todas las crispaciones… ha propiciado todo lo contrario. Cuatro discursos y los cuatro fueron un catálogo de mayor odio y de mayor lustre en el desprecio.

Ella ha apostado al riesgo terminal del “Síndrome de Cartago”

En una sociedad, así dividida… se desconfía y se odia a muerte.

Aníbal, el cartaginés, que había aniquilado a todos los cónsules que le salieron al cruce, en Trebbia, en Trasimeno y en Cannas, cayó después, definitivamente, en Zama. Pero antes depredó y saqueó el Imperio de un modo verdaderamente cruel. Arrasaba las aldeas y quemaba todo a su paso. La opción era sumarse a su ejército o morir

Y Cartago fue convertido en cenizas solo por el odio a Aníbal.

Catón… lo había dicho mil veces: “Delenda est Cartagho”

“Cartago debe ser destruida”.

No se trataba de vencerla. Se trataba de destruirla, de arrasarla, de borrarla de la faz de la Tierra para siempre.

Sus piedras, sus ciudadanos, e incluso su recuerdo, debía desaparecer.

Y el punto de vista de Catón era suscripto por todos los romanos. Roma odiaba a Cartago. Pero Cartago también odiaba a Roma como jamás en toda la historia dos naciones se han odiado.

Los ciudadanos de las dos urbes, dueñas ambas de muy extensos territorios más allá de sus muros, creían firmemente …que incluso valía la pena que su ciudad se hundiera en el infierno si conseguía arrastrar a la otra con ellos.

No era sólo rivalidad o enemistad.

Era mucho más: Un odio irracional, cuyos ecos aún nos llegan nítidos después de más de 2000 años. Odio a una persona: Aníbal.

Y Catón lo consiguió.

No vivió para verlo, pero Cartago, capital de la nación púnica, fue arrasada con una minuciosidad tan terrible que los arqueólogos sólo han conseguido encontrar pequeños restos de lo que fuera la mayor y más rica ciudad del Mediterráneo.

Los magníficos edificios fueron primero incendiados, luego demolidos y para finalizar la tarea sus cimientos fueron arrancados de cuajo.

El páramo en el que los romanos convirtieron Cartago fue sembrado con sal para que nada volviera a crecer allí.

Y cualquier resto de la esplendorosa cultura cartaginesa fue perseguido y exterminado. Borrado del libro de la Historia, muchas veces… para siempre.

¿Por qué?

¿Por qué este odio… que aún hoy nos deja perplejos?

Toda la sociedad romana odiaba a una persona simbolizada por Cartago

La odiaban los senadores, los cónsules, los nobles, los comerciantes, los artesanos, los panaderos, los herreros y los campesinos.

Curiosamente… no fue por las muertes despiadadas que causó Aníbal.

Fue por su saqueo y su depredación de las riquezas del Imperio.

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