lunes, 22 de noviembre de 2010

PRESUPUESTO


PRESUPUESTO: OTRA MUESTRA DEL OBJETIVO POLÍTICO K

Quienes sueñan con un cambio de rumbo de Cristina Fernández de Kirchner en la política económica no comprenden que ésta debe subordinarse a su objetivo de poder absoluto: la caja financia el poder y la democracia republicana es un obstáculo al poder absoluto.

Por Roberto Cachanosky

Finalmente el presupuesto no fue aprobado y el oficialismo se niega a debatirlo durante sesiones extraordinarias. Da por terminado el tema. Esta actitud del kirchnerismo refleja claramente que la apuesta consistía en los siguiente: a) o me aprueban el presupuesto sin tocar una coma para que yo pueda hacer lo que quiera con la plata o nos quedamos sin presupuesto y b) si nos quedamos sin presupuesto mejor porque prorrogo el del año pasado, puedo hacer lo que quiero, lo complemento con decretos de necesidad de urgencia y, además, busco victimizarme frente a la sociedad mostrando a una oposición que obstaculiza la gestión de gobierno. En definitiva, el objetivo último era tener las manos libres para manejar a gusto y placer los recursos de los contribuyentes y, si podía victimizarme, mejor.

En rigor no debe sorprender la actitud del Gobierno porque más allá de la ideología que pueda tener, sus movimientos económicos están subordinados a la construcción de un poder hegemónico, objetivo que parece no haber cambiado con la muerte de Kirchner.

Lo que hemos visto en estos días es más de lo mismo de lo que ha ocurrido en los últimos 7 años, con la diferencia que hubo que hacer un cierto cambio de estrategia política porque hasta el año pasado el oficialismo tenía una mayoría en el Congreso que le permitía obtener las leyes que quisiera sin que la oposición tuviera las más mínimas chances de oponerse. Ahora que existe algo de oposición, el objetivo sigue siendo el mismo pero con algunos cambios de estrategia para neutralizar a la oposición.

Desde el punto de vista económico difícilmente veamos algún cambio en lo que resta del mandato de Cristina Fernández. En primer lugar porque la pregunta que seguramente se hacen es: ¿por qué cambiar si hasta ahora me fue bien y retengo el poder? Algo menguado, pero lo retengo. En segundo lugar, porque están plenamente convencidos que todo el sistema económico debe estar subordinado al proyecto político personal y, por lo tanto, eso no se negocia.

Para entender un poco mejor la forma de razonar del Gobierno podríamos citar algunos ejemplos. En 1985, con la inflación desbordada, Alfonsín tuvo que corregir algo el rumbo con el plan Austral. Es más, aunque ideológicamente no creía demasiado en las privatizaciones, todavía recuerdo que, hablando desde el balcón de la Casa Rosada, le decía a la multitud que había economía de guerra y que se iba a privatizar todo lo que se pudiera privatizar y que se iba a reducir el gasto público. Obviamente no se hizo nada de eso y así terminó el plan Austral. En varios australitos, luego en el plan primavera y finalmente desembocó en la hiperinflación. Al menos Alfonsín amagó, aunque sea en el discurso, con algún cambio, pero finalmente no se hacía nada porque argumentaban que no había opciones. Para ellos, lo que hacían era lo que políticamente se podía hacer.

Con la convertibilidad pasó algo parecido. Sin más margen para hacer política monetaria desde el Banco Central, hubo que recurrir a un instrumento muy potente como la convertibilidad para frenar las expectativas hiperinflacionarias de ese momento.

De la Rúa amagó cambiar el rumbo económico cuando lo llamó a Ricardo López Murphy, pero de nuevo, para la dirigencia política era políticamente imposible bajar el gasto público. Finalmente se bajó con la devaluación del 2002 en términos reales siendo el costo mucho mayor pero el argumento era más o menos el mismo, hacemos esto porque no hay margen político para hacer otra cosa.

Digamos que los gobiernos anteriores al kirchnerismo aplicaban políticas económicas inconsistentes bajo el argumento que no había posibilidad política para hacer algo diferente. El kirchnerismo no hace lo que está haciendo porque considera que no hay margen político para cambiar. Lo hace porque está convencido que es lo mejor a sus intereses políticos. El tema del presupuesto que citaba al comienzo de esta nota es un claro ejemplo al respecto. El uso de las reservas del Banco Central es otro caso y así podríamos seguir con las acciones de Moreno, etc. Desde el punto de vista económico no hace lo que hace porque no tiene alternativa, sino porque es lo que más conviene a sus objetivos políticos. Y obsérvese que no digo lo que más se acerca a su ideología.

Para entender la política económica del kirchnerismo hay que partir de la base que necesita mantener lo más alto que pueda el nivel de consumo a los efectos de ganar el mayor apoyo posible de la gente. Si para ello hay que confiscar los ahorros de la gente en las AFJP bajo el argumento de recuperar la plata de los jubilados, manotear las reservas del Central bajo la supuesta política de desendeudamiento, si hay que generar inflación vía el BCRA y echarle la culpa a los empresarios de los aumentos de precios, todo eso se hace porque es funcional al proyecto de poder político. Dicho más directamente, la políticamente económica nunca estuvo centrada en el bienestar de largo plazo de la población, sino que siempre fue manejada para retener más poder.

Para conseguir este objetivo el Gobierno contó y cuenta con varias ventajas. En primer lugar partió de un nivel de actividad económica en que se utilizaba un 50% de la capacidad instalada y se había secado el mercado de pesos con la devaluación y la confiscación de los ahorros. Eso le dio margen para reactivar la economía vía emisión monetaria sin que, al comienzo, se verificaran fuertes aumentos de precios.

En segundo lugar, se consumió el stock de capital heredado de la década del 90 en materia energética, inversiones en el sector ganadero e infraestructura. En definitiva, parte de su proyecto político fue financiado consumiendo stock de capital.

En tercer lugar, al kirchnerismo le tocaron condiciones internacional excepcionales en materia de precios externos y un Brasil con un dólar barato. Solo con el tema de los precios de los productos de exportación, entre 2003 cuando asumió Kichner y el 2008 se exportaron U$S 10.500 millones más del complejo oleaginoso por efecto precio. Con la fuga de capitales que hubo en el 2008, de no haber existido el mencionado efecto precio soja, el saldo de balance comercial hubiese bajado a unos U$S 6.500 millones y se habría disparado el tipo de cambio, porque el saldo de balance comercial no hubiese podido financiar la fuga de capitales. Y ni que hablar de lo que hubiese ocurrido con los números fiscales con menores retenciones por el menor precio.

En definitiva, los Kirchner pudieron construir el poder político que consiguieron gracias al consumo de stock de capital acumulado en los 90, a los bajos niveles de actividad que había en el 2003 y, fundamentalmente, a los precios internacionales del yuyito. Financiaron su proyecto político gracias a estos factores.

Y a todo esto hay que agregarle que, a pesar de las confiscaciones de activos, una presión impositiva monumental, precios internacionales impensados en 2001 y apropiación de reservas del BCRA igual tienen que aplicar el impuesto inflacionario, impuesto que no hace feliz a la gente pero que, por ahora, parece estar dispuesta a pagarlo con tal de mantener su actuales niveles de consumo.

De manera que, ¿por qué cambiar la política económica si todavía me sirve a mis objetivos políticos? Mientras el mundo nos siga salvando CFK seguirá en con el mismo rumbo y lo profundizará. Mientras no haya grandes reacciones populares, continuarán con el impuesto inflacionario. En definitiva, harán todo lo que tengan que hacer para retener el poder y no cambiarán de rumbo porque no está en su visión establecer un gobierno sujeto a la ley. No conciben una democracia republicana como forma de gobierno.

Por eso, es altamente probable que Cristina Fernández haga más kirchnerismo. Porque el objetivo del matrimonio siempre fue obtener un poder hegemónico. Para eso necesitaban contar con mucha caja. Y para contar con mucha caja, no solo los tenía que tener la ayuda del mundo, sino que la democracia republicana y el federalismo eran obstáculos que había que remover porque se oponían a su objetivo principal. El poder absoluto.

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