viernes, 3 de diciembre de 2010

AQUELARRE


"AQUELARRE POLÍTICO"

Por Jorge Omar Alonso

“Es la historia la que juzga” Hegel.

Estamos asistiendo a un aquelarre político en el que se entrecruzan el delito, la corrupción, el desborde, y la justicia popular como remedo de las épocas medievales. O si se quiere encontrar ejemplos más cercanos, podremos recurrir al apogeo del fascismo.

La decadencia argentina se encuentra en un punto de difícil retorno.

Se ha perdido la cordura política y ni el debate parlamentario, ofrece la necesaria dosis de racionalidad para la construcción democrática.

Ha dejado de concebirse a la política en términos de consenso y conciliación.

El agua de las cloacas nos está llegando al cuello, pero también ronda el cuello del régimen.

El kirchnerismo como en los mejores tiempos en vida del gran demagogo, sigue impidiendo todo consenso racional.

Ante conceptos como “dialogo” y “deliberación”, se sigue promoviendo la lucha agonista.

El régimen ha ido mucho más allá de una confrontación política, que de todos modos resulta lógica en el juego de poderes.

El difunto había instalado la barbarie política a través de persecución y escraches a periodistas críticos, funcionarios no sometidos al régimen, medios de comunicación no funcional y contra todo aquel no incondicional al régimen.

Aniquiló el pluralismo que presupone e implica la idea de tolerancia, y como herencia maldita nos dejó el fanatismo que se afirma cada vez más, tal como se pudo observar en las exclamaciones de sus militantes en ocasión de su velatorio.

A las estrategias del poder autocrático manifiesta Norberto Bobbio, pertenece el decir lo falso, la mentira.

Cuando se ve obligado a hablar, y en esto hay sobradas pruebas de la verborragia de la presidenta, que no pasa un día sin que nos apabulle ahora con su labia lagrimosa, el autócrata puede servirse de la palabra no para manifestar en público sus intenciones reales, sino para esconderlas prosigue Bobbio.

A decir del maestro italiano, se puede engañar al pueblo tanto más impunemente cuando menores sean los medios que aquel tenga a su alcance, para verificar la veracidad de lo dicho o lo hecho.

Los Kirchner (el difunto y su viuda) han sido mentirosos natos, “escondedores” y falsarios.

Han hecho de la mentira y la palabra halagüeña, una ciencia destinada a desviar la crítica a sus desaguisados.

Es por ello el ataque a todo periodismo crítico que desnude sus ilícitas andanzas, como sucediera con Leuco y Bravo por parte de un grupo de tareas militante kirchnerista.

El poder autocrático obstaculiza el conocimiento, desconociendo que el ciudadano debe saber, o por lo menor debe estar en condición de saber prosigue diciendo Bobbio.

Karl Popper en la “Sociedad abierta y sus enemigos” demuestra que el pensamiento totalitario, se caracteriza por su tendencia hacia lo que se denomina la “ingeniería social”.

Según esto significa que la realidad social puede y debe ser enteramente construida, según un plan conjunto planteado desde el principio.

Este plan es el “modelo” al que se ha referido en alguno de sus discursos la presidenta.

Ese modelo quedó plasmado desde aquel “volvimos”, que lanzara a la muchedumbre en la plaza al inicio de su mandato Néstor Kirchner.

Desde entonces este “modelo montonero” ha perdido a la República en una maraña de nefastos acontecimientos, que parecen apurar el fin de los tiempos democráticos.

El régimen está llevando a la Nación con ayuda de una mediocre oposición, a los meandros más oscuros y abisales inimaginables.

No hay salida alguna para la República porque nuestra crisis es de ideales.

Estamos viviendo un tiempo de agotamiento de la política, del saber, del entendimiento.

Los verdaderos problemas están a la deriva, mal entendidos y peor enfrentados.

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