miércoles, 8 de diciembre de 2010

PENOSO ESCENARIO


ENRIQUE AVOGADRO Y DRA. PÉREZ de PÍO 001.jpg



Penoso Escenario



“No teman nada

Gentes honestas y ejemplares

No hay peligro

Sus muertos están bien muertos

Sus muertos están bien guardados”

Jacques Prévert



El escenario sin Néstor, conducido por el incipiente postkirchnerismo de doña Cristina, no deja de resultar extraño, pese a que mucho de lo que en él vemos hoy lo preanunciamos muchos.



Con disculpas por la autoreferenciación –un pecado habitual en mí- la nota titulada “Muchos muertos en uno” (http://tinyurl.com/258rm29) decía que, entre todos los roles del finado, el más difícil de cubrir sería el de armonizador y articulador, con zanahorias y palos, de las distintas alas del Frente para la Victoria. La ausencia ahora se nota en el avance de los jueces sobre Moyano y en el movimiento de piezas de éste sobre el tablero, previo a la confrontación que se producirá, sin dudas, si la mujer del camionero ve demasiado cerca la posibilidad de intimar con la de Zanola tras las rejas.



La Presidente parece haber salido a conquistar a las clases medias, esas mismas a las que agravió desde el atril, sin pausas y sin límites, desde la época del conflicto con el campo. Para ello, además de dejar de lado –salvo cuando se le suelta el indio- la confrontación y la crispación. Fue una de las opciones de las que disponía y que describí en “Un incómodo camión” (http://tinyurl.com/2g4t9fx). Para lograrlo, deberá desprenderse de todas las comparsas que la rodean y que, cuando el duelo haya terminado, la volverán a empujar al fondo de la opinión general.



Hasta allí, entonces, nada sorprendente. Sin embargo, hay dos episodios que ponen a prueba todo el andamiaje montado para que doña Cristina, si decide no presentarse a la reelección, se convierta en un “pato rengo”.



El primero, más lejano, es el configurado por las filtraciones que el bueno de Assange difundiera con tanto éxito por el mundo. Porque ese huracán se ha llevado, entre otras consecuencias desagradables, a algunas de las primeras espadas del elenco sub-40 del postkirchnerismo; el ejemplo más claro es Sergio Massa, a quien nuestra vengativa primera magistrada no perdonará la crítica cruda y, menos aún, los calificativos usados por el Intendente de Tigre para describir a su cónyuge cuando éste aún vivía.



Tampoco saldrá indemne el energúmeno Jefe de Gabinete, nuevamente vinculado al tráfico de drogas y a la rampante corrupción gubernamental. Don Aníbal debería ir poniendo las barbas en remojo porque, más allá de las eventuales persecuciones que desaten los fiscales probos, el propio GAFI exigirá su desplazamiento como condición para que la Argentina no ingrese en la lista negra del organismo internacional. Como es obvio, el G-20, esa reunión de países tan atrayente para la Presidente, no tolerará que siga el zorro al frente del gallinero.



El segundo, muchísimo más grave por cierto, el tornado –ese fenómeno atmosférico que hace que el aire gire sobre sí mismo y arrase todo a su paso- que ha desatado ese inefable don Vázquez, con sus computadoras, sobre don Ricardo Jaime –como piso- y la propia Presidencia de la República, como techo. Así como no me imagino a don Hugo acatando pacíficamente medidas judiciales que puedan llevar a su mujer –y a él mismo- a la cárcel, tampoco me imagino al ex Secretario de Transportes ingresando a la prisión en silencio. Seguramente, ya está negociando –en realidad, amenazando- alguna forma de impunidad a cambio de callar lo mucho que sabe.



En ambos episodios –que describí la semana pasada en la “Suma de Fugas” (http://tinyurl.com/2a9q76f)- existe un denominador común, cual es el riguroso silencio que mantiene doña Cristina sobre estos temas. En realidad, y desde su punto de vista, es probable que esté haciendo bien, ya que sería muy difícil abrir un debate sobre la forma en que el kirchnerismo ha ejercido el poder desde que don Néstor fue elegido Intendente de Río Gallegos y, tampoco, sobre los métodos que han llevado a la pareja presidencial a incrementar tan escandalosamente su patrimonio “blanco”, aunque éstos hayan resultado clarísimos para un Juez federal con pasado prostibulario.



Pese a ello, y cuando la espuma de la solidaridad con la viudez que hoy embarga al pueblo argentino haya descendido, estoy convencido que la corrupción ya tan exhibida, la inseguridad ya tan sufrida y la inflación ya tan percibida serán los grandes talones de Aquiles de cualquier proyecto reeleccionario que pudieran albergar la señora y su Canciller.



Además, ¿de qué se disfrazará doña Cristina para explicar a los chicos de La Cámpora o a los lenguaraces de Carta Abierta la reconciliación y la invitación al FMI después de haberlos denostado hasta el exceso? ¿Cómo hará para que a Evo Morales se le pase el enojo que adquirió cuando se enteró, en Wikileaks, que su colega argentina lo “vendía” a los odiados yankees? ¿Continuará el romance con el papagayo caribeño después de saberse que la Presidente aceptó el pedido de los Estados Unidos para intentar morigerar los disparates venezolanos?. Todo me hace pensar que, por un rato al menos, se interrumpirá el tráfico de valijas, armas y “consejeros” militares entre Caracas y Buenos Aires.



Una prueba de ello lo dio la ausencia del inefable don Chávez de la Cumbre Iberoamericana, después de haber alquilado un lugar para reeditar la pantomima que organizara contra Bush años pasados.



Porque, para agravar el cuadro, doña Cristina ha apartado, ahora claramente, del eje bolivariano; fue su posición la que impidió, en Mar del Plata, que los presidentes suscribieran un grueso ataque a Obama y su gobierno.



Un capítulo aparte merece, en este penoso escenario, la terrible confirmación internacional de la situación de nuestra educación, ya descripta con crudeza por ese gran maestro que se llama Alieto Guadagni. Las estupideces sin nombre que el Ministro Sileoni enumeró para intentar tapar el sol con la mano no hacen más que recordar que la caída de veinte puntos en la calificación de la Argentina es responsabilidad directa, al menos en los últimos siete sobre los diez años que abarca el estudio, de la nefasta gestión de los Kirchner, tan “inclusiva” y tan “distributiva”.



Para concluir, sólo una leve mención a la danza de nombres que los opositores continúan arrojando al burdo panorama de nuestra política doméstica, todos los cuales siguen con la costumbre nacional de los grandes enunciados, sin explicar jamás cómo harán, si triunfan en la contienda electoral, para llevarlos a la práctica.



Nuestro país necesita que todos nos pongamos la realidad al hombro, que juntemos nuestras voluntades y nuestras acciones para determinar cómo detendremos la inflación, cómo frenaremos la inseguridad, cómo terminaremos con el hambre y con la pobreza, cómo recuperaremos la educación y la cultura del trabajo, cómo –en definitiva- corregiremos los desaguisados de tantos años.



La enorme cantidad de respuestas que recibo a la publicación de estas reflexiones me dice, con toda claridad, que hay una innumerable cantidad de compatriotas que están dispuestos a sumarse a esa gesta, que sólo falta que nuestros “dirigentes” asuman su responsabilidad y convoquen a la gesta.



Bs.As., 8 Dic 10








Enrique Guillermo Avogadro
Abogado

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