martes, 10 de mayo de 2011

DERRIBOS


La ley de derribos

El ministro de defensa considera que la ley de derribos “es una ley mediática” que ha sido propuesta “nada más que para ocupar espacios”. Es grave que el ministro de defensa sepa tan poco de defensa como su antecesora, pero peor aún es que juegue a la dialéctica, cosa que tampoco sabe hacer, y compare los proyectos con argumentos – según él – como los que dicen que “la delincuencia se va a combatir a partir de, por ejemplo, levantar las penas del delito de robo”.

Que los responsables de la seguridad nacional reconozcan – al menos no lo niegan – que ingresan al espacio aéreo nacional más de cien (100) vuelos ilegales por noche – o por día, ya da lo mismo – sin que se tomen medidas, es criminal.

La lógica nos da dos posibles opciones: la primera es que son unos imbéciles de antología; la segunda es que son socios del narcotráfico.

Aunque muchas veces los aviones que transportan contrabando en general, y especialmente drogas, están amortizados y su pérdida no significa un quebranto para los delincuentes, a pocos se le ocurriría ingresar a un espacio aéreo radarizado, custodiado, donde los interceptores pueden hacerlo descender, o neutralizarlo. Entiéndase el término usado tácticamente, por ejemplo: Osama Ben Laden fue neutralizado. También lo utilizó Estela Martínez de Perón siendo presidente y dio a las FFAA la orden de neutralizar la guerrilla. Quienes la cumplieron hoy están presos. A buen entendedor, pocas palabras.

Sin ir más lejos. ¿Cree el ministro Puricelli que cualquiera de estos aviones que nos visitan se animaría a ingresar al espacio aéreo chileno?

El nivel de tráfico de drogas actual tiene como vector principal los vuelos. El hecho de poder manejar cantidades mayores es lo que ha permitido el ingreso no ya del clorhidrato de alta pureza, sino de la pasta base, y así la creación de “cocinas” para producir el producto final aquí. De paso se ha desarrollado el “paco”, un veneno para pobres y no tanto, responsable de miles de muertes. Los vuelos son rápidos, seguros, y mucho más baratos que otras vías si se tiene en cuenta el costo de la pérdida de envíos, la detención de “camellos” y la posible pista que localice a una banda.

El “modus operandi” es viejo y en algunos casos ni siquiera se aterriza, la carga se tira en un vuelo rasante y es recogida por quienes la están esperando. La operación nocturna no requiere más de tres fuentes luminosas, una que marca el inicio de la “pista” y dos el final. Ese afilado triángulo que se forma es suficiente para que un piloto con cierta experiencia concrete la operación. El vértice da el inicio y las dos luces del fondo indican la dirección correcta que está entre ambas.

No se diferencia mucho de las arriesgadas operaciones aéreas de la aviación francesa en Dien Bien Phu bajo el fuego indochino, hoy vietnamita.

El ministro, como era de esperar se escudó con “los tratados internacionales que la Argentina tiene firmados, como la Convención Interamericana de Derechos Humanos, el Convenio de Aviación Civil Internacional”, y según él “No sirve de nada, porque es muy complejo; se trata de hacer un juicio sumario, porque no es lo mismo que interceptar un barco o un automóvil, a los que se los puede parar sin que corran riesgo los ocupantes, sobre todo para salvar la vida de personas inocentes”.

Si al ministro le interesaran las personas inocentes, seguramente se habría preocupado por las víctimas de la droga, sus familias destruidas, y el déficit social que han producido, y ver cómo las fuerzas a su cargo hacen respetar la soberanía de nuestro territorio.

Pero el ministro no hace sino expresar el pensamiento de quienes lo han puesto allí. Día a día la Argentina es la versión de una Colombia en las que gobernasen las FARC y el hecho no es gratuito, nos está costando miles de muertos.

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