martes, 3 de mayo de 2011

MEDIOCRIDAD


APLASTANTE MEDIOCRIDAD

En un singular e intenso año electoral en el país, debido a la cantidad de veces que deberemos sufragar (internas, intendentes, gobernadores, presidente), el escenario que se presenta a los votantes es de confusión e incertidumbre.

En el ámbito nacional, Cristina Fernández es la única que no se ha pronunciado sobre su “esperada” candidatura, mientras que decenas de figuras de varias fuerzas políticas desfilan por los medios de comunicación como la troupe de distintos circos, cada uno con su plantel completo de bailarines, trapecistas, equilibristas en la cuerda floja, payasos y domadores de fieras.

En lo que hace al radicalismo, Ricardo Alfonsín, sin ninguna ética, sorprendió a sus pares y se autoproclamó candidato a presidente, dejando en el camino a Gerardo Morales, Ernesto Sanz y al mismo vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, que se diferencian de él por su manifiesta capacidad de gestión y experiencia en cargos ejecutivos.

Este señor Alfonsín, portador de apellido y de rostro, que –evidentemente- contempla a diario al espejo y acomoda para parecerse a su padre, no ha dejado caer una sola idea de cuáles serán sus políticas de estado. Si para que lo voten pretende apelar a la imagen del ex presidente, probablemente se equivoque, ya que su mensaje, su apellido y su rostro huelen a rancio y traen recuerdos poco gratos.

Raúl Ricardo Alfonsín -proclamado a su muerte, el "padre de la democracia" con absoluta injusticia, ya que simplemente le tocó ser el primer presidente electo luego del último gobierno militar- nos desilusionó a los pocos meses de empezar su mandato. Fue el iniciador del “revisionismo histórico” y del mirar hacia atrás. Enjuició a centenares de militares, aunque después los indultara. Con él comenzó aquello de que cualquier moción de orden era autoritarismo y el tremendo desbarajuste en el sistema educativo (recordemos el “congreso pedagógico” de su autoría).

Con él llegó la "coordinadora" y sus negocios turbios (Coty Nosiglia, Jesús Rodríguez, Changui Cáceres, Leopoldo Moreau, y un largo etcétera). Con él llegó la represión a la prensa no adicta. En 1985 encarceló durante unos meses a los periodistas Rosendo Fraga, director de la revista La Avispa, y a Daniel Lupa, columnista del diario La Prensa. No había estado de sitio, ni orden judicial, pero él cumplió su capricho como emperador que ya se sentía.

Además hay que recordar su desastrosa política económica, que incluyó -entre otros disparates- los famosos “pollos de Mazzorín”, y una inflación que desembocó en una incontrolable hiperinflación, que quedará, no sólo como recuerdo imborrable para quienes la sufrimos, sino como el hito que lo obligó a abandonar la Casa Rosada seis meses antes de que terminara su mandato, debido al peligro de un estallido social de imprevisibles consecuencias.

Sería muy largo describir aquí su listado de errores, barbaridades y muestras de autoritarismo, aunque el resto de los actuales candidatos a la presidencia también tienen su propio “frondoso prontuario”.

Eduardo Duhalde, ex vicepresidente de Carlos Menem y presidente interino posterior a la caída de Fernando De la Rúa, se anota como candidato por el peronismo federal, es decir como fuerza opositora a la hegemonía K. De este abogado no olvidamos una de sus frases célebres: "el que depositó dólares, cobrará dólares", mentira histórica que terminó con la "pesificación asimétrica" y la gran estafa de la confiscación de los depósitos de los argentinos. Sin embargo, el peor de sus desaguisados fue, por su odio visceral a Menem, la imposición de un candidato de su paternidad: Néstor Carlos Kirchner, con las consecuencias por todos conocidas.

En lo que hace a las alternativas, Lilita Carrió -la eterna denunciante de corrupciones ajenas que jamás pudo probar, pero que le servían para estar permanentemente en los medios, y que nunca llegó al 5% de los votos- no quiere alianzas con nadie. Mientras tanto, Macri deshoja la margarita con su Pro: “que sí, que no, con éste no voy yo”.

Pino Solanas sube y baja de su Proyecto Sur, al igual que Stolbizer, Solá y el resto de los candidatos, que, a nivel local, provincial y nacional, se unen en una consigna común: "si va fulano, yo no voy", prueba de la mezquindad de nuestros políticos y de su cortedad de metas, ya que ignoran olímpicamente que a la ciudadanía no le importa en realidad quién se calce la banda presidencial, sino que se haga cargo de los graves problemas por los que atraviesa la República: inseguridad, inflación, desempleo, instituciones que no funcionan.

A menos de seis meses de las elecciones nacionales, ni siquiera sabemos con qué sistema vamos a votar (boletas múltiples, boleta única, voto electrónico), ya que todo es posible en medio del caos y el egoísmo que, desde la presidenta para abajo, impregnan la política argentina y sumen a la sociedad en un aplastante pesimismo y un desconcierto difícil de superar.

Raquel E. Consigli
Horacio Martínez Paz

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