domingo, 26 de junio de 2011

CRISTINISMO PURO




Las unciones de Boudou y Mariotto como ejemplo de la disciplina que impone CFK. Le pasarán factura.

Por Alfredo Leuco

25/06/11 - 11:14

Cristinismo puro

"Y el ganador es..." Cristina Fernández.

A derecha (con Amado Boudou) y a izquierda (con Gabriel Mariotto), las señales que envió Cristina Fernández tienen un denominador común: tomar distancia de las viejas estructuras del pejotismo. Dejar atrás a los caudillos territoriales y a los dirigentes gremiales. Hace mucho que Boudou es el ministro más amado y eso le da vía libre al despacho de la Presidenta, cosa que han perdido antiguos compañeros pingüinos como Julio de Vido, por ejemplo. Cristina, en un pase de magia voluntarista del relato, convirtió el disvalor del rubio economista en un mérito. Era un liberal de la ortodoxia más dura, pero supo cambiar cuando vio cambiar al mundo. Cristina no registra oportunismo en ese gesto sino capacidad de interpretar los nuevos vientos keynesianos, que le dan al Estado un rol de fuerte intervención. El ataque por los lugares que se frecuentó en el pasado está reservado para opositores y periodistas independientes. Para los enemigos, ni justicia. Pero para los amigos que se equivocaron en el pasado, comprensión y brazos abiertos. Cristina comunica: fueron tan lúcidos que comprendieron que la verdad estaba del lado de nuestro paradigma. Y Boudou es el destinatario. De paso, con Néstor y Cristina, que estuvieron lejos de los derechos humanos, también le sirve para hacer borrón y cuenta nueva con su espejo retrovisor, cerca de Domingo Cavallo ( al que ayer criticó sin nombrar) y siete veces compartiendo la boleta electoral con Carlos Menem. Otra vez el kirchnerismo funcionando como un río Jordán que limpia lo malo del que cruza de orilla. Otra vez el fingido progresismo, con el primer hombre de la línea sucesoria formado en sus hábitos culturales no en el sueño revolucionario de Silvio Rodríguez, sino en la frivolidad consumista de la Harley Davidson y en los ajustes desalmados y rígidos del neoliberalismo.

En los últimos días, los gobernadores y los intendentes, haciendo la fila para el análisis, temprano y en ayunas, sin la muestra de orina pero con la mano temblorosa sosteniendo la lista de candidatos, es una imagen de pesadilla y humillación que no olvidarán jamás. Carlos Zannini fue el encargado de abrir las puertas de ese laboratorio donde la doctora Cristina Fernández midió el grado de contaminación e impurezas de los que pretendían ser electos vicegobernadores, senadores, diputados y hasta concejales. Esa metodología del sometimiento le dio un poder inédito a la Presidenta (ni Néstor se atrevió a tanto), pero simultáneamente rompió definitivamente el affectio societatis, es decir, la voluntad de trabajar mancomunadamente. Parece una abstracción conceptual, pero estamos hablando de un daño político muy concreto para el kirchnerismo. Se va a expresar en la segunda vuelta si es que Cristina no gana de entrada. Muchos peronistas históricos no van a mover un dedo y otros van a jugar a la retranca y ni siquiera van a aportar los fiscales. Sentirán que se termina el 23 de octubre la conveniencia de llevar a Cristina como el as de espadas que arrastre a sus candidatos a la victoria. Muchos piensan abandonarla en esa potencial instancia en respuesta a su maltrato, porque en un ballottage, si existiera, no se dirime ninguna otra candidatura. Cristina se juega sola, el todo por el todo, cara a cara con su contrincante. Muchos intendentes dirán: “Si te he visto no me acuerdo” y se van a poner a construir la sucesión. Es que la lógica de utilizar su gigantesco dedo para bajarle el pulgar a un candidato es pan para hoy y hambre para mañana. Subordinación y valor para hoy y venganza y rebeldía para mañana. Ese sojuzgamiento tan presente en el ADN del kirchnerismo se ejerció contra opositores, pero nunca como en estas horas contra compañeros de ruta. Esa actitud que te enrostra “que los votos y la caja son de Cristina” es una manera novedosa de construir en el mundo del peronismo, que siempre fue el de la negociación. De hecho, Alberto Ballestrini como vice de Daniel Scioli fue producto de ese toma y daca entre las necesidades de uno y los niveles de representatividad territorial de otro. Esta vez, minga. Cero negociación. Ni un mimo antes del cachetazo. Dirigentes que demostraron iniciativa política y lealtad al proyecto de Cristina fueron marginados. Los ejemplos más claros son los de Juan Carlos Schmid ( entre otros cegetistas) , Vilma Ibarra, Cristina Alvarez Rodríguez, Alejandro Rossi, Silvia Vázquez, entre los más conocidos. Pero el campo del peronismo quedó sembrado de heridos. Todos fueron desplazados discrecionalmente y de un saque por decisión de la doctora. Se trata de cuadros que sienten como mínimo una actitud desagradecida. La Presidenta bajó a la sobrina nieta de Eva Perón con una llamada telefónica. Y eso que que es militante de los sectores más combativos. Pero era demasiado amiga de Scioli, al revés de Gabriel Mariotto. A Schmid lo quisieron empujar al sexto lugar en la lista, cuando Agustín Rossi le había prometido el segundo. “La única forma de sacar seis diputados en Santa Fe es que el candidato sea Juan Domingo Perón”, le dijo enojado a PERFIL el sindicalista que integra el estado mayor de Hugo Moyano. Schmid no es un gordo burócrata lleno de dinero ajeno. Es un dirigente que viene de la combativa CGT de los Argentinos, liderada por Raimundo Ongaro. Siempre dijo que ellos “eran oficialistas del modelo y no del Gobierno”. Ayer, después de comunicarse telefónicamente con Moyano, resolvió no concurrir al acto de la Quinta de Olivos. Siente que hay un embate contra la CGT, que los que pusieron el cuerpo en la calle fueron ninguneados pese a que se manejaron con prudencia y responsabilidad a la hora del pedido de los aumentos salariales. Moyano piensa lo mismo y por eso convocó de urgencia a la central obrera, pero lo dirá en forma más contundente a su “tiempo y armoniosamente”. Rossi ganó la elección sin el apoyo de Cristina y no pudo colocar ni a su hermano en la lista de diputados. Una cosa es la lealtad y otra la obediencia debida.

Hay muchos intendentes que van a imitar a Jesús Cariglino el día de la segunda vuelta o el día después de la asunción de Cristina. ¿O alguien cree que Hugo Moyano y Daniel Scioli, los dos pilares de movilización uno e intención de voto el otro, se van a bancar en silencio la rendición incondicional? Hay momentos en que el kirchnerismo logra por violación lo que pudo conseguir por seducción. Son facturas que se acumulan y en algún momento se pagan.

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