sábado, 25 de junio de 2011
EL RAMBO OREJA
También fueron por ti, PJ bonaerense
El peronismo bonaerense creyó que es tan gravitante en una elección nacional que nunca nadie lo devaluaría y menos en público. ¿Es la venganza por 2009? El golpe parece demoledor y el estado de shock le impide planificar una reacción... todavía.
"Cuando los nazis vinieron por los comunistas / me quedé callado; / yo no era comunista. / Cuando encerraron a los socialdemócratas / permanecí en silencio; / yo no era socialdemócrata. / Cuando llegaron por los sindicalistas / no dije nada; / yo no era sindicalista. / Cuando vinieron por los judíos / No pronuncié palabra; / yo no era judío. / Cuando vinieron por mí / no quedaba nadie para decir algo".
Bertold Brecht
por SILVIA MERCADO
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Dicen en el peronismo que durante la recorrida que hizo Gabriel Mariotto esta semana por distritos del interior de la Provincia, dijo frases como “el que no se pone el cuchillo en la boca a lo Rambo para defender al modelo y a la Presidenta, está afuera”.
Buscaba respaldos, que no obtuvo. “Primero ganá la pulseada y después hablamos”, fue la respuesta mayoritaria que escuchó de los valerosos corazones compañeros, siempre presurosos por correr en auxilio del ganador.
No es cuestión de asombrarse. Nadie, hasta ahora, había llegado tan lejos. Ni siquiera Néstor Kirchner. Pero así como Julio Grondona le adjudica a la Presidenta la valentía para avanzar sobre el Grupo Clarín, que no había tenido su esposo, también en este caso fue Cristina la que eligió la opción más extrema para domesticar al PJ bonaerense. Salvo Mariotto y su grupo de estrechos amigos, nadie creía que algo así podía ser posible.
Julián Domínguez, el ministro de Agricultura, estaba convencido de que él sería el elegido. Por eso se fue tranquilo a París a la reunión del G-20, convencido de que al volver, sería ungido. En efecto, la Presidenta lo llamó, pero para ofrecerle la 1er. candidatura a diputado nacional. Por supuesto que dijo que sí. Tal como dijeron que sí todos y cada uno de los que recibieron el honor de la comunicación con la Presidenta, empezando por el mismísimo Daniel Scioli, a quien siquiera se le escuchó decir “mu”. En cambio, Scioli se apuró a llamar al titular del AFSCA para ofrecerle la Vicegobernación. “Gracias Daniel, es un honor”, le contestó, caballero Mariotto.
El peronismo bonaerense no sale del shock. Imaginan venganzas de todo tipo y colores. Se pasan facturas entre ellos. Se quejan de Scioli. Aunque, la verdad, nadie se rasga las vestiduras por defenderlos. Finalmente, el sistema político que gobierna la provincia desde 1987, no sólo no terminó con la pobreza, sino que hizo del clientelismo un negocio fabuloso, que reproduce las condiciones de desigualdad y violencia en la que viven 10 millones de argentinos, que ya saben que jamás tendrán un empleo genuino, generador de crecimiento.
Lo interesante del PJ bonaerense, es que no tiene dueño político. Tuvo a Herminio Iglesias de jefe un tiempo, a Eduardo Duhalde bastantes años más. Néstor Kirchner fue bueno para borrarlo a Duhalde del mapa, pero perdió en el 2009 la posibilidad de dominarlo por completo. Hugo Moyano intentó más tarde hacerse del aparato. Quedó de presidente del partido, pero ahí se terminó todo.
El peronismo bonaerense es un magma político complejo, con entradas múltiples que lo asemejan a un laberinto, donde protagonistas y personajes de reparto se enfrentan a peligros inenarrables. Sus códigos son estrictos, y muchos los comparan con los de la mafia italiana, pero la verdad es que siguen una filosofía más simple: vivir lo mejor posible, y dejar vivir, al límite del más absoluto conformismo, sin ninguna vocación de transformación, y reproduciendo las condiciones hasta constituirse en el elemento más conservador de la política argentina.
Por cierto que no hicieron un Ph.D. (Philosophiae Doctor, el grado académico más elevado) en políticas sociales de la Harvard University para resolver los problemas de pobreza, ni cursaron un MBA para pensar cómo generar trabajo para las PyMES. Tampoco leyeron a “La Razón Populista” de Ernesto Laclau. Sobrevivir es la única ideología, haciendo respetar los espacios propios, cumpliendo pactos y acuerdos, evitando que los medios nacionales pongan luz sobre la economía paralela –desde la venta de ropa trucha hasta el narcotráfico, pasando por desarmaderos, armas, trata de personas- que domina en los distritos. En fin, lo más denso de la condición humana se concentra en los pasillos de esa política.
Igual que en la batalla que el kirchnerismo lanzó contra el Grupo Clarín, hay también aquí criterios de justicia. Cuando Cristina presentó la nueva Ley de Medios, era más fácil suponer que se buscaba la domesticación de la palabra y no la democratización de la expresión. Ahora que Cristina le impuso al peronismo bonaerense el vicegobernador que ella quería (y los diputados y los senadores y los concejales), sólo los optimistas creen que vendrá una política transformadora en la provincia de Buenos Aires, que termine con el clientelismo y empodere a las clases populares, para que puedan valerse por sí mismas.
Lo curioso es que para ambas batallas eligió a Gabriel Mariotto, ex Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora, un hombre con el que se podrá estar más o menos de acuerdo, pero nadie podrá decir que traicionó lo que siempre creyó, ya que militó desde joven por la democratización de los medios y, también, del PJ de su provincia.
Ahora que los barones del conurbano pondrán las barbas en remojo, probarán la medicina de Mariotto, pasión y lealtad a la Nº 1, una fórmula a la que no están acostumbrados en el peronismo bonaerense.
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