lunes, 8 de octubre de 2007

CUBA Y NOSOTROS

Esta información es de Cuba, pero sirve para nosotros HOY


CRISTINA, DICEN, QUE TIENE EL 39% ENTONCES, LA OPOSICIÓN EL 61%

El siguiente artículo publicado en Cubanet, nos tiene que alertar a los argentinos, ya que aquí estamos viviendo actualmente lo que aquí se describe perfectamente.

Divide y vencerás

Raúl Soroa

LA HABANA, Cuba - octubre (www.cubanet.org) - Los regímenes totalitarios sustentan su poder sobre cuatro pilares básicos: la desconfianza, el terror, la propaganda y la división de sus potenciales enemigos, que para un sistema de este tipo son todos y cada uno de los miembros de la sociedad, incluidos sus más fieles servidores.

El terror termina creando mecanismos de supervivencia, pero los súbditos totalitarios llevados al límite de resistencia, pueden disponerse a morir o vencer. La propaganda inescrupulosamente utilizada les facilita engañar a sus siervos, pero ya sabemos que no se puede engañar a un pueblo todo el tiempo.

Pero la desconfianza tiene efectos seguros y duraderos. Mediante ella el estado aísla a los individuos, los enajena de la colectividad, los pone a su merced. La desconfianza convierte al ciudadano en súbdito temeroso que termina transformándose en guardián de si mismo. Es uno de los males más dañinos que afectan a la sociedad cubana.

El recelo, la suspicacia, la simulación, la sospecha, se situaron por encima de la amistad, la convivencia, la solidaridad. ¿Qué queda de aquellos cubanos abiertos y extrovertidos? Todos sospechan unos de otros, y ven un informante en cada vecino y amigo. El policía virtual que nos han colocado en la cabeza funciona a la velocidad de un relámpago y ve en cada persona que se nos acerca una amenaza.

La desconfianza corroe y desintegra nuestros valores cívicos y nos entrega en brazos del estado. Además, debilita a la oposición que se aísla sigilosamente. Nadie confía en nadie, lo que hace muy difícil organizarse y concertar alianzas. La desconfianza nos deja solos y eso es lo que persigue el régimen.

Muy pocos escapan al mal y dan la espalda a los vigilantes virtuales o reales. Vivir con transparencia es el único antídoto efectivo contra la desconfianza. Quien trabaja a la luz del día, honestamente; quien no se niega a si mismo, quien dice lo que piensa sin miedo, no tiene que temer a los delatores porque es dueño de la consecuencia de sus actos.

Un hijo predilecto de la desconfianza es la desunión, otro de nuestros grandes males. Nuestra incapacidad para forjar alianzas y unirnos en un proyecto común salvando las diferencias, es lo que nos impide presentar un frente común para lograr la victoria. Es hora de unirnos y concertar estrategias comunes. Ya habrá tiempo para las diferencias cuando logremos vencer al régimen a convocar a elecciones libres.

La derecha traza sus pautas desde Miami y desconfía de sus partidarios en la isla. Los liberales en Cuba se enfrentan entre si y los conservadores no acaban de ponerse de acuerdo. Los socialistas se separan y malogran proyectos comunes ya establecidos y probados. ¿Están ciegos? ¿A quién favorece esta división?

¿Quién fomenta nuestra inmadurez? ¿Quién exacerba nuestro regionalismo? ¿Quién hecha leña al fuego de la autosuficiencia y el deseo de protagonismos baratos?

El lobo no ha muerto, ha perdido pelo, anda flaco y debilitado, pero tiene fuerte su dentadura y no ha pedido su ferocidad. Quienes creen que está vencido se equivocan. Solo si logramos aliarnos en un frente común derrotaremos a la fiera, le obligaremos a sentarse a dialogar, le arrebataremos su espacio vital y le llevaremos, como sucedió en Europa del Este a salir con la cola entre las patas.

Confiemos los unos en los otros. Es nuestra mejor arma frente al totalitarismo.



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