jueves, 11 de octubre de 2007

ESTRATEGIA DEL TERO

Miente miente que nada quedará

por Juan Carlos Córica (10/10/07); jccorica@fibertel.com.ar)

Las críticas insidiosas y los medios de comunicación. La miopía de los aprovechados del sistema. Golpes bajos y zonceras con mala leche.

Mientras que los miopes repiten desde hace tiempo el “miente miente que algo quedará”, el buen sentido que aplica una mirada sociológica debe aplicar el “miente miente que nada quedará”. Intoxicar a la sociedad con mentiras se paga y muy caro.

Una muestra de cómo se usa la miopía de la mentira para llevar agua (podrida) a su molino, sirve de ejemplo los argumentos del “consultor político” Jorge Giacobbe. Este encuestólogo, invitado típico de la troupe de cacareadores habilitados, en las entrevistas critica a la clase política con argumentos ultra falaces.

Por caso, ayer martes 9 de octubre, en el programa de Daniel Muchnik (Premio Konex de Platino 2007, por nada o por “portación” de apellido) llamado Control Argentino. Luego de otras cuestiones tratadas, Giacobbe, se mandó con un análisis por demás tendencioso, tan tendencioso que se parece más a una mentira que a otra cosa.

Dijo el “consultor” como forma de ridiculizar a las políticas que no se aplican pero siguen estando en el imaginario colectivo de los argentinos que: “Si (los seres humanos) hubiéramos hecho con la tecnología lo que se hace con la política, estaríamos en la Edad de Piedra… Seguir aplicando la política de nuestros padres es lo que nos hace estar como estamos”.

Además, aprovechándose de los televidentes, su lineal planteo lleva a confundir la lógica y ley de generación de dos sistemas de estructuración absolutamente diferente. Donde uno es subsidiario de las ciencias duras, sostén de la producción y evolución tecnológica y el otro responde a lo que se conoce como ciencias blandas, con todas sus complejidades y relatividades, como el que instruye a la política. Uno que tiene como motor la producción de elementos utilitarios que deben tener una capacidad y precisión para la producción del sistema industrial, mientras que la efectividad del otro depende de múltiples factores y cuyos resultados están altamente condicionados. La tecnología cuando resulta inconveniente el trámite es sencillo, se la perfecciona a través expediente de comparar su función con el resultado, por el contrario, en la política las relaciones de causa efecto son de una muy difícil comprobación. La tecnología funciona en espacios comúnmente favorables donde todos colaboran en hacerla funcionar, completarla y sacar de ella los mejores productos. La política se mueve en un espacio de lucha, donde grupos de poder pugnan por conseguir que no funcione. Sufre los tironeos y tensiones de elementos poderosos que tratan de ponerle el palo en la rueda, sobre todo en aquellos países débiles y con su frente interno fragmentado donde el sectarismo desestabiliza y busca el fracaso de las políticas que no los favorece.

En definitiva las diferencias son siderales. Mientras que en el campo de las tecnologías todos confluyen en lograr procesos de desarrollo efectivos, en el campo de la política, sobran las trabas, zancadillas y los golpes bajos, haciendo del resultado una travesía de final incierto. Hoy todo lo que sea tecnología recibe el apoyo del sistema mundial dominante: el mercantilismo. Por la misma razón, las políticas soportan de esos poderes supraestructurales las presiones aplicadas con las más sofisticadas armas de esta dictadura civilizada. Mayores presiones y trabas cuanto más nacional y popular sean las políticas.

Pero hay otro mensaje oculto en los dichos de Giacobbe, un planteo que lo muestra como representante del modelo: la antinomia viejo-nuevo. ¿Qué es una política vieja? ¿De qué período habla cuando señala su crítica a las políticas “de nuestros padres”? Sin duda, está refiriéndose al período justicialista del constitucionalismo social y de las tres banderas. La que peleó por establecer una Argentina libre, justa y soberana. ¿Cuáles son las “nuevas” políticas, las del capitalismo de mercado y del lesseferismo cultural?

Es mucho más honesto decirlo con todas las letras y no aprovecharse de su máscara de “consultor político” para contrabandear ideología. Tratar de mentirosos e ineptos a un sector de la población utilizando su privilegiada condición de “técnico” social, es propio de quienes son calificables de hipócritas o cínicos.-
FTE: EL BUCHÓN DIGITAL

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