Ternura
El discurso con el que Cristina Kirchner se despidió como senadora del Congreso el miércoles pasado, me resultó tierno. No me refiero a ternura como sinónimo de cariño, afecto, simpatía, agrado, estima, querencia o adhesión. Tampoco lo utilizo, si bien lo tierno se asocia más con el mundo femenino, como sinónimo de blandura. Lo opuesto a la ternura es la dureza, rasgo que bien caracteriza a la senadora saliente. Me generó compasión cuando dijo: “Prestigiado por el voto popular muchas veces denostado mediáticamente pero valorizado de manera distinta por la sociedad”.
Por Jorge Fontevecchia
NuevoEncuentro 01/11/07
El discurso con el que Cristina Kirchner se despidió como senadora del Congreso el miércoles pasado, me resultó tierno. No me refiero a ternura como sinónimo de cariño, afecto, simpatía, agrado, estima, querencia o adhesión. Tampoco lo utilizo, si bien lo tierno se asocia más con el mundo femenino, como sinónimo de blandura. Lo opuesto a la ternura es la dureza, rasgo que bien caracteriza a la senadora saliente. Me generó compasión cuando dijo: “Prestigiado por el voto popular muchas veces denostado mediáticamente pero valorizado de manera distinta por la sociedad”.
¿Este Gobierno quiere que la prensa lo valore? ¿Quiere que la prensa los quiera? ¡Qué equívoco!
Para transmitir aprobación están los ciudadanos que, como bien dice la Presidenta electa, “valorizaron” con “el voto popular” (¿queda voto no popular?). La prensa está para contribuir enriqueciendo a quien le toque gobernar, con un buen espejo de sus errores. Para que pueda corregirlos. ¿Cómo haría para mejorar y superarse si todos fueran aplausos? ¿Y para qué precisaría los aplausos de la prensa, con tantos que recibe diariamente de tantos otros sectores? Un gobernante que careciera de críticas caería en el hastío, y me atrevería a decir que sería mucho menos eficiente. Perón decía: “El hombre (también vale para la mujer) es bueno, pero controlado es mejor”.
La crítica, siempre que sea intelectualmente honesta, es un mapa, especialmente útil para quien conduce; es un termómetro que marca las zonas calientes; es una guía invalorable en la medida en que quien reciba los datos no los interprete como una cuestión personal.
Pero la Presidenta electa, cada vez que abre la boca, transmite que la prensa la afecta íntimamente. En ese mismo discurso de despedida del Congreso, y a pesar de su brevedad –la versión taquigráfica ocupa sólo tres hojas–, también aprovechó para quejarse de la prensa porque no critica a los empresarios con la misma dedicación que al Gobierno, supuestamente porque éstos compran avisos. Mañana, PERFIL publicará un extenso informe, presentado ayer en el II Congreso Nacional e Internacional de FOPEA, titulado “Vinculaciones de la publicidad con la línea editorial”, que incluye una decena de gráficos que seguramente resultarán ilustrativos para que Cristina Kirchner complete su visión sobre el tema. Y en esta edición, Alfredo Leuco escribe sobre si el periodismo critica o no a los empresarios, en la página 4.
Un ejemplo más de cómo la prensa desvela a la Presidenta electa fue su otra declaración pública de la semana que concluye: el reportaje que concedió al diario Página/12 el domingo pasado. El título de tapa ya daba una señal inequívoca de la preocupación de la entrevistada: “La Argentina real no es la de los medios”. En la introducción del reportaje, sus autores destacan que la Presidenta electa “recae con notable recurrencia en la polémica sobre la lógica de los medios o la de los periodistas, que la induce a numerosas digresiones”. Allí también se cuenta que el reportaje tuvo como testigos al “vocero Miguel Núñez, y a Cleopatra (sic), una amistosa caniche” de Cristina Kirchner.
Ni bien comenzado el ping- pong de preguntas y respuestas, y anticipando sus dichos en el Congreso, como si fuera una monomanía, dijo: “A veces no sé qué es lo que hay que hacer para ser valorizados desde los medios de comunicación, porque desde la sociedad ya fuimos”. Y más adelante, fue agregando: “Los medios ocupan hoy un lugar que antes ocupaban otros sectores que tratan de condicionar a los gobiernos populares democráticos”. “¿A alguien se le ocurre hablar de una reforma (constitucional) y yo tengo que salir a contestar? También dijeron que íbamos a sacar la sala de periodistas de la Casa Rosada. ¿Por qué tengo que desmentir lo que inventan?”. “Hubo un relato mediático, no solamente en el INDEC. Fue (el de) Santa Cruz, la crisis energética, el Consejo de la Magistratura”. “En la Argentina, los medios de comunicación no cuestionan cuando los resultados son errados: si las estadísticas oficiales no arrojan resultados buenos, son creíbles”. Y sobre Moreno: “Ustedes (los periodistas) siempre necesitan villanos, ¿no es cierto? La bestia negra del Gobierno”.
Obsesión. No es saludable que la Presidenta aspire a que la prensa la valore –que reconozca sus méritos– y se martirice por no lograrlo. Además, si lo lograra completamente, ¿habría democracia?
sábado, 1 de diciembre de 2007
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