martes, 2 de septiembre de 2008

ALBERDI Y AEROLINEAS

Alberdi y Aerolineas Argentinas
Habiendose cumplido hace pocos dias un nuevo aniversario del nacimiento de Juan Bautista Alberdi, el autor imagina que diria el procer de la estatizacion de Aerolineas. Y no cree que diria nada bueno.

Por Daniel Garro - Economista

“La omnipotencia de la patria, convertida fatalmente en omnipotencia del gobierno en que ella se personaliza, es no solamente la negación de la libertad sino también la negación del progreso social, porque ella suprime la iniciativa privada en la obra de ese progreso. El Estado absorbe toda la actividad de los individuos, cuando tiene absorbidos todos sus medios y trabajos de mejoramiento. Para llevar a cabo la absorción el Estado engancha en la filas de sus empleados a los individuos que serían más capaces entregados a sí mismos. En todo interviene el Estado y todo se hace por su iniciativa en la gestión de sus intereses públicos. El Estado se hace fabricante, constructor, empresario, banquero, comerciante, editor y se distrae así de su mandato esencial y único, que es proteger a los individuos de que se compone contra toda agresión interna o externa. En todas las funciones que no son de la esencia del gobierno obra como ignorante y como un concurrente dañino de los particulares, empeorando el servicio del país, lejos de servirlo mejor”.

Estas palabras resuenan con una vigencia espectacular, a la luz de lo que viene sucediendo en nuestro país desde hace unos 78 años, y sobre todo, si tenemos en cuenta los recientes sucesos en relación a la absurda reestatización de la empresa Aerolíneas Argentinas y Austral.

Es parte del discurso que el doctor Alberdi daba a los jóvenes abogados que egresaban de la Universidad de Buenos Aires en mayo de 1880.

Estos egresados no imaginaban que estaban escuchando el último discurso de este prócer (verdadero) insigne, y que dicho sea de paso, no pudo terminar de leer debido a la fragilidad de su voz y de su salud; en ese momento contaba con 70 años, ya que había nacido el 29 de agosto de 1810 en la provincia de Tucumán, es decir, nació cuando nacía la patria.

En 1837 fue uno de los oradores en el acto inaugural del Salón Literario creado por Marcos Sastre y 1838 editó “La Moda”, una gacetilla semanal de música, poesía, literatura y costumbres, donde escribió con el seudónimo de “Figarillo”.

En esos años terminaba sus estudios de jurisprudencia, en pleno gobierno de Rosas, y para recibir el título de doctor se le exigía jurar fidelidad al régimen del tirano, bajo un texto que iba en contra de su espíritu republicano, por lo que decidió no doctorarse.

En ese momento, y debido a que Rosas había clausurado el Salón Literario, inauguró junto a Esteban Echeverría la asociación Joven Argentina adhiriendo al credo de esa asociación escrito por Echeverría, llamado “Dogma Socialista”, que entre sus párrafos más importantes decía:

“Ninguna mayoría, ningún partido o asamblea tiene derecho para establecer una ley que ataque las leyes naturales. La voluntad de un pueblo (sola o por medio de sus representantes) jamás podrá sancionar como justo lo que es esencialmente injusto”; cualquier semejanza con la ley de reestatización de Aerolíneas Argentinas y Austral es pura coincidencia.

“Las atribuciones del Estado se reducen por la Constitución a legislar, juzgar y gobernar; jamás a ejercer industrias de dominio privado. No hallaréis en toda la Constitución argentina una disposición que atribuya a rama alguna del gobierno la facultad de ejercer el comercio, la agricultura o las manufacturas (y los servicios agregaríamos hoy) por cuenta del Estado”, nos decía el gran tucumano; y agregaba:

“Todo dinero público gastado en otros objetos que no sean los que la Constitución señala como objetos de la asociación política argentina, es dinero malgastado y malversado”.

Esto sirve de prueba suficiente para que el Poder Judicial, a través de la Corte, pueda declarar la inconstitucionalidad de la reestatización de Aerolíneas Argentinas y Austral.

No tienen que hacer ninguna interpretación, ya que Alberdi, que fue el autor de la Constitución lo dice claramente y sin eufemismos.

El mejor homenaje que le podemos hacer a Alberdi en una época de falsos próceres e “iconos”, es que, camino al bicentenario de su nacimiento, que ocurrirá el 29 de agosto de 2010, la Argentina vuelva a ser una república donde primen la libertad y los derechos individuales expresados en los 33 primeros artículos de la Constitución Nacional.

Sin ellos, nuestro país seguirá, como hasta ahora, sin brújula ni horizonte posible.

Diario de Los Andes

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