jueves, 4 de septiembre de 2008

DISTINTOS HURACANES

Distintos huracanes en distintos US

Los huracanes azotan los US con fuerza inusitada y las series de televisión se van quedando cortas en anticipos de la ciencia-ficción: A fin de año un negro puede llegar a ser presidente del único imperio que reina sobre la Tierra y loteos cercanos. Para el negocio de la discriminación que supuestamente defiende a los más débiles, la palabra “blanco” debería ser considerada tan prejuiciosa como “negro”, salvo que sea posible ganarle una acalorada discusión a Tyson por el último lugar que queda en el estacionamiento de un supermercado.

El corazón de la dirigencia liberal argentina está y estará siempre con los demócratas. Piensan que los Kennedys, Clintones y Obamas conocen de la existencia del Obelisco o la ubicación de la sede de las Madres de Plaza de Mayo. Los buenos de la película filmada por el Instituto de Cinematografía son los demócratas estadounidenses, los laboristas ingleses y los socialistas franceses y españoles. En cambio, los conservadores de todas las nacionalidades no merecen consideración: son malos, más que malos. Raro, porque los conservadores más reaccionarios parecen ser los integrantes de la dirigencia argentina que desde hace décadas tienen como objeto atrasar el reloj de la historia ante una población que no acierta la manera de sacarse de sus espaldas este feroz espécimen.

La plaga, que es de izquierda, centro o derecha según le convenga; con disfraz “nacional y popular” o directamente extranjerizante, muere por ser visto como “progresista”, como si el parecer fuese más importante que el ser. Mientras, mantiene el IVA al 21%, el impuesto al cheque, la obligatoriedad de la jubilación y del voto; la careta de los dineros que financian sus campañas electorales, la prohibición de comerciar con el exterior y de entrar y salir del país por ciertos lugares; la estatización de empresas que siempre han beneficiado a sus dueños y países “amigos”; la protección de pandillas gubernamentales; la denigración de las fuerzas de seguridad y militares; el abandono a su suerte de millones de adolescentes y jóvenes o el mantenimiento de la oligarquía universitaria. Por ahí tienen razón: los conservadores son de lo peor: éstos.

Mientras, en algunos villorrios de la futura US (Unión Sudamericana: la coincidencia de las siglas es simplemente un albur) predecibles huracanes también acechan sus costas con ganas de destruir todo lo poco que queda aún en pie. Para peor, la sequía está haciendo estragos en ciertas pampas húmedas que en cualquier momento pasarán a llamarse llanuras secas. Curiosamente, esos lugares que antes eran señalados como “granero del mundo” ahora se ven superados por cualquier país que se dedique con un poco de esfuerzo a vender carne y trigo. Eso se debe a que su dirigencia, compenetrada del nuevo paradigma indoamericanobolivarianista ha propuesto un cambio en la raíz cultural alimenticia para que el maíz y la mandioca suplanten a la harina de trigo y las proteínas, cuya ingesta habían destacado por siglos a las Provincias Unidas del Río de la Plata de los demás virreinatos y capitanías americanas. Todo cambia.

Alejados de desvelos mundanos tales como inflación, inseguridad, deudas externas e internas, narcotráfico y sus ramificaciones locales y etcéteras varios como que un reciente y complicado asesinado pudiera librar en el último año apenas 1.600 cheques sin fondos, la dirigencia no escatima esfuerzos y se prepara para la competencia electoral del año próximo. Así tejen y destejen alianzas con el propósito de que alguien vuelva al redil mientras otros quieren que primero renuncie a su cargo y los cercanos afirman que no renunciará ni volverá y que será lo que deba ser o no será nada; y al que fue y todavía es pero se encuentra enfermo, todos lo visitan en su casa-oficina para que los bendiga –como a Menem– que es otro que también fue y que nadie le pasa ni cinco de la que pica; y uno que fue y eligió a los que ahora están, no pasa día sin que los azuce, ¿para que los adoptó? Con muletas y marcapasos se llega. ¿Adónde? A las elecciones: ¿qué otra cosa importa?
SALINAS BOHIL

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