Prensa infidencial
1.- Massa vuelve a Tigre. 2.- Vignatti y las disonancias. 3.- El Lula blanco. escribe Mateo Guzmán de Alfarache
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Tigre, paraíso para recobrarse
Massa prosigue el camino del Sir Lousteau. Se encuentra más cerca de partir que de quedarse. Para parafrasear a Baltazar Gracián: “Lo malo, si breve, no tan malo”.
El proyecto inmediato del Primer Ministro consiste en regresar a las fuentes del Tigre, de donde nunca debió haber salido. Para sus confidentes, bastantes y poco discretos, Massa “no tiene más nada que hacer en el Ejecutivo”. Tampoco para CM, el consultor afectuosamente vinculado, que se mortifica cada vez que aparecen, sus iniciales, en el Portal.
La divulgación, a través de la impertinencia de este medio, no debiera obstaculizar el decidido objetivo de Massa. Rajarse.
Con más alivio que amargura, Massa puede entonar un verso del tango clásico, Yira Yira. Alude a “la indiferencia del mundo”. Sobre todo al percibir que Randazzo, siempre a su lado, “se prueba la ropa que va a dejar”.
Mientras tanto, al mejor estilo de Billy The Kid, Morenito prepara, en su revolver, la repujación de otra muesca. Habrá que resignarse y certificar que la pistola de Moreno es la más larga. Al menos, durante la supuración del kirchnerismo.
Si no es Randazzo quien herede, previsiblemente, las ropas del tango de Massa, el mercado del usado podría agitarse.
Algún maligno insinúa que el obstáculo principal de Massa para consolidarse en la consideración de Kirchner, es similar al obstáculo que lo detiene al gobernador Urtubey. Celosías retrospectivas de estadista apasionado. Un Otello patagónico, que aguarda a su Verdi.
Disonancias
La salida de Roberto García, director periodístico de Ámbito Financiero, alude, para los analistas entendidos en medios, a su firme posición opositora al gobierno. Es la versión más elegante, presentable en sociedad. La explicación sugiere, por carácter transitivo, que Orlando Vignatti, el nuevo dueño, decidió poner el diario, fundado por el poeta Julio Ramos, a disposición del gobierno de La Elegida. Con el expreso objetivo de incrementar, ostensiblemente, la pauta publicitaria.
Sin embargo, en atención al rigor informativo que supo caracterizar, en la antigüedad, al diario de referencia, debiera ajustarse la data disponible. Aunque sea escasa.
Alude a ciertas innovaciones fundamentales que impone Vignatti. Un instintivo demasiado veloz, como para comprometerse, en exclusiva, con alguna causa. Sea digna o indigna.
Primero, Vignatti impulsa, por lo que sabemos, el abandono de la hostilidad tradicional de Ámbito Financiero hacia Clarín. Línea que, románticamente, llevó adelante Ramos. Hasta la obsesión.
Vignatti sospecha que nunca va a “arreglar” con “el Monopolio”. Sólo aspira a convivir con el mismo. Aunque, en el fondo, nunca lo acepten en su mesa.
Sobre todo Vignatti quiere convivir porque puede perturbar, al Monopolio, con su proyecto de lanzar, en los próximos sesenta días, una decena de canales televisivos para ser difundidos por Internet. Para lo cual Vignatti acondiciona un estudio televisivo en el edificio del diario. El de Paseo Colón. Que estratégicamente se convertirá en una torre de veinte pisos, situados a 200 metros de Puerto Madero. Dos pisos para destinarse al diario (si es que no lo traslada hacia la Boca, junto con el Taller) y los otros 18 pisos para la venta. La atracción sustancialmente inmobiliaria puede ir acompañada del poderío periodístico.
Si Vignatti aún no logró ser recibido por Magnetto, por lo que sabemos alcanzó a merodear los alrededores del señor Aranda. No es lo mismo, pero siente que le pasa cerca.
Otra razón del desencuentro recelosamente cultural de Vignatti, lo signa el virus obturante de la desconfianza. Tiene que ver, cuando no, con cuestiones vilmente crematísticas. Aluden a ciertas disonancias entre las altas consideraciones, en las páginas del diario, que disfrutan determinados banqueros, políticos y empresarios, con la baja facturación concreta, en materia de publicidad, que producen los mismos. Sobre todo al compararlas con las facturaciones que reciben otros medios, desde los mismos protagonistas.
Prosperó entonces, en Vignatti, el virus feroz de la desconfianza. A un aventurero exitoso, que viene desde abajo y lo apodan El Linyera, conformado entre las insuficiencias formativas de la calle, lo peor que puede pasarle es sentirse al margen de algún esquema. “Pasado”. O creer, equívocamente, en la persistencia de acuerdos que, desde el punto de vista empresarial, no lo incluyen. Que lo dejan, justo a él, afuera. Habrá más. Las infidencias, por adictivas, deben dosificarse.
El Lula blanco
Aunque se enoje porque tenga que salir a desmentir, puede afirmarse que el filósofo existencialista Luis Barrionuevo permite que avance, a su alrededor, un ilusorio proyecto presidencial.
A partir de la visita a su gremio, de tres importantes empresarios, comienza a extenderse la idea cautivante del Lula blanco.
Un caramelero, un constructor de obras paralizadas, un profesional del subsidio.
La providencialidad del sindicalista, a los efectos de encabezar un proceso de auténtica conciliación entre el trabajo y el capital. Es uno de “los deseos imaginarios del peronismo”, según J.J. Sebrelli. Aunque hoy lo encarne Lula.
(J.J. Sebrelli es un pensador contemporáneo que puede figurar, a lo sumo, como antecedente menor de L. Barrionuevo. Nota al pié).
La cuestión del Lula blanco entusiasma, por lo que sabemos, a MAV. Es MAV un operador del menemismo enciclopédico, en la etapa fundadora. También la idea moviliza a un actual senador italiano, más rápido que el propio Vignatti. Y hasta que aquel Caniggia que irrumpiera en River, en los ochenta y con el pelo al viento. El senador CC precipita una próxima audiencia, de nuestro filósofo existencialista, con el Papa Benedicto.
En la actualidad, el pensador Barrionuevo se desliza entre las recuperadas opacidades del espacio duhaldista. El espectro opositor que conduce el Piloto de Tormentas, Eduardo Duhalde. Al que, por lo que sabemos, Barrionuevo lo encerró en su despacho para preguntarle:
“¿Hasta donde querés llegar? Decime, porque te acompaño sólo si vas hasta el final”.
A propósito, en un reciente desborde teórico, registrado en un simposio porteño, Duhalde vaticinó que, por culpa de Kirchner, ningún peronista se encuentra en condiciones de ganar en el 2011. Sentencia que se convierte en un sedante intenso para el tinglado de peronistas que mantienen lícitamente ciertas ansiedades participativas. Igual se disponen, desde el desierto, a acompañarlo a Duhalde, en la minuciosa programación de otra sistemática derrota.
“Si es así, entonces vayamos con Luisito, que es amigo, que va al frente, consigue la tarasca y la pone”, aseveró un peronista expresivo, en la mesa del menemismo enciclopédico. “Nunca Luisito nos va a traicionar, ni nos va a dejar en banda, tiene códigos y podremos divertirnos más”.
Mateo Guzmán de Alfarache
para JorgeAsísDigital
martes, 2 de septiembre de 2008
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