miércoles, 11 de febrero de 2009

DEMOCRACIA EN CRISIS




Por Jorge Omar Alonso

A estas alturas podemos afirmar que nuestra democracia atraviesa una profunda crisis. Aun dejando de lado el pensamiento que hace de la democracia un simple conjunto de procedimientos, podemos ver que esta crisis va unida a otra más dramática: la crisis del individuo argentino.

Al hablar de democracia estamos hablando de política y consecuentemente hacemos referencia al ciudadano, que es al que se dirige aquella. En toda sociedad existe esa dimensión política porque no pueden existir sociedades sin Estado, como tampoco se pueden concebir sociedades sin instituciones de poder.

Estas instituciones están integradas por individuos, no podemos entender a las personas fuera de aquellas como individuos extra sociales.

De este modo la política se constituye en una actividad explicita, que implica la instauración de instituciones sociales colectivas como parte de la democracia.

Más arriba mencionábamos la crisis del individuo que va acompañando a la de la democracia. Esto es así porque una democracia genera individuos que supuestamente son capaces de hacerla funcionar. Pero también es necesario saber que no puede haber sociedad democrática sin educación.

Esta es fundamental para formar individuos con pensamiento crítico que sean capaces de poner en marcha los procedimientos democráticos. El ciudadano debe ser educado de manera crítica.

Sin estos requisitos no podrá lograrse lo que manifestaba Karl Popper en cuanto a la búsqueda de la verdad y la idea de aproximación a la verdad como dos principios éticos; “así como también la idea de honradez intelectual y de falibilidad, que nos conduce a la actitud autocrítica y a la tolerancia”.

Resulta así que es importante aprender en el ámbito de la ética.

Esto que señalamos es el gran demérito de nuestra sociedad: la falta de ética. Se han perdido valores que fueron guías de vida.

Como sociedad persistimos en el “estado de naturaleza”, es decir de guerra de todos contra todos. Dejamos de ser una sociedad democrática, reflexiva, que exhibe una actividad lúcida e ilustrada para transformarnos en una selva salvaje.

Si tomamos el plano moral solo tenemos que mirar a nuestro alrededor para dejar de hablar de progreso. Tomemos la televisión precisamente por ser el medio que convive dentro de los hogares sin distinción de clases ni edades: la difusión de la prostitución con ropaje de “artístico”, la homosexualidad mostrada como “elección de vida” y el show transgresor y libidinoso con lenguaje procaz y mal intencionado y la consecuente mediocridad y violencia.

Y por otra parte en el espacio urbano diariamente asistimos a la confrontación esteril y a la revuelta, como moneda de curso corriente en la desquiciada vida diaria de los argentinos.

Casi en la creencia de que hemos enloquecido, dejamos de pensar en que la vida es cosa seria. Se ha perdido el respeto hacia lo que hay encima nuestro, a nuestro lado y más abajo; a la ley y a nuestro prójimo, olvidándonos que somos los únicos que podremos labrar la salvación de la Patria. Pero todos juntos.

Debemos recordar aquellas palabras de Ortega y Gasset: “Cuidad, no sea que halleis a esta pobre patria envilecida y caduca, muerta una mañana de buen sol,. . . ”.-

CRÓNICA Y ANALÍSIS

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