lunes, 2 de febrero de 2009

LA VENDEDORA DE ELECTRODOMÉSTICOS


En Argentina, el 28 de octubre 2007, el 70% del padrón electoral nacional, votó. El 46% lo hizo por la actual Presidente y el 54% restante, votó por otras opciones. Es obvio que el 54% no creyó en las promesas de la entonces candidata presidencial, que se resumían en una mayor institucionalidad y un cambio que recién empezaba. El 46% que la votó, creyó.
Por Malú Kikuchi

NuevoEncuentro 02/02/09



El 46% que apostó al cambio y a la mayor institucionalidad, después de cumplido un año de mandato, ¿qué piensa hoy de la Presidente?

La mayor institucionalidad prometida en la campaña, nunca apareció. En cambio, el cambio que recién empezaba, se tradujo en un curiosísimo y original sistema no contemplado en la Constitución Nacional, donde la Presidente votada figura como tal, pero no gobierna, mientras que el ex presidente y actual presidente del PJ y siempre marido, maneja el país a su arbitrio.

La Presidente no gobierna, pero hace muchos y carísimos viajes, y habla. Habla sin leer. Habla desde el atril sobre los temas más diversos, temas que conoce y temas que cree conocer, y a veces no conoce. Habla igual.

La Presidente no tiene suerte, empezó mal. No había terminado de jurar y el juicio por la valija de Antonini Wilson, la cacheteó feo. Primer encontronazo con los EEUU, a los que acusó de politizar la justicia, costumbre usual en la Argentina K y poco frecuente en el país del norte.

De ahí en más, le llovieron problemas, problemas viejos heredados del anterior presidente y siempre marido, y problemas nuevos generados en su mayoría por el siempre marido y real gobernante de la nación.

Problemas: el campo, la resolución 125, el voto “no positivo de Cobos (derrota todavía no digerida por el matrimonio); la renuncia de Alberto Fernández y el alejamiento del Frente para la Victoria de algunos dirigentes de peso; las mentiras groseras del INDEC, el atropello a las AFJP, y, y ….

En serio, la Presidente no tiene suerte. A la inevitable crisis argentina, derivada de las pésimas políticas económicas del kirchnerismo, se le agrega la crisis internacional. Y aunque la Presidente no se haya percatado y crea que no necesita un plan de cualquier tipo o letra del abecedario, las dos crisis sumadas, son demasiado para cualquiera.

¿Qué hace la Presidente de Argentina ante tamaño desafío? ¿Cambia drásticamente su política internacional con respecto al primer mundo? ¿Deja de lado su corazón setentista que venera la revolución cubana, admira las políticas (+ la billetera) chavistas y apoya la revanchista patria socialista/indigenista de Evo Morales?

Nada de eso. Entre el moribundo Fidel y la joven y saludable promesa de Obama, opta por el primero. Y si no tiene importancia lo que hace Cristina Fernández a nivel personal, si importa cuando representa a Argentina.

¿Qué hace la Presidente ante el descalabro económico argentino y mundial? ¿Acepta la realidad por dura que esta sea y se la explica al pueblo con claridad? ¿Tiene la fuerza moral para imponerle a los argentinos un sacrificio más, empezando ella con políticas personales austeras? No parece ser el caso.

¿Qué hace la Presidente para enfrentar la crisis que es fiera y promete ser larga? ¿Convoca a los economistas de todas las tendencias y les pide un plan creativo y audaz para superar el problema? ¿Levanta las retenciones al campo y facilita las exportaciones de todo aquello que Argentina puede y debe exportar? ¿Racionaliza el gasto público y lo disminuye aunque sea un año electoral? No. De eso no se habla.

Pero hablar, la Presidente, habla. No gobierna, habla. Y en vez de tomar medidas serias, para un país serio, que tiene problemas más que serios, la Presidente de todos los argentinos, se transforma en una vendedora de electrodomésticos.

La Presidente empezó vendiendo autos y siguió avanzando por el camino de las ventas. Ahora impulsa lo que llama “el plan línea blanca”. El título se presta a interpretaciones maliciosas, pero en verdad se trata, en este caso, de electrodomésticos.

La Presidente de Argentina comenzó con la promoción de heladeras de bajo consumo el 18/12/08. Heladeras baratas a $1140, en 12 cuotas fijas de $127, contra entrega de la vieja heladera. Dio detalles precisos de precios, marcas y comodidades de las nuevas unidades. Se olvidó o desconoció un pequeño detalle: no había suficientes heladeras en stock.

La Presidente de Argentina, encantada con su nuevo rol, insistió con el plan “línea blanca”, y el 28/01/09 a ofrecer: cocinas a $895, calefones a $640, lavarropas con carga frontal a $1.150 y termotanques. Nombró todas las marcas que adhirieron al plan, cada una con su precio correspondiente. Las rebajas con respecto al mercado, oscilan entre el 25 y el 30%. Tampoco hay stock suficiente.

La Presidente de Argentina, especificó que la conexión de los artefactos costaría $130 y la remoción del artefacto reemplazado se cotizaría en $70, un total de $200 que habría que agregarle al costo inicial. Esa bicoca la consiguió gracias a un acuerdo con la Cámara de gasistas.

La Presidente de Argentina, aclaró que este plan era un “reclamo de las mujeres” y añadió: “si los hombres tuvieron el (plan) de los autos, necesitábamos el del lavarropas”.

Agregó que esperaba que las feministas no se enojaran con ella. ¡¡¡!!! Habría que desear que ninguna mujer se enojara por tamaña discriminación. Desgraciadamente en el INADI no se puede confiar. Pregunta estúpida, ¿las mujeres no necesitan autos y los hombres no compran lavarropas?

Mientra los países serios toman medidas serias para paliar la crisis, la Presidente de Argentina, en vez de delegar en algún secretario de comercio los detalles del “plan línea blanca”, se solaza hablando de marcas, precios y cuotas. El 46% que la votó para la presidencia, ¿qué opina de esta vendedora de electrodomésticos?

Por ahora, Ella habla y Kirchner gobierna. La crisis crece. Las elecciones de octubre se acercan y el tiempo se agota. La respuesta la tiene el Pueblo.Notiar

No hay comentarios: