lunes, 22 de junio de 2009

LA CLAVE ES BUENOS AIRES

El resultado de los comicios en la provincia más populosa del país definirá cuánto más daño puede hacer Néstor Kirchner en la Argentina.

Por Roberto Cachanosky (*)

Luego de 6 años de gobierno de Néstor Kirchner, tengo la impresión que posiblemente no sea la ideología lo que predomine en Kirchner, sino su ambición de poder, ambición que lo lleva a despreciar todo tipo de respeto por las instituciones, la propiedad privada y a no respetar los más mínimos códigos éticos o morales. Con esto quiero decir que tildarlo de montonero, de izquierda, etc. tal vez sea un error. Un hombre que ha acumulado tanta fortuna personal puede tener un discurso de izquierda, pero su billetera es más definitoria que sus ideas. Dicho en otros términos, su discurso de izquierda populista pareciera responder a una mezcla de jueguito para la tribuna y una cortina de humo para esconder su proyecto hegemónico.

Al mismo tiempo, también en estos 6 años, Kirchner ha demostrado desconocer completamente el funcionamiento de la economía. Los errores económicos que cometió en este período son propios de alguien que jamás estudió en serio algo de economía. Sus medidas contradictorias y su incapacidad para resolver un solo problema económico muestran a un hombre analfabeto en temas económicos. Su ignorancia al momento de relacionar crecimiento económico con calidad institucional muestra a un hombre con un herramental muy primitivo en economía.

Si juntamos sus horrores de política económica, las barbaridades institucionales para sostener su proyecto hegemónico, la tendencia a la mentira compulsiva (INDEC, inversiones chinas, tren bala, créditos para inquilinos, créditos para autos, calefones, heladeras y bicicletas, inauguración de obras que no estaban terminadas, etc.) más la agresión a quienes piensan diferente, todo indicaría que estamos frente a un hombre intolerante que no conoce límites para buscar su objetivo de poder. Esto nos lleva a otra conclusión. Lejos está Néstor Kirchner de ser un político hábil o un genio en el manejo de las masas, la pésima imagen que tienen él y su esposa ante la opinión pública es un claro ejemplo que no cautivan a nadie con su prepotencia y mentiras. Más bien estamos frente a un hombre sin escrúpulos que, una vez que le pasó la buena suerte del viento de cola, es despreciado hasta por sus propios “aliados”. Un político hábil no llega a tener una imagen negativa tan alta como la que alcanzó Kirchner. Por eso, me parece que estar pendientes del próximo conejo que pueda sacar de la galera es una ilusión. Los conejos que últimamente viene sacando, cuando ya se le acabó la buena estrella, salen todos muertos.

El famoso modelo del que tanto habla el matrimonio ha llevado a la Argentina a una recesión brutal, aumento de la pobreza e indigencia, serios problemas fiscales, incremento de la desocupación, críticos problemas fiscales, destrucción del aparato productivos, ausencia de crédito y moneda y, por primera vez en años, a tasas de inflación de destrozan el ingreso real de los trabajadores. Digamos que el famoso modelo terminó en una crisis dónde todos los problemas económicos y sociales se les presentaron de una sola vez.

Ahora bien, Néstor Kirchner está imposibilitado de revertir esta crisis económica que él generó. En primer lugar porque perdió la confianza de la gente. En segundo lugar porque espanta las inversiones, en tercer lugar, porque no sabe de economía y, en cuarto lugar, porque tomar decisiones acertadas implicaría ir en contra de su proyecto de poder. El ejemplo del campo es categórico. Kirchner prefiere destruir la economía antes que ceder parte de su poder. Por lo tanto, de Kirchner solo puede esperarse más autoritarismo y creciente decadencia.

Con el país paralizado y sumergido en una crisis de envergadura, llegamos a las elecciones del domingo próximo. El dato que parece ya estar casi confirmado es que el kirchnerismo pierde las elecciones al perder la mayoría en el Congreso. Este solo hecho lo limitaría en temas como los superpoderes para manejar la caja a su antojo (caja que se evaporó por el lado fiscal) y abriría las puertas a que cambie la composición del Consejo de la Magistratura, con lo cual muchas causas de corrupción podrían, repentinamente, comenzar a investigarse con mayor celeridad.

El dato que nos falta conocer al momento de redactar esta nota es si Kirchner pierde las elecciones o, además, pierde por goleada. Perder por goleada sería que, además de perder la mayoría en el Congreso, también perdiera en la provincia de Buenos Aires.

Pensando en el 29 de junio, ¿cuál es el resultado en el cual le puede hacer más daño a la Argentina? Y cuando pregunto cuánto más daño puede hacer es porque de Kirchner solo puede pensarse en que, frente a la adversidad política y económica, profundice su famoso modelo con mayores confiscaciones, regulaciones, ataques a la libertad de expresión, etc. En síntesis, más autoritarismo y medidas que mostrarán resentimiento hacia aquellos sectores que no lo votaron.

Si Kirchner gana por algunos puntos la provincia de Buenos Aires, aunque pierda la mayoría en el Congreso, intentará mostrarlo como un apoyo a su gestión. Como el nuevo Congreso asumiría el 10 de diciembre y recién comenzaría a sesionar en marzo, tendría 8 meses por delante para tratar de postergar el desenlace final de la crisis económica yendo por los depósitos, confiscando otros activos o hundiendo más a aquellos sectores que lo enfrentaron. Por ejemplo el campo. Kirchner buscará evitar un descontrol inmediato de la economía violando todos los derechos de propiedad que tenga que violar con tal de mantener un mínimo de caja que le permita subsistir hasta que pueda negociar su retirada.

Si Kirchner llegara a perder en la provincia de Buenos Aires y encima se quedara sin mayoría en el Congreso, estaría inmediatamente acabado. En ese escenario, no sabemos cómo puede reaccionar. Puede hacer lo que en su momento anuncio el piquetero Pérsico, dejando el poder, o intentando prolongar su permanencia un tiempo más. En este escenario también es de prever que deje tierra arrasada para quien viene detrás de él porque, perdiendo en Buenos Aires, ya no le quedará nada de capital político y hasta el hombre que le alcanza el café lo ignorará. Dudo que Kirchner acepte someterse al dialogo, a los límites que le establezca la oposición vía el Congreso y a los fuertes planteos que le formularán dentro de su partido a alguien que ya no tiene poder en términos que no consigue votos. De hecho tuvo que recurrir a Scioli porque si se presentaba solo perdía contra De Narváez. La candidatura testimonial a la que se prestó Scioli es solo una jugada de Kirchner por tratar de salvarse de una debacle más acelerada.

De manera que, dependiendo del resultado electoral del próximo domingo, podemos imaginarnos dos grandes escenarios que, por supuesto, pueden ser discutibles como todo pronóstico. Esos dos escenarios serían el de una agonía más prolongada con una crisis final inevitable pero muy grave o el de una crisis económica y social con una resolución más rápida. Dicho en otras palabras, el resultado electoral de la provincia de Buenos Aires definirá la capacidad que tendrá Kirchner para seguir destruyendo el sistema económico. Si le queda un mínimo de margen, el segundo semestre puede ser de terror. Si se queda sin ningún margen, los daños igual existirán pero, tal vez, la población tenga que sufrir menos tiempo.

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