jueves, 10 de junio de 2010
SALTO NUCLEAR
Río Negro - 10-Jun-10 - Opinión
http://www.rionegro.com.ar/diario/opinion/editorial.aspx?idcat=9542&tipo=8
Editorial
Salto nuclear
La ministra de Defensa, Nilda Garré, logró sorprender a casi todos, incluyendo a muchos jefes navales, el jueves pasado cuando nos informó que el gobierno del que forma parte estaba por impulsar la construcción de un submarino nuclear. Puesto que hace poco el gobierno de Brasil se proclamó resuelto a construir uno con la ayuda de Francia, país con el que ha firmado una alianza "estratégica" militar-comercial, las palabras de Garré parecieron significar que la Argentina había decidido recoger el guante, lo que planteó la posibilidad de que estuviera por reanudarse la carrera armamentista entre los dos ex rivales sudamericanos. Si bien al día siguiente la funcionaria procuró suavizar el impacto del anuncio que había formulado afirmando que en verdad sería prematuro hablar de un proyecto tan polémico y que, de todos modos, podría ser mejor dotar de propulsión nuclear un rompehielos pacífico, no un buque de guerra, no le será tan fácil impedir que en el resto del mundo se difunda la sospecha de que la Argentina se siente alarmada por los intentos de Brasil de instalar la idea de que sólo es una cuestión de tiempo antes de que se erija en una potencia no meramente regional y que está decidida a reaccionar frente al desafío así supuesto.
Fronteras adentro, el anuncio motivó más escepticismo que entusiasmo. Para muchos, se trataba de otro "tren bala", un proyecto impulsado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que no tardó en desinflarse, ya que los costos serían muy elevados y los beneficios inciertos. Aunque la mayoría concordaría con que el gobierno debería hacer más para que nuestro país siguiera siendo el más avanzado de América Latina en todo lo relacionado con la tecnología nuclear, ocasionó extrañeza, cuando no preocupación, que el tema haya sido planteado por el Ministerio de Defensa, como si se tratara de un asunto irremediablemente militar. En vista de que a causa del rencor manifiesto que sienten los Kirchner y Garré hacia las Fuerzas Armadas el presupuesto militar se ha reducido tanto que apenas pueden funcionar, no parece del todo sensato invertir miles de millones de dólares en un programa que, a juzgar por la experiencia de otros países, podría costar mucho más de lo inicialmente previsto. Puede que resulte necesario aumentar mucho el gasto militar poniendo fin así a un período prolongado de ostracismo que ha dejado al país virtualmente desarmado, pero sucede que, como saben muy bien los militares mismos, hay prioridades que son mucho más urgentes que las sugeridas por la ministra de Defensa. A esta altura, pocos discreparían con el senador radical Arturo Vera, el que reaccionó ante las afirmaciones de Garré señalando que "las Fuerzas Armadas están vaciadas y no hay voluntad política de darles los elementos e insumos básicos. Menos habrá dinero y voluntad para un emprendimiento de este calibre".
Con todo, aunque parecería que lo del "submarino nuclear" fue sólo un globo de ensayo, ya que, a juzgar por la rectificación intentada por Garré, el gobierno no se ha comprometido a construir nada, el anuncio pudo tomarse por un indicio de que los Kirchner han llegado a la conclusión de que les convendría dejar de tratar a las Fuerzas Armadas como parias a los que hay que castigar porque en su opinión fueron culpables de buena parte de los males del país. De ser así, sería una consecuencia de la reacción entusiasta del público ante el desfile militar que se celebró en el marco del Bicentenario. Para justificar el cambio de actitud Garré aseveró que "la reconciliación llegó de la mano del pueblo", lo que fue su manera de decir que los integrantes más influyentes del gobierno son conscientes de que, si bien ciertas facciones con las que se sienten afines no tienen la más mínima intención de reconciliarse con nadie, se trata de minorías poco representativas, ya que la mayoría no tiene ningún interés en mantener abiertas las heridas dejadas por la guerra sucia de los años setenta del siglo pasado. Al fin y al cabo, como entiende muy bien el grueso de la ciudadanía, a diferencia de quienes todavía reivindican el accionar de las organizaciones terroristas que tanto contribuyeron a despejar el camino del golpe de Estado de 1976, las Fuerzas Armadas sí han aprendido de los errores y crímenes que fueron cometidos en su nombre.
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