martes, 13 de julio de 2010

BARRABRAVAS DEL PUTIMONIO


Kirchner convirtió el matrimonio homosexual en otro "casus belli"



Por Sergio Crivelli (De La Prensa)













Como con las retenciones al agro hizo de un asunto que no estaba en la agenda pública una pelea a todo o nada. Se expuso así a una derrota innecesaria y riesgosa, esta vez a manos de la Iglesia.





El Senado fue convocado a debatir el miércoles la ley que permite apersonas del mismo sexo contraer matrimonio. El gobierno hizo una fuerte apuesta a favor del proyecto, pero la relación de fuerzas es muy pareja y, si no consigue torcer la voluntad de una decena de legisladores oficialistas que en privado lo rechazan, podría recibir un derrota similar a la de la resolución 125.



Ya sacó del recinto a las senadoras Riofrío y Iturrez, incluyéndolas en la comitiva que acompaña a la presidenta Cristina Fernández a China, pero con eso no alcanza, porque está todavía en minoría. Tiene que convertir votos negativos en positivos como, por ejemplo, el del bonaerense José Pampuro.



Así, la "libertad de conciencia" en el oficialismo no existe, porque Kirchner politizó la cuestión. Los derechos de los homosexuales son una simple excusa para infligir una derrota a la jerarquía eclesiástica con el cardenal Bergoglio a la cabeza.



Pero la jugada se complicó porque el asunto tuvo una exposición excesiva e inconveniente para los planes de la Casa Rosada.



En Diputados el proyecto se aprobó rápido, pero en el Senado la oposición convocó a audiencias públicas que se convirtieron en una especie de coliseo mediático. Allí los militantes "gay" aprovecharon sus 15 minutos de fama para desplegar un discurso agresivo e intolerante contra quienes se oponen a sus exigencias.



Reclamaron con modales de "barrabrava" y un lenguaje impregnado de resentimiento derechos que sin duda merecen, pero al costo de perder el rol de víctimas a ojos de la sociedad.



Una sociedad cada vez menos pacata, pero que rechaza las provocaciones y las escenas de tierno romanticismo entre homosexuales y que observó atónita como el señor "Pepito" Cibrián gritaba enfervorizado y a todo pulmón "marica, marica, marica" ante la perplejidad de los miembros de la Comisión de Legislación General.



Todo muy "fashion" y "progre", pero -con el resultado a la vista- la militancia gay terminó perjudicando los planes del gobierno y favoreciendo a la Iglesia.



En el afán belicista `K' quedaron además enredados socios circunstanciales del gobierno como los radicales Ernesto Sanz y Gerardo Morales que ven con desesperación como la Casa Rosada presiona a sus adversarios con métodos que ellos habitualmente repudian.



Intentaron por lo tanto buscar una salida negociada -la denominada unión civil-, pero el kirchnerista Miguel Pichetto la rechazó, porque para el gobierno la guerra es a matar o morir y el Código Civil, un simple campo de batalla.



Kirchner cultiva la creencia de que la política es una extensión de la guerra en la que cualquiera puede ser amigo y cualquiera enemigo. Contra lo que predica de los dientes para afuera, cree íntimamente que las ideologías son accesorias.



Lo importante es derrotar al que se opone al precio que sea. Esta concepción puramente material de la política vuelve imposible la neutralidad. Como en una célebre polémica le advirtió Julien Freund a Jean Hyppolite, se engaña quien cree que no será arrastrado a la pelea con sólo optar por la prudencia, la racionalidad y el pacifismo.



"Como todos los pacifistas -le advirtió Freund a Hyppolite en esa ocasión- piensa que es usted quien designa a su enemigo. Desde el momento en que no queramos tener enemigos -razona- no los tendremos. Sin embargo es el enemigo el que lo elige a usted y, si él quiere que usted sea su enemigo, lo será".



A esta dialéctica inflexible y a la confrontación empujó Kirchner la cuestión del matrimonio gay; el resultado de esa decisión se conocerá el miércoles, si hay sesión.



El matrimonio gay, de todas maneras, no es una excepción en la agenda oficial. Igual estilo confrontativo aplicó a las sospechas de corrupción en el comercio con Venezuela que ventila la oposición en la Cámara de Diputados.



Podría haber salido del trance deshaciéndose de algunos funcionarios pero radicalizó el enfrentamiento y tropezó con algunos problemas inesperados. Uno fue el cable emitido por el funcionario de cancillería Eduardo Sigal dando cuenta de las quejas de empresarios por haber sido marginados de negocios por Julio De Vido.



Otro, el material escrito que está apareciendo con denuncias sobre existencia de "comisiones". Una "telenovela", como diría Kirchner, que cada vez tiene más capítulos y a cuyo guión el gobierno debería dejar de contribuir. Por su propio bien.

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