lunes, 16 de agosto de 2010
ESTANCIERO PROFESOR
¡¡Grande, profesor!!
Créase o no: para Hugo Moyano, la inflación
–tal como se la vive hoy en la Argentina–
permite la movilidad social.
por Carlos Mira
Los trabajadores han recibido una extraordinaria confesión de parte del Secretario General de la máxima organización obrera de la Argentina: el Sr Hugo Moyano ha señalado explícitamente que está a favor de la inflación. Moyano dijo que la inflación "está controlada" y destacó que con el nivel actual de precios es posible "que haya movilidad social". Remarcó que "hay economistas que fracasaron y encima dicen que las cosas van mal, cuando ellos antes dieron recetas que llevaron al país a la ruina". "Es peor la inflación cero con ajuste, como proponen estos economistas, que la inflación actual que permite la movilidad social".
Allí está, entonces, descarnadamente expuesto el perfil de país que, quien debe defender los ingresos de los trabajadores, tiene en la cabeza. Se trata, en definitiva, de una burrada. Moyano cree (y tanto peor si lo hace maliciosamente porque interiormente sabe cómo son las cosas pero le miente a personas que están menos preparadas que él) que aumentar la cantidad de papelitos de colores, que él y otros tantos se empecinan en llamar “billetes”, es aumentar el “ingreso” de los trabajadores. De nuevo: una monumental burrada.
La expansión monetaria y fiscal absolutamente descontrolada a la que el gobierno K está sometiendo a las familias argentinas implica una superproducción de moneda anormal (la serie de billetes de $ 100 ya está por la letra “L”, nunca antes alcanzada en la historia del BCRA), mientras que la producción de bienes y servicios (por inexistencia de inversión) se mantiene básicamente estática.
Como los precios son una relación aritmética entre la cantidad total de bienes y servicios producidos y la cantidad de unidades monetarias emitiditas, a más unidades monetarias con igual cantidad de bienes y servicios, mayores precios. Se trata de una verificación matemática, no ideológica.
Es más, la inflación no es un fenómeno de aumento de precios de los bienes sino, al contrario, una disminución de la capacidad adquisitiva de la unidad de medida con la que se los compra, esto es, de los billetes.
Estamos frente al mismo caso de un metro que necesita cien centímetros para medir un metro. Supongamos que hubiera una superproducción de centímetros: en donde antes había 100 ahora hay 300. Como el “metro” permanece fijo, dada la nueva cantidad de centímetros existente, ahora el metro no será igual a 100 sino que será igual a trescientos. No es que el metro “valga” más, sino que los centímetros valen menos, por lo tanto se precisan más de ellos para alcanzar a medir lo mismo.
Con su declaración, el notable Moyano, persigue un modelo de país en donde, por la cantidad de “centímetros” que mete en los bolsillos de los trabajadores, éstos necesiten cada vez más unidades para comprar lo mismo y mantener su nivel de vida. La Argentina ha demostrado con creces que en esa carrera los trabajadores siempre pierden. Parece mentira que “Mr Trabajador” les proponga este perfil a sus compañeros.
En realidad un real defensor del bolsillo de los trabajadores debería estimular un modelo en el que la capacidad adquisitiva del salario aumente porque la relación aritmética entre las unidades monetarias y la producción de bienes y servicios sea inversa a la que explicamos un poco más arriba. Así, si los precios son una relación entre la cantidad de bienes y servicios producidos y las unidades monetarias emitidas, si estas permanecen más o menos fijas y los bienes y servicios aumentan, se necesitarán menos unidades monetarias para adquirir los mismos bienes, con lo que el nivel de vida real aumenta. Si tengo 2 vasos y 2 monedas cada vaso vale una moneda. Si sigo teniendo dos monedas pero ahora tengo 4 vasos, cada vaso vale media moneda; o sea, mi poder adquisitivo aumentó porque solo necesito media moneda para adquirir un vaso. Al contrario, si mantengo 2 vasos pero paso a tener 4 monedas, a cada vaso corresponden 2 monedas, con lo que mi poder adquisitivo disminuyó porque para lo que antes necesitaba una moneda ahora necesito 2. Tengo más “moneda” en mi bolsillo pero mi nivel de vida cayó.
La pregunta es cómo se hace para pasar a producir cuatro vasos donde antes se producían dos. Eso es lo que debería explicar (si es que lo sabe) y estimular Moyano para defender realmente a sus compañeros. La mejoría del nivel de vida de las personas (que es lo que en el fondo debe importar) no se mide por la cantidad absoluta de billetes que cada uno tenga en el bolsillo, sino por la cantidad relativa de bienes que esos billetes pueden comprar.
La respuesta que contesta el interrogante planteado es una sola: los bienes y servicios aumentan cuando aumenta la inversión. ¿Y cómo aumenta la inversión? Haciendo todo lo contrario de lo que quiere Moyano.
La inversión aumenta cuando un país da señales de ser amigable con el mundo de los negocios, de las empresas privadas, del derecho de propiedad, de la apertura económica, del estímulo a la competencia, de la seguridad de las inversiones, del mantenimiento de las leyes en el tiempo, de la moderación impositiva, del control del gasto público, de la limitación de la corrupción, de la transparencia de los negocios, de la previsibilidad de la política económica, de la imparcialidad de la justicia, de la prescindencia del gobierno en las decisiones empresariales, de la movilidad laboral, de la desconcentración económica, de la seriedad fiscal, de la libertad de prensa y opinión, del consenso social sobre políticas públicas de largo plazo, del incentivo a la educación pública, de la protección de la propiedad intelectual, del reconocimiento al dueño del destino de su producto.
Como se ve, para el “profesor” Moyano esta descripción, más que un conjunto de requisitos para que exista inversión, es un conjunto de malas palabras: “Va de Retro Satanás”, diría el defensor de los pobres (que es multimillonario, dicho sea de paso, en su faz privada, pero, bueno, dejemos eso de lado ahora…).
Por lo tanto, Moyano obtiene lo que pide: inflación = menos poder adquisitivo de los salarios = más pobreza = más idiotas útiles que dependen de su poder y de sus “conquistas” = más poder para él. La cuenta es simple. La pena que provoca la gente que cree en estos engaños, también.
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