jueves, 4 de noviembre de 2010

FANATISMO


Fanatismo y comando único

por Carlos Berro Madero
carlosberro@arnet.com.ar

“La fe promovida por algunos fanáticos, es la pretensión de hacer creer a otros en lo que existe solo en su imaginación. Así, mientras dicha fe cambia de nombre y de objetivos, quienes la exigen siguen siendo siempre temibles en su intransigencia.”
- Fernando Savater

Todo ha cambiado sustancialmente en el esquema de poder del gobierno a partir de la muerte de Kirchner, único dueño de los cinturones de seguridad: el que daba órdenes -acatadas por todos sin chistar-, para abrochárselos o aflojarlos según fueran las circunstancias.

Es muy posible que si se sigue alentando la confrontación desde el epicentro del poder residual, se termine por aniquilar en algún momento el deseo colectivo de vivir en paz.

Sobre todo, si quien encabeza los discursos más desafiantes es la misma Cristina, quien entre lágrimas y “latigazos” verbales ha reanudado en Córdoba sus arengas ideológicas “post mortem”.

El gobierno, autodenominado “progresista”, ha demostrado ser en realidad una corporación fascista que siempre respondió a un solo comando.

Algunos funcionarios radicalizados, los sindicalistas prepotentes que rodean a Moyano, las madres “empresarias” dirigidas por Hebe Bonafini, los jóvenes “idealistas” (¿) de “La Cámpora” y los periodistas “intelectuales” de “6 7 8”, comienzan a ”batir el parche” al unísono repitiendo sus tradicionales consignas de confrontación que no auguran más que un aumento de la conflictividad social.

Se debate entre ellos la “refutación” como único argumento “académico” poniéndonos en presencia de un movimiento cuyo objetivo está centrado en continuar esparciendo la violencia verbal y el discurso único.

Este es el principal legado político y cultural de Néstor Kirchner y no debiera ser olvidado.

En medio de este vértigo, vemos florecer los primeros frutos de una nueva escalada psicológica: quien no “pega” primero con ciertas consignas “encendidas”, siente que perderá su protagonismo y, por ende, quedará a merced de “los otros”.

¿Y quiénes son esos “otros”?

Pues, sencillamente, quienes no pensamos “como se debe”. En buen romance, quienes resultamos supuestamente un obstáculo para el desarrollo de una corriente que quiere retener el poder indefinidamente, bajo el imperio de un discurso que pretende “reformular” la política para adaptarla a sus propios fines.

Para ellos, fue ayer con Néstor (un “semi-Dios” (sic) como lo denominó Alberto Fernández, reinventándolo a partir de su fallecimiento) y debería seguir con Cristina, que parece lista para recomenzar el “dictado” de sus “cátedras desde el atril”.

¿Los partidos políticos opositores habrán tomado debida nota de todo esto para profundizar sus coincidencias y preparar programas alternativos de cara al futuro?

¿O continuarán enredados en la exasperante inocuidad de sus discursos insustanciales, “enjugando” cándidamente las lágrimas de la Presidente?

Quienes cultivamos el mundo de los valores, la razón y el sentido común, vemos hoy con más claridad que nunca el enorme daño moral y cultural que le causó el fallecido Néstor Kirchner a nuestro país con su absoluto desprecio por el disenso y la instalación social de la lógica amigo-enemigo.

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