miércoles, 3 de noviembre de 2010
PELIGROSA INCERTIDUMBRE
UNA PELIGROSA INCERTIDUMBRE
La cúpula kirchnerista no sólo está desconcertada por la muerte de Kirchner. La derrota de Obama también los afecta. De Vido intenta tranquilizar los ánimos empresarios. Scioli especula con el alejamiento de CFK, previa renuncia forzada de Julio Cobos.
Por Carlos Manuel Acuña
En política no hay nada peor que la inacción e incertidumbre y esto es lo que le sucede al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Desaparecida la voz del amo, el telefonazo con instrucciones y el temor a equivocarse, funcionarios y dirigentes están paralizados, carentes de una visión cualquiera sobre lo que deben hacer, mientras los problemas pasan debajo de sus narices y crecen peligrosamente. Hasta diríamos que extrañan los improperios y agravios de Néstor Carlos, sus malos modales para imponerse y su furia incontrolada que lo llevó a la muerte, en tanto en un rincón de la memoria y del pensamiento subsiste el temor, por un lado y, por el otro, la ahora perdida comodidad de cumplir las órdenes, acto con el que desempeñaban la formalidad del cargo que ocupan.
A horas del entierro en Santa Cruz, sólo tres hechos menores se destacaron en esta orfandad administrativa: la voz quebrada de Cristina al referirse a su marido y asegurar que se proseguirá con la política que éste impuso, la reunión de Daniel Scioli con intendentes y figuras de peso político en las bases del PJ y los insultos públicos que lanzó el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Héctor Timerman, contra la persona del vicepresidente de la República, Julio C. Cobos, un hecho del que lo menos que puede decirse es que fue improcedente, imprudente y de pésimo gusto. Sin embargo, podemos agregar el interrogante relativo a qué piensa hacer ahora que sus amigos demócratas cayeron por los votos que favorecieron a los republicanos de los Estados Unidos.
Todo está paralizado y si bien la afirmación de que se seguirá con un modelo cuyas características son ignotas ofrece un punto de partida para un futuro que no ha comenzado y la gobernabilidad navega llevada por la fuerza cambiante de un viento que todavía se mantiene generoso como una brisa suave.
Sin embargo, a la vuelta de la esquina y de los inexorables tiempos políticos, un cúmulo de problemas se agrupa para volcarse sobre una mujer debilitada por lo que le ha ocurrido y sobre un conjunto de funcionarios que también ignoran el rumbo a seguir. ¿Quién dará las órdenes? ¿Se ha explorado quién será el arriesgado economista que se anime a aceptar el cargo de ministro que inevitablemente deberá dejar Boudou? Como es lógico, cualquier candidato a ese puesto preguntará quién será el ministro del Interior encargado de coordinar con los gobernadores y explorar contactos con miras a establecer candidaturas, alianzas o enfrentamientos, pues con Randazzo, entretenido en mirar la hora en su reloj de varios miles de dólares, no alcanza. Y así sucesivamente surgen, como cataratas, las preguntas indiscretas. ¿Será Máximo Kirchner el principal asesor de su Madre...? Y si así fuera, ¿en qué y cómo la asesorará? Además de su capacidad para administrar los miles de millones de dólares acumulados por los Kirchner... ¿Tiene Máximo algún pensamiento útil dentro de su cabeza o sólo se ocupa de organizar fuerzas de choque con otros personajes kirchneristas como D’Elía, Pérsico o Milagro Sala, con miras a no sabemos qué cosa? Hasta ahora únicamente dos personas tomaron algunas previsiones. De Vido conversó con empresarios de todo orden pero, apenas concluyó de tranquilizarlos, salió de su escondite Guillermo Moreno para tentar suerte mediática, aunque sin hacer anuncios (excepto aquello de "aquí estoy, no se olviden de que existo”) pues su picardía le habrá dicho que corre el riesgo de que nadie acepte, siga o aplique sus disparates. A veces la picardía sirve para intuir que los comienzos de una anarquía adquiere formas diversas y entre ellas, la más simple: que las órdenes no son aceptadas.
Otro que ha pensado en hacer movimientos con miras a afirmarse en el poder es Daniel Scioli. Su convocatoria a los intendentes y figuras del peronismo bonaerense adquirió relieve por la exclusión de Hugo Moyano que, con la ñata sobre el vidrio, se quedó mirando desde afuera y sopesando la posibilidad de parar el país en señal de protesta pero... ¿protesta de qué...? ¿Y después...? Scioli al menos se juega a que Cristina conserve algo de poder para que lo señale como candidato a la presidencia en las próximas elecciones, previas seguridades de que montará una ingeniería que le asegure la impunidad ante lo que serán imparables avances de la justicia. Cree que Cristina adelantará los comicios apabullada por las dificultades, pero habría indicios de que no lo hará, para preservarse jurídicamente. Sin embargo, Scioli sospecha que si da seguridades de lealtad posterior para maniobrar, Cristina renunciará a su cargo previa liquidación política de Cobos, a quien le montarán problemas inimaginables para sacarlo de la escena. Los más informados dicen que Scioli deberá esperar sentado, que la ansiada candidatura nunca llegará y que en este caso sí saldrán los camiones de Moyano a romper este juego y, si lo hacen en época de cosecha, mejor que mejor, para ganar la pulseada e intentar alguna candidatura interesante en este escenario insólito en que se ha convertido la República Argentina.
El Peronismo Federal decidió desensillar hasta que aclare sin tomar iniciativa alguna. En Santa Fe, Reutemann sigue con su silencio desgastante; los gobernadores se abroquelan en sus provincias; Horacio Verbitsky ensaya un asesoramiento que todavía no encuentra receptores; los radicales sólo esperan al cada vez más lejano 2011 y las Fuerzas Armadas miran hacia adentro desde las puertas de sus unidades saqueadas por el resentimiento, la incapacidad y un futuro elaborado por el Foro de San Pablo.
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