jueves, 16 de diciembre de 2010

LOS CUARENTA



Los cuarenta
Son los millones del Gorro Frigio, para los que usurparon el Parque.

Los cuarenta
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital

“pues todo lo has conseguido/
pagando como un chabón”
Celedonio Flores, “Muchacho”, tango

“todo es grupo, todo es falso”
Francisco Gorrindo, “Las cuarenta” tango

El tango, en femenino, es “Las cuarenta”, de Francisco Gorrindo.
Tampoco se trata de un ensayo sobre la década convulsiva. Trascendente para una Argentina (aún) mucho menos trucha (al respecto, puede leerse “El 45″, de Félix Luna).
Los cuarenta de la referencia aluden a los cuarenta millones de pesos. Fondos misteriosamente reservados, que proceden de alguna caja del Gorro Frigio.
Son los millones que arbitrariamente se distribuyeron, en efectivo rabioso, entre los usurpadores romantizados del baldío público de Villa Soldati.

Con los multiplicados pobres de adorno, se asistió a la pugna de vanguardias, por la distribución de otros sobres, que previsiblemente se desbordó.
Dos villas se extendían a través de los consignados atributos para “la cocina”, en primer lugar. Y para la repartija. Con el salvaje Parque Indoamericano en el medio. Defendido, después, por los otros bravos vanguardistas que sentían el avance de la competencia. Con los buenos vecinos que pagan los impuestos, también de adorno. Intolerantemente indignados por la extorsiva estructuración de otra toldería.
Pero los pobres, por una parte, y los buenos vecinos, por la otra, produjeron el desborde del escenario inicial. Gracias al complemento de la televisión, se transformó en una crisis social de alcance nacional. En el país entero sobran los necesitados de una “vivienda digna”.
Dulce musicalidad de la moneda

Entonces nada influyeron los cónsules empeñosos. Diplomáticos bienintencionados. Tampoco es para tirar cohetes por la sagacidad política de los negociadores. En el nombre del Estado (violado, siempre, “de parado”). Ni por la admirable capacidad para la persuasión de los representantes de ambos gobiernos. El del Gorro Frigio, o del Artificio Institucional.
Para alcanzar el feliz epílogo, precipitadamente rápido, en la tragedia del Parque Indoamericano, bastó con poner, el martes 14, los cuarenta millones de pesos. De curso legal. Equivalentes a diez millones de dólares. Para que, merced a la dulce musicalidad de la moneda, no quedara, en la inmensidad del Parque, ni un solo ocupante. Y se volvieran, algunos selectivamente escogidos, según nuestras fuentes, forrados. Hacia las villas de procedencia. Desde donde, que se sepa, abundan los que no tienen mayores motivos para irse, a los efectos de recibir una “vivienda digna”.
Acaso todos, democráticamente, cobraron. Recibieron sus imprescindibles glucolines. Y tal vez muchos ocupantes sinceros no fueran, como se sospecha, pasados al cuarto.
“En todo caso, el problema es de ellos. Del problema nuestro salimos”, certifica la Garganta.
Los dos gobiernos consiguieron, en definitiva, el objetivo anhelado. Que los ocupantes se fueran. A los efectos de pacificar a la sociedad aterrada, con la exhibición de un éxito político. Los cuarenta, según nuestras fuentes, los puso el Gorro Frigio. Escala nacional.
El promisorio debut de Máximo

La Tragedia del Parque marca el promisorio debut de Máximo Kirchner en las grandes ligas. Influenciado, probablemente, por el Rudy Ulloa Igor (que recibía informes desde el terreno).
Máximo se destapó, entre la inquietante desertificación, por aportar la idea que llevó a la solución elemental.
El hijo de El Furia logró convencer, según nuestras fuentes, a la mamita.
La Presidente, al mejor estilo Narváez, estaba desorientada, como en otro tango, “Desencuentro”.
Venía acelerada, la pobre, por los altibajos del camino del error. Sumida en el fomento autodestructivo hacia la radicalización oral. Contra Mauricio Macri, el Jefe del Artificio Autónomo. Y contra Eduardo Duhalde, el culpable exclusivo por haber ungido, en el trono, a la dinastía de los Kirchner.
Tal como anticipamos en “Karaokes opositores” (cliquear), Macri es, para el gobierno post kirchnerista, El Elegido. Ideal para confrontarlo.
Por creerse vinculados a la izquierda, los postkirchneristas prefieren disputar con Macri. Porque representa, a su pesar, a la derecha. Si es xenófoba, mucho mejor.
Y contra Duhalde, el equivocado que los catapultó. Les interesa mantenerlo activo, a Duhalde, por la estampilla que oportunamente le pegó el Portal.
Piloto de Tormentas (generadas).
Dos paradojas. Macri adquiere relevancia por aquello que no es. Y Duhalde se vuelve temible por aquello que no hace.

“Mamá, se te va a incendiar el país”.
Es el sentido de las palabras que el niño Máximo, apesadumbrado por las imágenes de la televisión, elevaba hacia su madre. Que se enredaba entre los pliegues de la primera crisis de magnitud, en ausencia del padre. Le bastaba entonces, a Máximo, acelerado por Rudy, con sentarse frente al plasma para percatarse, con cierta sensatez, que, si no se terminaba con el amontonamiento del Parque, “el conurbano bonaerense iba a estallar”.
Cuestión que La Elegida, ya en la noche del lunes, según nuestras fuentes, modificó sustancialmente la instrucción que había bajado para Aníbal.
El Premier venía devaluado, más que por la promoción humillante de la señora Garré, por culpa de Julien Assange.
La instrucción también era para el alicaído ministro Alak, que subsiste con contados glóbulos blancos.
Sin dejar, tampoco afuera, al indemne ministro Randazzo, que respira mejor cuando El Premier se topa con dificultades.
Y para el canciller pesado, Timerman, por los magníficos aportes para la denostación de Macri. Como guapo informático -y televisivo- de la diplomacia.
El “óvolo de la viuda”

Cuando llegó la noticia que había dinero del Gorro Frigio para repartir, sólo quedaron, en el Parque Indoamericano, los residuos.
A veinticinco mil pesos por familia, las familias que recibieron (o deberían haber recibido), el bíblico “óvolo de la viuda”, son mil seiscientas.
A veinte mil, las familias estimuladas, por el óvolo, serían dos mil.
Al cierre de este despacho, aún abundan los pobres de adorno que se quedaron, según nuestras fuentes, afuera. Con intenciones legitimas de anotarse en los anunciados planes de viviendas que no existen. Para las obras que acaso nunca (pero nunca) se van a encarar.

Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital

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