domingo, 15 de mayo de 2011

ALÁ LEJOS.............


ELECCIÓN PRESIDENCIAL: ALLÁ LEJOS Y HACE TIEMPO…

Por Enrico Udenio

John Wilmot nació en Inglaterra en 1647. Fue un escritor y poeta inglés, más conocido como Lord Rochester. Sus escritos, que se conocieron gracias a que Voltaire los tradujo al francés, mostraron una predisposición al escándalo, la irreverencia social y el libertinaje. El desenfreno que le imprimió a su vida lo llevó a la muerte a los 33 años de edad por causa de la sífilis y el alcoholismo.
Tuvo seis hijos, y una de sus frases más conocidas fue justamente la que decía: “Antes de casarme tenía seis teorías sobre cómo educar a los hijos. Ahora tengo seis hijos y ninguna teoría".
Por esos vericuetos extraños que tiene la mente, recordé estas palabras al pensar en las elecciones presidenciales argentinas. ¡Cuántas teorías se pergeñan alrededor de ellas faltando medio año antes de la votación, tiempo que es una eternidad en la Argentina! ¡Cuántas teorías se hacen cuando, en verdad, no pueden sostenerse seriamente si no se han definido los candidatos! ¡Qué se puede evaluar a seis meses de la elección presidencial cuando los habitantes de este país, para ser crudamente honesto, promueven -y sufren al mismo tiempo- el desorden social, la transgresión como modelo de vida, la predisposición al consumo en lugar del ahorro y la inversión, el individualismo, la desconfianza, la corrupción, y el constante cambio de humor según sea el escándalo del momento!

Finalizaba la dictadura militar y en las elecciones presidenciales del año 1983, todos daban por descontado el triunfo del peronismo. Quince días antes de la votación, un periodista del diario español El País, que había acompañado a los candidatos en sus giras por el interior, me comentó que, para él, era bastante evidente la incertidumbre que pendía sobre su resultado. Opinaba que la elección se definiría en esas últimas dos semanas porque cualquier sutileza o acción imprevisible podía cambiar todo. Pocos días después y durante el cierre de la campaña peronista, ante una multitud y frente a las cámaras de la televisión argentina, el sindicalista Herminio Iglesias prendió fuego a un ataúd adornado con una corona mortuoria y pintado con los colores e inscripciones del partido opositor (UCR). Ante la violencia que emanaba de este acto, los indecisos votaron masivamente por el radical Raúl Alfonsín. Ganó la UCR con un impresionante 52% de votos.

En las elecciones presidenciales del año 2003, el candidato de RECREAR, el ex radical Ricardo López Murphy, ocupó el tercer lugar con el 17% de los votos. Cinco meses antes, las encuestas le daban apenas un 5% de intención de voto, pero a 30 días de la votación ya ocupaba el segundo lugar con un 21%. Una fenomenal campaña difamatoria contra la figura de López Murphy (impulsada por todo el espectro del peronismo, incluido a sus tres principales contendientes: Menem, Kirchner y Rodriguez Saa) logró reducir ese porcentaje al 17% definitivo. El país estuvo a un tris de dirimir el ballotage entre Menem y López Murphy, lo que hubiera asegurado el triunfo a éste último, ya que se sabía que el ex mandatario Carlos Saúl Menem no iba a poder remontar el altísimo voto negativo que sufría.

A principios del 2009, de Ricardo Alfonsín sólo se conocía que era uno de los cinco hijos del ex presidente Raúl. En aquel momento, nadie podía imaginar siquiera que devengaría en la principal figura de la oposición. La muerte de su padre, acaecida el 31 de marzo de ese año catapultó su posición política y sus posibilidades de ser el próximo presidente argentino. La necrolatría motorizó la simpatía popular hacia su persona.

Todas las encuestas realizadas entre agosto y octubre del año pasado, daban un promedio de apenas 23% en la intención de voto kirchnerista. Su pérdida de poder se había producido a partir del suceso de la Resolución 125 y se había reflejado claramente en los posteriores resultados de las elecciones legislativas. Esta declinación enfrentó al matrimonio presidencial con la posibilidad real de terminar en la cárcel a raíz de las numerosas causas que se encontraban a la espera de que ellos perdieran la impunidad derivada de sus cargos. Tal vez la presión ante la caída inevitable se convirtió en intolerable para Néstor Kirchner y sus ya deterioradas arterias. En la madrugada del 27 de octubre de 2010 su corazón dijo basta.

Algunos analistas opinaron (entre ellos, el que suscribe esta nota) que existía la posibilidad de que gran parte de la carga negativa que la sociedad tenía contra el gobierno se la llevara el difunto. Efectivamente fue así. Al igual que el hijo de Raúl Alfonsín, aunque por diferentes motivos, la presidenta actual y ex cónyuge de Néstor, Cristina Fernández, recuperó imagen y adhesiones y hoy las encuestas más serias le dan entre un 34 y un 37% de posibilidades para su reelección.

CASI UNA NACIÓN MUTANTE

De la misma manera que nadie en 1983 podía prever el cajón fúnebre de Herminio Iglesias; o la espectacular alza de López Murphy en sus posibilidades presidenciales en las elecciones del 2003; o los fallecimientos de Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner; ¿quién puede prever lo que sucederá en el lapso que falta para llegar a los tres meses previos del día de las elecciones, tiempo mínimo y necesario para intentar realizar análisis más certeros sobre su resultado?

Argentina es un país políticamente extraño, casi una nación mutante. Por lo que cualquier evaluación que se haga sobre política y economía deberá considerar esta característica y no dar por obvio nada.

Son muchas las variables que aún existen y las que, muy probablemente, no tengan definición hasta los primeros días del mes de agosto. En primer lugar, la definición de los candidatos, oficialistas y opositores, con sus alianzas posibles. Luego, los graves problemas que está sufriendo el país: la escalada de la inflación y el peligro del escape del billete dólar, la fuga de divisas, la alta corrupción, el gasto público desbocado, la carencia de inversiones por causa de la persecución a las empresas privadas, la relación tormentosa con Moyano, las trabas a las importaciones y exportaciones con el consecuente conflicto en el Mercosur, la lucha por la recuperación de salarios, los índices falsos del INDEC, la persecución a los medios de comunicación no oficialistas, la enfermedad bipolar de la presidenta, los piquetes y huelgas constantes, etcétera, etcétera. Un desborde de más de uno de estos factores puede cambiar radicalmente la tendencia en las encuestas. A favor o en contra del oficialismo, según sea la respuesta de éste.

Ya lo hemos vivido en el pasado.

El país tiene enormes problemas que enfrentar hoy como para jugar a la adivinación sobre quién será el próximo presidente argentino. Es aún pronto para preverlo con seriedad.

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