martes, 10 de mayo de 2011

EL PUEBLO.....



EL PUEBLO NO ES INOCENTE

En la actualidad, Catamarca, Formosa y la tierra de los Kirchner, Santa Cruz, son las tres provincias que tienen la figura de la reelección indefinida. Como contrapartida, hay tres territorios que no permiten a un gobernante poder ser reelegido: Entre Ríos, Santa Fe y Mendoza.

El 8 de mayo pasado y mediante un plebiscito, los sanjuaninos aprobaron la reelección del ejecutivo para ejercer un tercer mandato. Probablemente esto sea el preludio para una futura modificación permitiendo la reelección indefinida del actual Gobernador Gioja.
Esta decisión del pueblo de San Juan no es inocente ni inocua.
La reelección por más de dos períodos de un gobernante es, en la mayoría de las veces, el pasaporte hacia la implementación de un gobierno autoritario con fuerte acento en el culto a la personalidad o, en el peor de los casos, de una dictadura. Recordemos que este culto sólo es posible concretarlo si se logra evitar la alternancia en el poder. Por ello, la posibilidad de reelección indefinida es un requisito indispensable para poder implementar totalitarismos, sean estos afines a la derecha o a la izquierda.

Algunos historiadores y analistas consideran que esta predisposición de la población argentina en aceptar este tipo de regímenes está arraigada en su propia historia. Desde los caudillos regionales hasta los presidentes populistas pasando, desde ya, por las dictaduras militares, han inculcado una poderosa cultura de permisividad hacia las acciones y pensamientos absolutos y arbitrarios.
Y esta cultura no solo está insertada en las provincias, sino también tiene poderosos defensores en el orden nacional. No hace pocas semanas, la diputada hiper-kirchnerista Diana Conti reconoció que ellos quieren reformar la Constitución para permitir la reelección indefinida de la presidenta Cristina Fernández.

Con una población mayoritariamente poco propensa a valorar la democracia, el respeto por las leyes vigentes y la alternancia en el poder político, es muy difícil que la Argentina se encamine –por el momento- hacia un desarrollo acompañado por el respeto de los límites que impone las Constitución.

Por Enrico Udenio

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