martes, 10 de mayo de 2011

MONARQUÍA


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¡Que viva la monarquía!
Por JUAN SALINAS BOHIL
"Acá hubo una reelección. La continuidad de un familiar en la presidencia no es más que eso. Si los períodos sin renovación de presidente llegan a tres ya no se tratará de una re-reelección, sino de una monarquía".
Fernando Enrique Cardoso
Ex Presidente de Brasil

"Para mí la democracia es un abuso de la estadística. Y además no creo que tenga ningún valor. ¿Usted cree que para resolver un problema matemático o estético hay que consultar a la mayoría de la gente?"
Jorge Luis Borges

El gobernador de San Juan acaba de ganar un plebiscito popular que permitirá enmendar la Constitución provincial para permitir un tercer mandato de su gestión. Como de costumbre, se ha publicitado profusamente el porcentaje de votos obtenido por el ganador (66%), mientras que poco o nada se ha dicho del ausentismo electoral que alcanzó en esta oportunidad casi al 30%. En un claro caso de nepotismo de esos que abundan en Argentina en todos los poderes del Estado, el gobernador del SÍ tuvo como principal líder opositor por el NO. a su hermano, lo que significa que afortunadamente todo quedará en familia.

Entonces, parecen que no erraron el tiro algunos de nuestros patriotas cuando 200 años atrás propiciaban las aspiraciones monárquicas para esta parte del continente de Carlota Joaquina de Borbón. Tal como se la entiende aquí, la democracia es apenas una manera obligatoria de elegir candidatos. Pero hay también democracia en Cuba en donde exclusivamente se presenta un partido y mejor es que se vaya a votar. La república es otra cosa. De ahí que aquellos que se especializan en bastardearla atacando todas y cada una de sus instituciones, llenan sus bocas con permanentes citas a la defensa de la "democracia", nunca de la república.

Cuales monarcas, los políticos del subdesarrollo suelen perdurar en sus cargos hasta que la decrepitud de sus acciones los levanta por el aire, no sin antes haber colocado en puestos claves a parientes y fieles seguidores que les permitan cuidar sus espaldas de posibles causas judiciales en su contra que, como los famosos juicios de residencia de la época virreinal, nunca arribarán a buen. Por lo tanto, resulta ligero creer que dichas modificaciones constitucionales tienen el único propósito de permitir reelecciones indefinidas de políticos devenidos en monarcas, porque aseguran férreamente el manejo de todos los organismos de control del Estado-gobierno y del clientelismo que no cesa de crecer.

Estos soberanos son, a la vez, mandamases en sus propios partidos, por lo que, anulando cualquier atisbo de democracia interna -un insustituible prolegómeno de la externa- se atornillan en sus sillones, anulan elecciones partidarias y nombran a placer a quiénes integrarán las diversas listas de candidatos a cargos electivos. No es extraña entonces la apatía de los electores por este peculiar tipo de democracia que anula cualquier tipo de disidencia interna en los partidos políticos.

Por otra parte, si observáramos con detenimiento, podríamos observar que las diversas casas reinantes tienen el mismo programa de gobierno por lo que votar a una u otra, tendría el mismo resultado. Como sostenemos, el sufragio no debería ser obligatorio, es más, lo consideramos, bajo estas circunstancias, sumamente inmoral. Nos inclinamos por el establecimiento de una monarquía a la antigua, no constitucional, preferentemente europea y, si no da para más, a regañadientes aceptaríamos un último representante de la dinastía tehuelche, nuestro Paturuzek VII, quien agasajaría al Principito en septiembre cuando arribe a nuestras Malvinas. ¡Qué viva la monarquía!

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