domingo, 19 de junio de 2011

EL KIRCHNERMARXISMO DEBE EXPLICAR


Noble Herrera: El ladriprogresismo habla en una jerga para pocos

Atacar a Clarín como "monopolio" o "apropiador de chicos" era sencillo en términos de lenguaje popular. Tener que explicar ahora el funcionamiento del Banco Nacional de Datos Genéticos es ininteligible y el ladriprogresismo se encuentra varado en su intento.

Algunas cuestiones básicas:

1. Al Partido Justicialista nunca le interesó la reivindicación de los organismos de derechos humanos en que se empeñaron los Kirchner.

2. Los Kirchner -quienes en Santa Cruz nunca se habían interesado en el asunto- incorporaron esa reivindicación como un mecanismo de ampliar su base de apoyo, tan acotada en 2003, por un Partido Justicialista cuyas porciones mayoritarias respondían a Carlos Menem y a Eduardo Duhalde.

3. Los organismos de derechos humanos conocían con precisión el desinterés santacruceño de los Kirchner pero decidieron participar del negocio político porque avizoraron múltiples beneficios posibles. Así, ellos demostraron sus simpatías clientelares, inicio de la corrupción cuyo emblema es Sueños Compartidos.

4. Cristina Fernández nunca adhirió en profundidad al Partido Justicialista sino que chocó con muchos de sus líderes durante su paso por el bloque PJ en el Senado, al punto que su esposo Néstor tuvo que enviarla a Diputados la 1ra. vez. Desde 2003 ella se vinculó al reclamo ladriprogresista porque le pareció moderno el diálogo con algunos 'intelectuales' y porque es cierto que el PJ luce asfixiado en sus ideas desde hace mucho tiempo.

5. Los Kirchner prometieron mucho al kirchnerismo no peronista, liderado por el discurso de esos organismos de derechos humanos, pero le cumplieron menos. En 2005 terminaron pactando con el PJ tradicional, a expensas de las ambiciones de los ladriprogresistas. En 2007 estos volvieron a perder a la hora de las definiciones proselitistas por el escaso aporte potencial de votos. El abandono de Martín Sabbattella en los comicios de 2011 supone incrementr las promesas incumplidas. Pero ¿cuál es la opción del kirchnerismo no peronista, magro en sufragios?

6. Cuando la crisis entre los Kirchner y la militancia del Partido Justicialista fue visible, en especial en el interior del país -durante el conflicto agropecuario 2008-, los ladriprogresistas encontraron un nicho mayor en el discurso gubernamental.

7. Luego de la derrota electoral de 2009, Kirchner buscó en el ladriprogresismo una base de apoyo para la reconstrucción política: Carta Abierta y la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Al PJ le interesó bastante poco la emblemática embestida contra Grupo Clarín con excepción de Hugo Moyano, que libraba su propia batalla por el sistema de distribución de diarios y revistas.

8. En ese contexto Kirchner buscó el apoyo del denominado kirchnerismo no peronista, o transversales (porque no tienen una identidad político-partidaria definida sino que provienen de un abanico de fuerzas), y ellos intentaron aportarle su enfoque para la embestida sobre Papel Prensa (Lidia Papaleo, etc.) y lo del ADN de los hermanos Noble Herrera.

9. La decisión de los hermanos Noble Herrera de allanarse a la verificación de su código genético logró derribar el discurso oficial que partía de la culpabilidad de Ernestina Herrera de Noble y de Grupo Clarín, fundamentada en la mera negativa a aceptar el examen segun lo reclamaban Abuelas de Plaza de Mayo.

10. El ladriprogresismo ahora tiene que darle un nuevo discurso a Cristina Fernández, y no le resulta sencillo. El ejemplo más claro es el de Horacio Verbitsky, presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales, que procura articular desde Página/12 una interpretación que es confusa. Además, resulta poco práctica para la batalla política. Resulta evidente la confusión.

Horacio Verbitsky en Página/12:

"(...) En el escrito por el cual se allanaron a la extracción de sangre y saliva para ser cotejadas con todos los registros del Banco Nacional de Datos Genéticos, los abogados de los Noble Herrera fustigaron el último fallo de la Cámara de Casación que habría sembrado “notorias confusiones”, sin mencionar que se originan en la resistencia de sus clientes a que sus datos se comparen con todos los del Banco Nacional de Datos Genéticos, como marca la ley.

Los dos hermanos tienen una relación de afecto con su abogado Ignacio Padilla, con quien pasaron la última Nochebuena. Padilla habría sido uno de quienes aconsejaron cesar la estrategia de obstrucción, por el costo psicológico que está teniendo para sus clientes y el costo político para el grupo económico de su madre.

Un consejo similar habría brindado el defensor de Ernestina Herrera, el ex juez Gabriel Cavallo, quien fue invitado a exponer sobre la causa ante la plana mayor del Grupo Clarín en su último encuentro plenario.

Pero además, desde el grupo se ilusionan con un resultado negativo al cotejo. Cuando la jueza Sandra Arroyo Salgado ordenó peritar las muestras de sangre obtenidas en 2009, el Grupo Clarín se opuso, aduciendo que con la cesantía de la doctora Di Lonardo en el Banco se había interrumpido la “cadena de custodia” del material.

Los clarineros afirman que el gobierno supo que el resultado del cotejo sería negativo, porque una vez que los peritos declararon que las muestras eran aptas para identificar la jueza hizo la comparación en forma secreta. Esta versión conspirativa prescinde de cualquier diferenciación y confunde al gobierno nacional, con la jueza, el Banco Nacional de Datos Genéticos y las querellas.

El escrito presentado por Padilla y sus colegas Alejandro Carrió, Horacio Silva y Roxana Piña, presenta el cumplimiento de la ley como un loable acto voluntario. También puede encubrir un conocimiento simétrico, de la otra parte.

El texto vigente dice sin lugar a dudas que el análisis sólo puede hacerse en el Banco Nacional de Datos Genéticos (los jóvenes habían aceptado realizarlo en el sospechado Cuerpo Médico Forense) y que las muestras deben ser comparadas con las de todos los registros del Banco (y no sólo con los querellantes, como pretendieron en 2003).

No es razonable argüir el sometimiento a la ley, que debe ser igual para todos, como un mérito o una concesión personal. Ningún otro caso debió sortear mayor cantidad de obstáculos para impedir una medida de prueba simple y segura.

Fue la propia adoptadora quien reconoció en una carta difundida en enero de 2003 que muchas veces había hablado con Marcela y Felipe sobre la posibilidad de que “ellos y sus padres hayan sido víctimas de la represión ilegal. Y siempre les he dicho que yo apoyaba la decisión que ellos tomaran”.

El desistimiento de la apelación se presentó sobre el vencimiento del plazo, cuando las otras partes ya habían recurrido el fallo. La cobertura de Clarín de ayer sugiere una nueva táctica: si las querellas y las Abuelas de Plaza de Mayo no desisten de sus recursos (para no consentir como precedente la arbitraria limitación cronológica inventada por los jueces García y Yacobucci), atribuirles la dilación y así equiparlas con la reticente actitud propia.

El abogado Alejandro Carrió, que durante años se vinculó con el movimiento defensor de los derechos humanos, fue uno de los que equiparó el cumplimiento de la ley con una “virulenta persecución política y mediática”. Clarín agrega que fue un “acoso brutal y despiadado”. Carrió, quien ha escrito libros sobre derecho, pretende que la accionista del Grupo Clarín “los adoptó de buena fe, siguiendo los pasos judiciales que en su momento le fueron indicados”.

Por provenir de un jurista es una curiosa descripción para un procedimiento en el que

- se usó como testigo falso de la aparición de uno de los chicos al chofer de la empresaria, presentado como jardinero de una casa vecina en San Isidro, jurisdicción donde ni él ni ella vivieron (lo cual sirvió para elegir una jueza comprometida con el terrorismo de Estado),

- se consignó el número de documento de un hombre para fingir la identidad de una mujer inexistente, que habría entregado a la otra criatura.

Cualquiera sea la interpretación acerca de las motivaciones de cada uno, la perspectiva de un pronto desenlace en el que se establezca la verdad fue recibida con general alivio ante la posible conclusión de un conflicto extenuante. (...)".


Buscando ideas para sostener la batalla contra Grupo Clarín y, a la vez, explicar la nueva coyuntura, un ex periodista de Clarín, hoy en el kirchnerista Tiempo Argentino, procura reescribir la historia del periodismo argentino. Un disparate firmado por Vicente Muleiro, hoy subdirector de Radio Nacional, quien primero debería explicar su punto de vista acerca de que el Tesoro Nacional financie a un multimedios paraestatal enorme como el que integra Tiempo Argentino:

"Guardo la leve sospecha de que cuando Manuel Belgrano fundamentó la aparición del primer periódico de nuestra vida independiente en la necesidad de que todos debían enterarse de las medidas de “un nuevo sistema” estaba cometiendo un acto de militancia.

Antes de La Gaceta, en la era colonial, un dilecto de Belgrano, Juan Hipólito Vieytes, alentaba desde el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio la renovación técnica del quehacer agrario y “de todos los ramos de la industria” para terror de la proto Mesa de Enlace de entonces. Suavemente intuyo que, entre los estornudos que le provocaba llevar adelante su jabonería, Vieytes se tomaba su tiempo para escribir-militar.

Ninguno de los polígrafos del incipiente periodismo nacional –tampoco El Telégrafo Mercantil (1801-1802)– se propuso ocultar sus objetivos de transformación económica, moral y política encandilados con las ideas de la Ilustración.

En el tan frecuentemente faccioso siglo XIX es difícil encontrar alguna hoja que se proponga una falsa ética de la objetividad o de sabia equidistancia entre intereses en pugna, aunque sí se pueden rastrear numerosos y hasta divertidos ejemplos de la exacerbación tipográfica.

La aparición de la moderada revista femenina –y escrita sólo por mujeres- La Camelia, en 1852, desconcertó tanto a los varones de pluma en mano que Benjamín Victorica, bajo el seudónimo Fray Lima-Sorda, se despachó en verso desde una publicación satírica: “Y hasta habrá alguna vez alguno/Que porque sois periodistas/Os llame mujeres públicas.”

La militancia burlesca sobre el papel entintado atraviesa la historia del periodismo argentino con una policromía ideológica que abarca desde el anarquismo retumbante hasta el machismo escabroso de falsos frailes.

Con el impacto de la inmigración y el arribo de ideologías emancipatorias los diarios que representan a “la gente decente” se ponen a militar contra los extranjeros.

En esta línea La Nación se embarca en una cruzada antisemita tal como lo repasa Jorge Abelardo Ramos en el tercer tomo de Revolución y Contrarrevolución en la Argentina, editado por el Senado Nacional en 2006. Ramos recuerda que el diario aconsejó al gobierno no favorecer a la inmigración judía porque los judíos eran “sucios, indolentes e ineptos para las labores agrícolas y en todas partes donde se han reunido en número considerable han provocado cruzadas en su contra”. Se trataba de un puro acto de militancia, en este caso racista.

Pero si de periodismo militante hablamos, no hay ejemplos más claros que los de la última dictadura militar. Los grandes diarios se asociaron al poder carnicero mucho antes del 24 de marzo de 1976, contribuyeron a preparar el clima y se prestaron a vergonzosas operaciones de prensa como la de describir a los infiernos de los centros clandestinos como hoteles cinco estrellas.

El mafioso pacto periodístico-militar que derivó en la apropiación ilegal de Papel Prensa no muestra a las empresas como rehenes de una tiranía ante la que por instinto de conservación había que prosternarse. Las exhibe como integrantes del golpe cívico militar. La generalización sobre la conducta “militante” de editores, redactores y cronistas se puede prestar, como toda generalización, al error. La conducta de las grandes empresas, a esta altura, no está demasiado clara.

Cuando en estos días vemos y leemos la arrasadora campaña de descrédito en contra de las organizaciones de Derechos Humanos sobreimpresa en El Shock de los Lender, estamos ante un acto de periodismo militante. Cuando leemos o vemos medios oficialistas y paraoficialistas estamos, verdad de Perogrullo, ante un periodismo militante aunque más valioso que otros en tanto no oculta su opción.

Y para retomar la historia, cuando leemos notas espantadas ante la toma de decisiones soberanas –abrir las valijas de asesores militares estadounidenses, decomisar y resolver luego el conflicto en términos diplomáticos o reivindicar la integridad territorial– estamos ante un periodismo militante, en ese caso de viejo cuño colonialista aunque transcurra el siglo XXI. O sea: militar se milita siempre por acción u omisión. El tema es para qué y para quién."

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